Capítulo 36: Tortura

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Finnick no ha dado ni el primer golpe para clavarla en el árbol cuando un grito lleno de miedo y dolor irrumpe en el aire. La voz se me hace muy familiar, por lo que me olvido de todo y comienzo a correr y correr adentrándome en la selva hacia la dirección de donde proviene el grito. Le sigue otro y otro. Escucharlos me pone enferma.

—¡Haymitch! ¡Katniss! ¡Jack! ¿Dónde estáis? —Grito mientras corro intentando localizar a las personas dueñas de esas voces. Me abro paso entre las paredes de vegetación hasta que llego a un pequeño claro.

El sonido proviene de arriba y son muchas voces gritando, pidiendo ayuda y transmitiendo el más desgarrador dolor. Miro a mi alrededor, pero no veo a las personas que gritan por ningún lado. Lo que si veo es un pájaro negro con cresta en la rama de un árbol cercano. Al instante lo reconozco, es un charlajo. Mi reacción es silenciarlo con una flecha atravesando su garganta.

Me empiezo a decir a mí misma que no es real, que todo es un truco sádico de los vigilantes y seguro que orquestado por Snow. Finnick llega a mi lado jadeante.

—¿(TN)? —Me pregunta preocupado y asustado a la vez. —¿Qué ocurre?

—Estoy bien, lo siento. Creí haber oído... Da igual, no importa. —El grito de una mujer desconocida para mí, pero no para Finnick, se escucha por el aire rompiendo el silencio que se había creado. Lo veo ponerse blanco de repente y percibo en sus ojos terror, estoy segura que el mismo terror que él vio en los míos cuando el corazón de Peeta se paró. —¡Finnick no! ¡Espera! —Le grito extendiendo mi mano para pararlo en cuanto deduzco sus intenciones. Él se deshace de mi agarre y desaparece rápidamente de mi vista. —¡Finnick! —Lo llamo a través de la selva, pero soy consciente de que no se va a esperar a que le dé una explicación. No me sorprende, es la misma reacción que he tenido yo. No me queda otra que salir corriendo tras de él.

Gracias a sus huellas no tardo mucho en hallarlo. Llego hasta él y veo que está mirando hacia un árbol. Los gritos salen de entre sus hojas.

—¡Annie! ¡Annie! —Veo que está empezando a entrar en pánico, así que escalo el árbol y en cuanto lo veo lo atravieso con una flecha. El charlajo cae a sus pies. Él lo coje y veo como empieza a atar cavos.

—Es un truco... —Susurra.

—Si, Finnick. Annie está bien. —Le explico para intentar ayudarle. —Es solo un charlajo. Están torturándonos, no es real. No es tu Annie.

—No, no es Annie, pero si es su voz. —Me dice. —Los charlajos imitan lo que oyen, pero, ¿de dónde han sacado los gritos (TN)? —Me dice con terror en la mirada.

—Finnick... No creerás que... —Le pregunto empezando a temer yo también por mis seres queridos.

—Si, si lo creo. Eso es exactamente lo que creo que están haciendo. —Me llevo las manos a la boca con horror al procesar lo que dice. Se me revuelve el estómago y unas tremendas ganas de vomitar me sacuden al imaginar a Haymitch, mi padre, en una habitación blanca, atado a una mesa y siendo torturado. Me imagino a Katniss, a Jack e incluso a Prim o Gale en esa misma situación.

Me hago a un lado y vomito lo poco que llevo en el estómago. Doy un par de pasos hacia atrás, pero mis rodillas flaquean y caigo al suelo. Finnick se agacha para sostenerme. Veo como mueve la boca, pero no consigo concentrarme para saber que me dice. Entonces los gritos vuelven. Gritos de Jack, Katniss, mi padre, Cinna e incluso Peeta, aunque sé que él está a solo unos metros de nosotros. Los gritos de terror, de súplica, se quedan grabados en mi mente.

—No, no, (TN), no son ellos. Jack está muerto, no pueden hacerle daño. Peeta está en la playa. —Intenta hacerme entrar en razón mi aliado del 4. —Vamos, tenemos que salir de aquí antes de que nos volvamos locos.

Finnick comienza a arrastrarme en dirección a la playa. Yo apenas puedo sostenerme, no tengo fuerzas y sigo sumida en los gritos imaginándome mil y un escenarios horrendos en los que puedan haber obtenido esos gritos. Cuando estamos llegando al borde de la selva veo de reojo a Peeta y Johanna de pie entre una línea de árboles. Alivio y furia me invaden porque no ha venido a ayudarme Peeta. Es más, me molesta que no han venido tras nosotros, no estábamos tan alejados como para que no escucharan nuestros gritos y los de los charlajos. Incluso ahora se mantienen parados, no se acercan a nosotros. Veo que mantienen las palmas levantadas y mueven los labios, pero a nosotros no nos llega ningún sonido. En la cara de Peeta está grabada la desesperación y comienza a golpear al aire. No, no es el aire, es una pared transparente. Es tan transparente que hasta que no nos chocamos con ella no nos percatamos.

Me siento mal por haber pensado mal de ellos, ahora comprendo por qué no han venido a ayudarnos. La barrer no nos permite salir, pero a ellos tampoco entrar. Es definitivo, vamos a tener que pasar una aterradora hora aquí dentro. Me voy a volver loca. Miro a Peeta suplicante y veo como él también está sufriendo, como está desesperado golpeando la barrera. Veo como se arrodilla a la misma altura en la que estoy yo y aprieta su palma contra la barrera, en respuesta, yo levanto la mía imaginando que puedo sentirlo, que puedo sentir su calor.

Observo como sus labios se mueven, pero sigo sin escuchar nada, lo único que captan mis oídos son los terroríficos gritos que atraviesan mi corazón e invaden mi cerebro. Hago el esfuerzo de intentar leerlos, pero no tengo forma de concentrarme. Veo como más charlajos sobrevuelan hasta las ramas de los árboles, rodeándonos e iniciando con un concierto horrible de voces de todas las personas a las que queremos.

Finnick se da por vendido y se acurruca en el suelo apretando lo más que puede sus manos contra sus oídos. Yo trato de mantenerme fuerte y pensar que es un truco, pero el conjunto de voces de mis seres queridos y encima el dolor que transmiten, hacen que finalmente me dé por vencida y me acurruque como Finnick. Me abrazo y me tapo los oídos tratando de bloquear los gritos de dolor de mi padre, de Katniss, de Cinna, de Jack y a ellas se le añaden los de Gale, Rue y Prim.

No me doy cuenta de que la tortura ha terminado hasta que...

No me doy cuenta de que la tortura ha terminado hasta que

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En llamas (Peeta Mellark y Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora