Viernes - Mañana
—Vení, pasa.
—Hola, lindo, ¿como andas? —lo saluda la morocha, acercándose para darle un beso en la mejilla mientras se adentra al departamento.
—Todo bien, ¿vos? —pregunta Enzo siguiéndola atras. La chica se desploma en el sillón, tirando la cabeza hacía atras.
—Bien, ahora que estoy con vos. —Dice, y Enzo se le sienta al lado.
—Ella tan linda. —Respondé Enzo, acercándola a él, enroscando un brazo por su cintura.
La chica sonrié, escondiéndose en sus brazos. —Solo porque tengo a uno lindo al lado mió, obvio.
Enzo le devuelve la sonrisa. Abril lo agarra por la mandíbula y lo acerca aún más para poder juntar sus labios en un beso con mucha lengua. El de tatuajes la levanta por la cintura y la posiciona arriba de él.
Entre todo, el celular de Enzo empieza a sonar y vibrar al mismo tiempo. Mensaje tras mensaje le llega, y él no tiene ni ganas de atender. Pero a Abril se le hace molesto, y se separa por un segundo, estirándose hasta el apoya brazos del sillón y agarrando el celular.
No llega a siquiera prenderlo que Enzo se lo esta sacando de las manos.
Abril se sorprendé ante esto, y el morocho bufa mientras lee los mensajes que le acaban de llegar.
—¿Quién es? —pregunta.
—Leandro. —Respondé sin expandir mucho. La morocha todavía no parece muy convencida.
—¿Hay algo que no me estás contando?
Enzo sigué escribiendo mensajes por su celular. Espera a que Leandro le contesté, y la mira a ella.
—No. Solo que tengo unos amigos muy rompe huevos.
—Y conseguite otros. —A Abril tampoco le llegan a caer bien los amigos de Enzo, y él siempre se la pasa quejándose.
—Yo la paso bien con ellos, lo que pasa es que ahora se agrandó el grupo y hay más.
Para ella, estas son noticias. Enzo no le había contado que se consiguió nuevos amigos.
—¿Los conozco?
—No, me parece que no. —Dice Enzo. Tan mentira no es, además, el único que Abril conoce es Julián, y Julián no es amigo de él. Fácil. —Los chicos se están consiguiendo ahí pareja, entonces los traen.
—¿Y a mí por qué no me llevas?
—Es que son todos hombres, Abru, no quiero que te embolés.
Abril abré la boca y sus ojos se agrandan. Apoya sus manos sobre los hombros de Enzo, acomodándose sobre él y causándole cierta molestia que la chica sabe muy bien de que se trata.
—Sí, definitivamente, Enzi. Te tenemos que conseguir nuevos amigos.
Enzo la mira con una mueca, no muy convencido. —¿Por?
—Amor, si vos te la pasas rodeado de putos, la gente va a creer que vos también lo sos. —Explica la chica, como si fuera obvio.
Enzo lo piensa, y sí, sabe que Abril quizás lleva algo de razón. Pero no por eso se va a separar de sus amigos; puede ser homófobo hacía si mismo—en el sentido de que él jamás podría imaginarse ser puto y le genera repudio—, pero con sus amigos nada que ver.
—Los conozco hace un montón, Abril. No los voy a ir a cambiar de un día para el otro.
Abril levanta las manos como si se estuviera rindiéndo. —Yo solo te lo decía, vos después elegís. Dale, terminá de mandar mensaje. Te espero en el cuarto.