julián despertó creyendo que era un día como cualquier otro.
no. la puta madre.
apenas abrió los ojos, un dolor de cabeza le rompió la cabeza en dos. pensaba que se lo merecía, que estaba por morir.
se levantó como pudo de su cama, y salió hacía el living.
obvio que no se espero encontrarse con alexis y paulo, uno en el piso acurrucado contra la alfombra, otro en el sillón (te podes imaginar quién), y por último, tucu, apoyado sobre la mesada de la cocina, tomando mate y comiendo de un paquete de pepas.
—¿qué hacen estos acá? —preguntó julián, acercándose con una mueca. abrió una alacena y sacó de un tarrito el ibuprofeno.
—me dio paja ayer llevarlos a la casa, yo tampoco estaba genial para manejar. —admité joaquín, encogiéndose de hombros mientras julián terminaba por tomar la pastilla. —les dije que se queden.
julián asintió. —¿y licha?
—por ahí muriéndose.
sonrió.
y después se acordó lo que había pasado ayer.
se apoyó contra la mesada, masajéandose la sien mientras se acordaba de a poco lo que había pasado el día previo. ¿se podía ser tan pelotudo? no, ese título parecía estar reservado para él.
no sabía qué iba a hacer. quizás tendría que hablar con leandro y pedirle perdón a él por lo que pasó. inclusó si paulo pidió perdón en su lugar, él también tenía que ser responsable de la cagada del día anterior.
—no sé que voy a hacer.
—ya fue, juli no te mates. pasó y ya fue, estabas en pedo.
—igual siento que no tiene justificación. al final le tiré el pelo a una mina solo por... —julián cortó lo que iba a decir.
—¿por...? —joaquín la siguió, tomando de la bombilla del mate.
—por celos. —dice, y el contrario lo observa extrañado.
—por celos.
—por celos.
—por celos, los voy a matar por celos, pedazo de pelotudos. —habla una voz desde el suelo, y julián mira sobre su hombro para ver a paulo, que se va incorporando de a poco. —podrían hablar un poco más bajo, todavía hay gente durmiendo.
de acá a la china se vé que esta todo contracturado.
—mirá, estás en mi casa, paulito. —dice joaquín. —si querías podías venir a dormir conmigo en cucharita, pero preferiste el piso.
el de ojos claros se termina de incorporar y se acerca a la mesada. se refriega los ojos y se roba una galletita del paquete. se queda unos segundos, comiendo en silencio hasta que una sonrisita aparece en su boca; julián lo nota enseguida.
—andamos contentos, ¿no? —preguntó joaquín, que también había notado la felicidad de su amigo.
paulo agarró el mate que tucu se había cebado para él, y se hizo el boludo.
—vos, ju? estás bien?
—además de sentirme un pelotudo, sí, estoy bien. —admitió.
—bue, ya fue. salimos una vez cada mil años. —habló tucu, intentando dejar el tema atrás.
—prácticamente salimos todos los findes.
joaquín hizo una cara como diciendo detalles.