49 -FUEGO

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Tras fundirse con Michael, el Reflejo quedó semiinconsciente. Las sábanas se quemaron y el fuego se extendió por la habitación. Durante ese tiempo una voz espoleaba su mente: 

«¡Corre Michael, corre!».

No entendía... Le extrañó que las llamas fueran una amenaza para él y que le llamaran Michael.

«Quizá estoy en una pesadilla como las que tiene Lion».

Por algún motivo el calor empezaba a molestarle.

«¡Corre Michael!» ¿Por qué la voz lo llamaba Michael?

Lo más extraño es que aquella voz no le era desconocida.

Necesitaba entender qué pasaba, pero no podía moverse.

Se elevó por encima del sueño y vio a 'mamá "conduciendo el coche de papá'.

«Michael, ¿tienes puesto el cinturón de seguridad?». Dijo Lisa con voz muy alterada.

«Sí mamá». Respondió Michael con su voz de niño mientras espiaba entre los asientos para ver qué preocupaba a mamá.

Un todoterreno estaba a punto de chocar con el coche...

Ahora lo recordaba, habían ido a recoger a papá... «Papá es Castle», concluyó Reflex.

Estaba viendo un recuerdo de Michael:

Lisa y él, habían ido a recoger a Castle al trabajo y tras un minuto, Castle recibió una llamada que lo hizo bajar del coche. Oyó el sonido impaciente de los cláxones de los vehículos y el sonido de los frenos. Castle le dijo a Lisa que diera una vuelta a la manzana, que solo tenía que recoger una cosa. En cuanto su madre se incorporó al tráfico, dos coches la bloquearon obligándole a entrar en un callejón. Su madre miraba por el espejo retrovisor y giraba la cabeza de un lado a otro para valorar la situación. Cuando vio el todoterreno negro que se disponía a embestir el coche, dio un volantazo evitando el impacto frontal, pero Michael se golpeó la cabeza con la ventanilla. Rápidamente, Lisa lo liberó del cinturón y le gritaba: «¡Despierta Michael!» Eso fue lo último que oyó decir a su madre. Ahora entendió que Michael estaba en peligro por el incendio a su alrededor. «¡Corre Michael! ¡corre!».

Reflex tardó en darse cuenta de que conducía el coche de Lion con sus propias manos, pero estaba tan mareado y hambriento que no podía pensar en nada más que en el tráfico de la autopista. Lo mejor era elegir una ruta y poner el coche en automático, y dejarse guiar por el instinto.

Llegó a su destino semiinconsciente y caminó hasta la puerta.

En cuanto bajó del coche, dejó que el Abarth volviera al garaje.

Se apoyó en la puerta y usó las pocas fuerzas que le quedaban en tratar de abrirla.

Los perros Jämthund percibieron un olor extraño y gruñeron ante el intruso, pero en cuanto la puerta se abrió, se sintieron muy interesados ante aquel joven desnudo que trataba de calmarlos con las manos extendidas. Cuando los perros empezaron a lamerle las manos, Reflex se desmayó.

Lisa oyó los ladridos y se acercó a la barandilla y cuando vio al joven en el suelo, bajó las escaleras corriendo.

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