Capítulo 10: Confesando la visita de Snow

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A través de la puerta abierta veo al hombre ser obligado a arrodillarse frente a la parte alta de la escalinata donde todos puedan verlo y ser apuntado por la pistola de uno de los agentes. Lo último que veo antes de que la puerta se cierre por completo es al hombre caer al suelo, inerte, tras escucharse el disparo del arma del agente que le apuntaba.

Lo sé, en cuanto veo el disparo del hombre, sé que en ved de apagar la llama, lo que hemos conseguido es avivarla.

Forcejeo y grito intentando correr hacia la puerta, pero un muro de soldados me impide el paso y me empujan con mucha brusquedad hacia atrás. No hago caso a su advertencia e intento traspasarlos, pero únicamente consigo que uno de ellos me agarre del brazo presionándolo con mucha fuerza y casi retorciéndomelo. Es seguro que mañana me saldrá un morado en el brazo de tantos agarres bruscos por su parte.

—¡Eh! ¡Eh! ¡Soltadla, Soltadla! —Grita Peeta acercándose a nosotros y empujando al agente para que me suelte. —¡Ya nos vamos, ¿vale?!—Le espeta al agente rodeándome con sus brazos y protegiéndome. —Vamos (TN). —Me susurra al oído.

Estoy temblando, nerviosa y horrorizada por los últimos acontecimientos. Afuera se escucha el ruido alterado de la muchedumbre. Dos disparos más resuenan y no puedo evitar preguntarme si esos serán la abuela de Thresh o alguno de los hermanos pequeños de Rue. Un sollozo se escapa de entre mis labios sin poder retenerlo. Peeta y yo llegamos hacia donde están Haymitch, Effie y Katniss. Haymitch está muy serio, Effie nerviosa y Katniss en estado de pánico.

—Vosotros tres, conmigo. Ya. —Nos ordena autoritariamente Haymitch. Empieza a caminar.

Sin emitir ninguna palabra ni reproche, acatamos la orden de Haymitch y los tres le seguimos, dejando atrás a todo lo demás. Peeta se mantiene pegado a mi espalda mientras subimos por unas estrechas escaleras de caracol de mármol, que en otro momento y situación me hubiese parado a admirar lo bellas que son. En la parte alta, hay un largo pasillo que atravesamos hasta llegar a la única puerta abierta. Entramos en esa sala y Haymitch sin decir nada nos arranca los micrófonos del pecho y los esconde tras los cojines de un sofá.

Nos hace un gesto para que le sigamos y seguimos subiendo por unas escaleras hacia una trampilla que nos lleva hasta la parte más alta del edificio de justicia. Nos encontramos en la cúpula del edificio, un lugar abandonado, repleto de muebles rotos, pilas de libros viejos, armas oxidadas, ... Las capas de polvo lo cubren todo, haciéndonos saber que nadie se ha molestado en subir aquí en años. Haymitch patea la trampilla para que se cierre y se gira hacia nosotros.

—¿Qué es lo que acaba de pasar ahí afuera? —Dice demandante de explicaciones. Peeta empieza a relatar lo ocurrido, pero Haymitch le corta. —Eso ya lo sé, lo he visto y escuchado. Lo que quiero saber es por qué tal reacción.

—Lo siento mucho Haymitch, no era mi intención, lo juro. —Digo casi suplicante.

—¿Qué está pasando Haymitch? —Pregunta confundido Peeta.

—No lo sé, quizás alguna de ellas dos es capaz de ilustrarnos. —Se dirige a nosotras. —¿Tenéis algo que contar?

—¿A ti también te ha visitado? —Me giro a mirar a Katniss interrogante.

—Si, cuando llegué de cazar me estaba esperando en el despacho de mi casa. —Explica.

—¿De quién habláis? ¿Quién os ha visitado? —Nos pregunta Peeta ansioso.

Les cuento lo que ha hablado el presidente Snow conmigo esta mañana durante su visita sorpresa, intentando no dejarme ningún detalle por explicar. Intento mantener la calma como puedo y les explico sobre el nerviosismo en los Distritos, de como nosotros estamos en peligro, igual que todo el país, solo por mi truco con las bayas.

En llamas (Peeta Mellark y Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora