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Julián se despierta de su sueño más largo a las 2 de la tarde. Escucha golpes en la puerta y no tiene que ser adivino para saber quienes se encuentran afuera.
—Arriba, dale, que ni te levantaste. Te salteaste el desayuno, mate, y almuerzo. El día está hermoso. —Le informa Joaquín como si fueran las noticias diarias que pasan por la televisión y él no estaba enterado.
—Déjate de joder y vamos a hacer algo. —Se suma Licha, acercándose y pegándole palmadas por todo el cuerpo para despertarlo.
Julián lo único que hace es hundirse más contra la almohada, tapándose completamente. De repente, siente todo el calor del mundo cuando sus amigos apagan el ventilador que lo había mantenido feliz toda la noche, cuando estaba tranquilamente acurrucado entre sábanas.
—Dale, no podés quedarte así. —Repite Joaco, sacándole la frazada de encima y haciendo que el chico se queje porque quería vivir todo el día en su habitación y hacerse uno con la cama si era posible.
