Lion había dejado varados en la Isla a Murdock y sus hombres. Esperó a que todos pisaran tierra para fijar en el barco la ruta hacia un puerto seguro, activó el piloto automático, y atajó las protestas de Murdock.
—¿Qué harías con el barco? ¿Navegar? ¿Podrías encontrar a alguien que te comprara los barriles? Ahora me tengo que ir. He quedado con un comprador. Tenéis provisiones en la cueva y podéis refugiaros en el faro. No tardaré más de dos días.
—¿Y si no vuelves?
— Encontrarás un teléfono satelital. Pero no te hará falta, porque mañana a estas horas te llamaré para informarte que estoy con el comprador. Ponte guapo y mantén iluminada la cueva, seguro que el cliente querrá echar un vistazo a la mercancía antes de cerrar el trato. Y recuerda a tus hombres que mis drones vigilan.
Cuando Lion llegó al puerto ya tenía un coche de la WCS esperando para llevarle al aeropuerto de Final Point, donde también le esperaba un avión digno del lema de la empresa: "Todo en Tecnología Cibernética». La WCS lo trataba como un vip y eso era una buena señal para Lion. Cuando investigó a los posibles compradores, los eligió a ellos porque ya no eran el paradigma de las empresas del sector. Su ambicioso proyecto de minería espacial apenas cubría los gastos de los últimos accidentes y las muertes de los mineros implicados habían desalentado a algunos inversores. Por eso Lion estaba convencido de que el WCS valoraría lo que el MetalGlass podía hacer por ellos. Cuando Lion aterrizó, el joven Magnus, el hijo del jefe del WCS, Christopher Aldrin, fue a recibirlo.
—¿Ha tenido buen viaje?
—Muy bueno. Su prototipo es realmente rápido, quizá le compre uno si llegamos a un acuerdo.
El joven le estrechó la mano y ambos caminaron hacia el interior del complejo corporativo.
—He analizado la joya que me mandó y los resultados han sido satisfactorios —dijo Magnus entusiasmado—. No hay nada parecido en la Tierra, solo historias que contaba mi padre acerca de un meteorito. Pero no hablemos aquí. —Magnus lo condujo en silencio hasta un ascensor y de ahí a una sala de unos doce por doce metros, insonorizada y a prueba de intrusos. Magnus se sentó a la cabecera de la mesa y Lion eligió el asiento más próximo a él.
—Ahora podemos hablar tranquilos. Nadie podrá oír lo que hablemos.
—¿No me podré comunicar con nadie? —quiso confirmar Lion.
—¿Tiene algún inconveniente?
—No. En realidad, es una oportunidad para mostrarle el potencial del MetalGlass.
— ¿Qué pretende hacer?
—Zoe, ponme con Murdock.
Tras unos segundos se pudo oír en la sala el eco de estática del teléfono de Murdock.—... ¡Dígame! Dígame, patrón ¿Todo bien? —dijo Murdock sin disimular su ansiedad.
—Todo perfecto. Cuelga. Enseguida te vuelvo a llamar.
—¿Cómo ha conseguido comunicarse con el exterior? —sin esperar respuesta, Magnus pulsó un botón del intercomunicador de su muñeca para hablar con el encargado de seguridad.
—¿Sí jefe?
—Verifique si se ha producido una llamada desde la sala privada.
—Se lo iba a decir... Su invitado ha hablado con alguien situado cerca del casquete polar.
—¿Puedes precisar el lugar exacto?
—No. Sólo es un punto en el mar.
—Gracias. Eso es todo. —Y volviendo a Lion, repitió otra vez— ¡Ha conseguido traspasar la seguridad de esta sala!
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REFLEX
Science FictionSiempre que nos acercamos a una ventana miramos a través de ella, pero nunca nos fijamos en el cristal. _ 2021© -2024© Safe Creative