Capítulo 17: Las pesadillas se repiten

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Pero eso resulta que no es todo, cuando terminan con el asunto de la boda, el presidente Snow aparece en pantalla en el balcón de su residencia, ese balcón desde donde nos recibió a los tributos meses atrás.

—Buenas tardes Panem. Como todos ya sabéis, el año pasado como adelanto a la celebración del Tercer Vasallaje de los veinticinco y rememorando el Segundo Vasallaje, cuatro tributos, dos mujeres y dos varones, fueron elegidos de cada Distrito para participar en los juegos. Este año, en honor al septuagésimo quinto aniversario, como recordatorio a los rebeldes de que incluso los más fuertes no pueden superar el poder del Capitolio, los tributos para estos nuevos juegos serán elegidos de entre los vencedores de los anteriores juegos. —Anuncia con serenidad, pero con desafío en su mirada.

Sus palabras, se clavan con fuego en mi mente, me quedo paralizada, conmocionada y las fuerzas se me escapan del cuerpo. El vaso de té que sujeto con las manos se resbala y cae al suelo haciéndose añicos, mientras que la botella de licor que sujetaba Haymitch vuela por los aires hasta estrellarse en la pared justo donde se ve la imagen del presidente Snow.

—No... No... —Susurro. —No, no, no... no puede ser. No puede hacer esto. ¡No puede! No puede, ¿verdad Haymitch? ¿Verdad? —Cuestiono con desesperación aun sabiendo que sí que puede hacerlo y que, de hecho, lo va a hacer. —¿Es su venganza cierto? Esta es su venganza contra mí. Lo ha hecho para castigarme. —Digo para mí misma, aun en estado de shock esperando que todo sea una horrible pesadilla y que cuando despierte me encuentre a Peeta a mi lado intentando consolarme.

Al ver a Haymitch levantarse furioso y lanzar la mesa de centro por los aires, entro en la realidad de que todo es cierto, de que no es una pesadilla, de que de nuevo entro en la cosecha y de que yo y algunos de mis seres queridos acabaremos de nuevo en los juegos luchando por sobrevivir. Es entonces que caigo en cuenta de que Peeta es uno de ellos. Me levanto con desesperación tambaleándome hasta llegar donde Haymitch está bebiéndose una botella de licor con ansiedad.

—Tienes que protegerlo, tienes que proteger a Peeta. —Le ruego entre lágrimas. —Por favor Haymitch, pase lo que pase, prométeme que mantendrás a Peeta con vida. Te lo suplico. —Él solo se limita a asentir con la mirada perdida son decir ni una sola palabra.

Me tambaleo fuera del salón en dirección hacia la puerta y salgo de la casa para refugiarme en la mía. No tengo fuerzas para ir a casa de Katniss, solo quiero encerrarme en mi habitación y no salir nunca más de ahí. Y es lo que hago, me encierro en la habitación y me tapo con las sábanas hasta arriba. Me quedo encogida hacia un lado, con la mirada perdida en la pared. No sé el tiempo que transcurre hasta que la puerta de la habitación se abre. Sé que es Peeta, pero no me giro a recibirlo ni emito ningún sonido. Él tampoco lo hace, se mete en la cama conmigo, y me abraza por detrás. Es en esa posición en la que quedamos por el resto de horas siguientes y en la que pasamos la noche.

Al día siguiente, decir que he dormido es alejarse de la realidad, apenas he pegado ojo. Y cuando lo he hecho me he despertado por las pesadillas que han vuelto a aflorar. No quiero salir de la cama, pero a mala gana Peeta me obliga, igual que me obliga a comerme el desayuno que ha preparado. Al final termino comiéndome solo la mitad.

Peeta nos reúne a Haymitch, Katniss y a mí en casa de nuestro mentor. Establecer cuál de los tres está en mejor estado resulta complicado. Peeta es quien toma el mando, sé que internamente está sufriendo igual que nosotros, pero intenta mostrarse fuerte para ayudarnos a los tres, y eso solo me hace quererlo más y reafirmar lo que ya sé, que es el amor de mi vida y un gran hombre.

— Nos quedan dos meses hasta la cosecha, eso quiere decir que tenemos ese tiempo para prepararnos. —Empieza a hablar Peeta. —Tres de nosotros volveremos a casa, dos mentores y un vencedor. Effie me va a enviar todas las grabaciones de los vencedores que igual que nosotros, entrarán en las urnas. —Sigue explicando. —Las miraremos y estudiaremos todas, vencedor por vencedor. Aprenderemos como luchan y cuáles son sus puntos débiles. Nos prepararemos física y mentalmente. Esta vez no vamos a ir siendo unos novatos, no vamos a ser los que salieron vencedores por un truco de las bayas o por un truco con el campo de fuerza de la arena. Esta vez vamos a comportarnos como profesionales. —Le observamos y escuchamos atentamente. Ha adoptado un papel totalmente autoritario, y sé que está hablando en serio sobre todo lo que dice. Cada palabra la va a cumplir, lo sé. —Tres de nosotros va a volver con vida al Distrito, y uno de ellos será vencedor. Pero para eso, nada de beber, nada de autocompadecerse ni sumirse en depresión. —Dice lo primero dirigiéndose a Haymitch y lo segundo a Katniss y a mí. —Aunque solo entren dos a la arena, los cuatro tenemos que estar preparados tanto para pelear ahí dentro como para pelear desde fuera. —Concluye.

Ninguno nos atrevemos a decir nada, simplemente acatamos las ordenes que nos da. Nos obliga a comer toda la comida de la mesa que ha preparado y después nos instalamos en el salón para ver video tras video de todos los vencedores. Todos son mayores que Peeta, Katniss y yo, quienes contamos con diecisiete años cada uno.

Se convierte en una rutina desde ese día. Nos levantamos temprano, salimos a correr por el Distrito, cuando es seguro nos metemos al bosque para entrenar allí. Nos ejercitamos para adquirir peso en musculatura y entrenar nuestra agilidad. Entrenamos en lucha cuerpo a cuerpo, también con las distintas armas que logramos conseguir. Gale nos ayuda en sus tiempos libres para adquirir más destreza y conocimientos con las trampas. Enseñamos a Peeta a escalar árboles y a cazar. La madre de Katniss nos realiza una dieta estricta que seguimos los cuatro. Y tras la intensidad del día, agotados, nos reunimos noche tras noche para estudiar a cada uno de los tributos.

Los últimos meses resultan agotadores para todos y cada vez la presión se hace más intensa. Llevo semanas en las que el estrés y la presión me pasan factura. He adquirido musculatura, pero he adelgazado a la vez, hay muchas comidas que no me sientan bien dejándome mal cuerpo, por las noches, a parte de las pesadillas también suelo tener dolores de estómago. Mi teoría es el repentido exceso de ejercicio y el drástico cambio en la alimentación, sumándole la presión de regresar a los juegos y de tener una boda a medias. Mis dolores de estómago de estas últimas semanas los relaciono con el hecho de que mi periodo ha de venir, dos meses tuve una falta, pero el mes anterior si me vino solo que, con retraso, así que asumo que es por eso ya que este mes también se ha retrasado.

Aún y así no he querido comentar nada a nadie porque ya tenemos demasiadas preocupaciones, más ahora que la cosecha está tan cerca.

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En llamas (Peeta Mellark y Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora