37 -ALTA MAR

29 5 33
                                    

Valerie Mirren viajaba en solitario hacia un punto desconocido de alta mar. No se sentía digna del abuelo Steel que sorteó tempestades y mares helados, mientras que ella viajaba en una lancha controlada remotamente por Lion. Pero no tenía elección. Volvió la cabeza hacia el puerto, del que ya apenas se adivinaba una línea de luz. Lion no le había dejado tiempo para organizarse. Tras la pregunta: "¿Le gustaría recuperar la mansión?", sólo le dio las indicaciones para localizar un yate. Sin duda era el heredero perfecto del maldito Eduard Castle.

Volvió a ver el vídeo para darse ánimos: "La Mansión de los Steel a vista de pájaro". Aún no podía creérselo. Pensó que el hielo la habría destruido, pero en el vídeo se veía a Lion entrar en la mansión y la fecha era de hacía sólo unos días.

Ahora aquella casa podría ser suya. Pero era temerario arriesgarse sin saber qué podría esperar de Lion. Desde que Jacob controlaba el Star & Steel, Valerie tuvo que pactar con él. Tuvo que renunciar a dirigir el bufete que había heredado de su padre Theomund, para retener algo de su patrimonio. Lion le ofrecía recuperar la mansión de los Steel. Pero ¿a cambio de qué?

Una señal en el cuadro de mandos le indicó que estaba llegando a su destino. Miró a proa y vio un yate surgir de la noche como un fantasma del pasado. La lancha se acercó mansamente y el propio Lion le ayudó a subir a cubierta.

—Le agradezco que haya venido. Siento las molestias, pero no podía permitir que Jacob se enterara de esta entrevista.

—¿Puede ofrecerme una copa?

—Venga por aquí.

El salón era amplio, pero a Mirren le pareció una jaula con barrotes astutamente ocultos en la madera.

—Aquí tiene, el mejor licor de contrabando, conseguido en el puerto de Winterlander, de las manos del propio John Murdock.

—¿Quién es ese Murdock?

—Si todo va bien, será su vecino en Winterlander.

Mirren tomó la copa y la bebió de un trago. Lion le sirvió otra. Mirren fue al grano:

—¿Qué tiene para mí?

—La Mansión de los Steel a cambio de que rompa su alianza con Jacob.

—¿La mansión del abuelo sigue en pie?

—Ya ha visto el vídeo. El pueblo es precioso y ya lo empiezan a visitar los primeros turistas. Estuve dentro de la mansión hace pocos días y hasta huele bien. Por supuesto, hay que reparar las cañerías, la electricidad de una parte de la casa, y otras obras menores...

—Pero ahora usted es el dueño.

—Por eso puedo regalársela. Así pase lo que pase con el Star & Steel, usted conservará la herencia que perdió su padre.

—Como usted sabe, si Jacob se sale con la suya, usted también perderá la mansión y yo me quedaré sin nada. ¿En qué se basa su oferta?

—Tengo un plan 'B', pero necesito ganar tiempo para ponerlo en marcha. Antes que nada, me gustaría que viera una declaración que Eduard Castle incluyó en su diario:

«Mi deseo es que una vez esté restaurada la mansión de los Steel, Valerie Mirren se quede con ella..."

—¡Esto me lo podría haber dicho Castle en persona!

—No voy a disculparlo por su poco tacto. Pero al final de su vida, quiso hacer las paces con su pasado. Esa grabación puede usarse como prueba legal de que el testamento fue hecho por un hombre en pleno uso de sus facultades.

—¿Me va a dar copia de esa grabación?

—Zoe, manda copia de la grabación al móvil de Valerie Mirren. También le mandaré un documento en el que pongo a su nombre la Mansión de los Steel. El resto solo lo compartiré a través del bufete Anthony & Warren. Como quizá ya sepa, ellos se ocuparán de mi defensa en el juicio por la impugnación del testamento.

—Son buenos, pero Jacob Hauer se los comerá en el desayuno, y si eso falla, sobornará al juez en la cena.

—Castle lo mandó investigar hace tiempo y tenemos mucha documentación en su contra. No le será tan fácil salirse con la suya si conseguimos que un juez admita esas pruebas.

—Entonces será un juicio interesante. ¿Tiene usted preparado el documento en el que pone a mi nombre la mansión?

—Sí. Está listo para firmar.

—¿Qué día quedamos? Porque harán falta dos testigos.

—Ya los tengo preparados. —Lion pulsó un botón bajo la mesa y segundos después entraron, Lisa Stallman, su abogado Don Warren y Elisabeth Stone.

REFLEXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora