Aunque Reflex había aprendido a desbloquear todos los ventanales de su piso, los mantenía opacos. No quería ver la ciudad. Estaba en el cuarto del ordenador dejándose llevar por el bucle infinito de música que él mismo componía. Whitaker, por su parte, había hecho varios viajes para traer más sensores y cámaras para vigilar a Reflex desde el piso de arriba.
Reflex, totalmente calmado, dividía su atención entre la música, la conversación entre Lion y Murdock, y la exploración de su sentimiento de culpa por todo lo ocurrido.
Dedujo que Beth seguía ocupada con el juicio y sabía intuitivamente que Lion se acercaba. Pero no podía saber cómo se sentía Lion por todo lo sucedido, y le gustaría saberlo. Había investigado sobre los sentimientos humanos, pero ni siquiera entendía su propio «el sentimiento de culpa.
Se sentía mal porque otra vez Lion se había encargado de todo. No podía entender cómo lo había localizado con tanta precisión, ni cómo Whitaker pudo mandar la limusina a la dirección exacta antes de que nadie pudiera verlo en el callejón.
Cuando llegó al ático, Whitaker mostró a Lion su enfado:
—¡Sí! Ya ha llegado...
—¿Está bien? —la voz de Lion expresaba preocupación, pero Whitaker estaba muy enfadado como para dar explicaciones.
—¡Yo qué sé! ¡Emite colores como el infierno!
—Te dije que fueras a buscarlo en persona.
—¡Me ha quemado la limusina! ¿Qué me habría hecho a mí?
—Te compraré otra, pero quédate con él hasta que yo llegue.
—No tengo por qué quedarme. He puesto más sensores y más cámaras, puedo vigilarlo a distancia.
—No debes temerlo, no te hará nada.
Whitaker sintió que se le helaba la sangre, porque sospechaba que Reflex podía oírlo todo. Lo temía desde que se desmayó al verlo la primera vez, y ahora que Lion había verbalizado su debilidad, el sentimiento se estaba convirtiendo en odio.
Reflex, mientras tanto, seguía analizando su situación. Había dos cicatrices, dos roturas, dos advertencias ciertas y exactas que le revelaban sus limitaciones. Nunca había sentido tanto dolor físico como al chocar con el tejado, y nunca se había sentido tan temido y odiado. Era cristal duro, dúctil y cambiante, pero no era suficiente para sobrellevar el mundo humano.
Por primera vez creyó que podría morir. Había visto un documental en el que se veía una manzana descomponerse hasta que apenas quedaba una huella de moho. Recordando al perro del callejón, una parte de él deseaba que lo hubiera descubierto, porque eso le hubiera hecho sentir vivo.
Sin embargo, la casa ni siquiera lo detectó cuando Lion y Beth se marcharon. Y ahora podía sentir el miedo de Whitaker tras cada sensor y cámara que había colocado en su piso. Whitaker tenía la misma actitud que los hombres de Winterlander que mantenían las distancias por miedo.
«En el pueblo eran pocos y te temían, aquí hay miles, y eres tú quien debe temerlos». Esas fueron las palabras de Lion, pero ni siquiera estaba seguro en el ático con Whitaker. Sospechó que siempre lo mantendrían encerrado y vigilado en el ático y sintió que no tenía horizonte al que avanzar...
Notó cómo el fuego en su interior estaba a punto de escapar a su control, pero se dominó al ver que Whitaker proyectaba su sombra sobre el panel de vigilancia. Reflex entendió que los sensores habían captado su agitación y que Whitaker estaba tratando de evaluar si estaba en peligro.
Lo último que quería Reflex era volver a preocupar a Lion. Así que se concentró en la música para mantenerse transparente. Sin embargo, el incidente le había mostrado que los sensores y las cámaras que Whitaker usaba para controlarlo, también los podía usar a la inversa y saber qué hacía Whitaker. Proyectó su mente sobre cada sensor, hasta que consiguió llegar al ordenador que controlaba todo el sistema de vigilancia. Dejó que su mente se acostumbrara a los impulsos eléctricos de las máquinas y fue asimilando su funcionamiento para ver y oír todo lo que ocurría en el piso de arriba.
Cuando Lion hizo la siguiente llamada, oyó algunas frases: «Creo que está bien... Escucha música. Sí, está tranquilo. Los sensores funcionan bien podría vigilarlo sin tener que estar aquí. Cooper me ha avisado de que está cansado y no quiere volver a doblar turno... Te dije que estaba teniendo problemas para cubrir todos los turnos».
La frase: «escucha música», le dio una idea a Reflex. Transmitió la música de su mente al ordenador y le fue añadiendo nuevos sonidos. Después intentó que el ordenador creara variaciones armónicas, pero no le gustó el resultado. Buscó cómo crear música usando múltiples sintetizadores y añadió un cuadro de mezclas.
Ahora pidió a Iron que usara los programas recién incorporados a su sistema para improvisar música a partir de la melodía de su mente. Cuando lo consiguió le dio indicaciones para que fuera cambiando modos y escalas. Luego lo programó para que sólo guardara los resultados que se ajustaban a sus preferencias y lo puso en un bucle infinito. La música era el único medio que tenía Reflex para lidiar con sus tormentas internas, pero ahora además podría usarla para llevar a cabo un plan.
Estuvo trabajando con el dron que Lion había dejado y con la tablet de Lucy. Tenía que darse prisa porque todo dependía de lo que Lion tardara en volver. La siguiente llamada de Lion se produjo al anochecer. Pero ya estaba casi listo. Interceptó la llamada y en cuanto Whitaker contestó, la música grabada interfirió en la comunicación. Lion probó otros canales, pero en todo el ancho de banda solo recibía música como respuesta.
Whitaker y Lion estaban casi aislados, y los frenéticos intentos de reestablecer la comunicación empezaron a dejar un rastro que Reflex convirtió en un punto de luz en un mapa. Lion estaba en un lugar en medio del mar de hielo. Reflex recordó todas referencias previas del lugar porque había explorado las búsquedas de Lion en Internet, pero tenía que asegurarse. Escaneó el móvil de Whitaker, hasta que encontró fotos recientes bajo la etiqueta: «Isla del Magort».
Reflex sabía la historia de esa isla, porque «Magort» fue la primera palabra que consultó Lion en el ordenador del ático. Ahora gracias al móvil de Whitaker también tenía fotos de los acantilados, de la cueva y del faro. Recordó la frase periodística: «... un lugar remoto donde ningún hombre osaría aventurarse». Eddy no había podido llegar a la isla en su último viaje y los mensajes de Lion no dejaban lugar a dudas: Murdock y sus hombres habían sacado todo el MetalGlass. Ahora no quedaba nadie en la isla, y lo único que querían todos era alejarse y no volver nunca más.
Reflex valoró las corrientes marinas y la climatología de aquella región, y sacó la conclusión de que el acceso a la isla podría cerrarse en cualquier momento. Lion había tenido que dar un largo rodeo para encontrar una entrada por mar porque no sabía el lugar exacto, pero ahora estaba claro en el mapa y se podía viajar en un avión especial de despegue vertical como el que había usado Lion para ir a Winterlander... Reflex concluyó que ese podía ser un buen lugar para él, porque nadie lo iría a buscar en la Isla del Magort.
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REFLEX
Science FictionSiempre que nos acercamos a una ventana miramos a través de ella, pero nunca nos fijamos en el cristal. _ 2021© -2024© Safe Creative