Capítulo 3: ¿Porque Jack y no yo?

9K 567 82
                                    

Hacia el fondo del salón, hay instalada una pantalla grande donde van pasando nuestros momentos más importantes o relevantes de los juegos. He evitado mirarla en toda la noche, suficiente tengo con mis pesadillas y recuerdos y con haber tenido que ver el vídeo en el Capitolio el día de la Coronación, pero inevitablemente termino echando un vistazo e inmediatamente me arrepiento. Justo en ese momento, da la casualidad de que están pasando una imagen de Jack, a modo de recordatorio por su muerte.

Peeta se acerca y me ayuda con Haymitch para hacerle caminar. El adulto es alto y pesado, más aún estando bebido donde termina medio arrastrándose, así que es difícil llevarlo solo una persona. Intento aparentar normalidad y fingir que no me ha dolido ver su imagen. Una cosa es ser consciente de ello y otra muy distinta que te lo restrieguen en la cara. Durante todo el trayecto y después de dejar a Haymitch bien acostadito en su cama durmiendo, no digo nada pues sigo sumida en mis pensamientos y recuerdos.

Salimos de la casa de Haymitch y nos dirigimos a las nuestras. Peeta se detiene, pero no me doy cuenta de ello hasta que siento su mano rodear mi muñeca y dar un tirón suave en su dirección haciendo que quedemos bastante juntos.

—Oye, ¿qué ocurre? —Me pregunta con preocupación fijando su mirada en la mía. —Has estado muy callada y decaída desde que hemos salido de la fiesta. Pareces perdida en tus pensamientos. ¿Es por algo que he hecho? Si es así, lo siento, no era mi intención. —Le devuelvo la mirada y no sé si es por la mirada de preocupación que tiene o el dolor tan inmenso que oprime mi pecho que no aguanto más y dejo a mis lágrimas fluir en un llanto silencioso. Me mira asustado sin comprender que ocurre. —Ey, ey, ... Bonita, ¿qué ocurre? ¿No te encuentras bien? ¿Te duele algo? —Me dice preso de la preocupación y nerviosismo. Me hace sentirme culpable por preocuparle, pero ahora mismo no soy capaz de articular palabras y finalmente el llanto silencioso se transforma en sollozos. El me envuelve en sus brazos y me abraza fuertemente contra si para reconfortarme. Me permito recargarme en él y me aferro con fuerza a su cuerpo. A parte de abrazarme me susurra en el oído palabras tranquilizadoras y me da caricias en el pelo.

—Shhh... Ya está bonita, llora todo lo que necesites. Desahógate, yo estoy aquí. Estoy aquí y no me iré. Shhh...—Con el paso del tiempo voy calmándome un poco.

No nos quedamos en la calle frente a nuestras casas, empieza a refrescar y cuando él nota que estoy un poco más calmada, sin separarnos nos dirige hacia el interior de mi casa. Me hace sentarme en el sofá de mi salón y desaparece un momento para unos segundos más tarde aparecer con un vaso de agua que me tiende. Se sienta a mi lado y con una manta que había sobre el sofá nos envuelve a ambos para después abrazarme por los hombros y dejarme recargada en su costado. Con la mano libre, la del brazo que no me está abrazando, agarra la mía y me da caricias. Nos quedamos no sé si minutos u horas en ese estado, sin decir nada, solo abrazados y en silencio. Aprecio que él me dé mi espacio y no me intente sonsacar la información.

—Es Jack... En la fiesta... La foto...—Rompo el silencio cuando me veo un poco capaz e intento explicarme.

—¿Han puesto una foto de Jack? —Me ayuda.

—Si... —Su agarre se hace más fuerte alrededor de mi cuerpo. Y de nuevo se instala silencio. —Su muerte... sus muertes me atormentan noche tras noche... no puedo dormir sin verlos... —Le explico tratando de reprimir nuevos sollozos. —La culpa me carcome por dentro... Si me hubiese negado al plan o me hubiese quedado con él, quizás... Tendría que haber sido yo, haber estado yo en su lugar... Las cosas serian diferentes si yo hubiese muerto en vez de él y...

—Ey, no digas eso ¿vale? Sé que duele, pero no hubieras podido hacer nada por él, aunque te hubiese quedado. Si no moría en ese momento quizás lo hubiera hecho más adelante. Que hayamos salido nosotros tres con vida ya es un milagro, aun me pregunto cómo es posible. A demás no lo podemos ver, pero está aquí. —Dice señalando su corazón. —Y estoy seguro de que está muy feliz y orgulloso de que hayas salido con vida de esa arena. No hubiese cambiado en nada que hubiese sido al revés, habría gente que sufriría igual, hay gente que te quiere aquí.

En llamas (Peeta Mellark y Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora