Miércoles 3 De Noviembre
Enzo recién estaba terminando de procesar el hecho de que era gay... O como Lean le había dicho, bisexual—solo por Julián, porque nunca se había sentido atraído a su mismo género antes que el cordobés.
Era para meditarlo, el hecho de que un castaño de ojos marrones, y acento marcado, había conseguido que Enzo cuestione su sexualidad—cuando él siempre estuvo seguro de que solo le gustaban las mujeres.
Le costaba terminar de entender lo que veía de lindo o atractivo en Julián, pero simplemente era así. Le gustaba tenerlo cerca, que puedan verse seguido—y en parte por eso se ofrecía a cosas como llevarlo a la universidad—, le gustaba cuando se jodían mutuamente y se reían juntos. La simple idea de verlo le hacía sonreír y cambiar su humor.
Dios... sí... le gustaba Julián Álvarez. No había duda sobre eso.
Enzo creyó que ir al laburo lo iba a ayudar a escaparse un poco de sentirse tan perseguido por su cabeza. Él ya había aceptado que le gustaba Julián, pero había una parte profunda de él que intentaba alentarlo a hacer algo, a hablarlo, a confesarse.
Pero todavía tenía dos meses para poder hacer eso.
No pudo seguir pensando, porque en el presente y en la vida real, observó como Abril se adentraba al supermercado. A Enzo le extrañó esto, porque ella jamás aparecía ni nada, pero por lo que se veía de fuera, estaba muy enojaba.
Se giró a verla mientras se aproximaba a él echando humo.
Si era sincero, no tuvo las ganas de hablar con ella. El desayuno que le había prometido días previos fue totalmente olvidado, y no habían intercambiado muchos mensajes—sobre todo, Enzo no le había respondido.
Cree que se merecía la cachetada que golpeó contra su rostro, pero no sabía por qué su... ¿Novia? Era quien lo había golpeado.
Enzo sostuvo su mejilla, respirando e intentando acumular paciencia, contenerse de decir o gritar algo que no debería.
—¿Qué pasa? —preguntó, intentando ser bueno. —¿Qué pasó? ¿Qué hice?
Abril parecía no querer calmarse, y como siempre, hizo una escena digna de película en el medio de su laburo.
—¿Por qué no me lo decís vos? —dice, y antes de que Enzo pueda continuar, un celular aparece en su cara.
Un video se reproduce en la pantalla. Él está en el video, Julián, y el amigo de Abril también. Se ve perfectamente como Enzo se acerca a la situación e intenta empujar al chico. Se pueden escuchar los comentarios de mierda que hizo con respecto a Julián, y finalmente la piña que Enzo le clavó en la cara.
Se le da por querer sonreír cuando puede observar como sus nudillos dieron de lleno con la nariz y boca de aquel pibe. Pero no le dura mucho, porque todavía tiene que dar "explicaciones" a Abril.
Igual no había mucho que explicar.
—Enzo. —Dice la chica, y el morocho se obliga a verla a los ojos. —Me mentiste. Ese día me dijiste que te ibas a quedar en tu casa porque estabas cansado. ¡Y mira! No solo saliste con todos tus amigos, uno más puto que el otro, ¿sino qué también se te dio por armar pelea con uno de mis amigos? ¿Vos lo haces a propósito, no?
Enzo dejó de escuchar en cierto momento. No solo el hecho de que llamó a todos sus amigos putos le molestaba, sino también que estaba defendiendo al pibe que no había tenido vergüenza en manosear a Julián.
—Abril, escúchame una cosa. —Empieza Enzo. —¿Vos no escuchas lo que ese pajero le dijo a Julián? ¿No entendés lo grave que pudo haber sido si yo no me ponía en el medio? No te da... no sé... ¿Repugnancia el ser amigo de un ser como él? Es un pajero que espero que jamás tenga la oportunidad de tocar a nadie nunca más.