Apenas Nicolás estaciona el auto afuera, hay algo que a Alexis no le cierra. Tiene una expresión diferente, como si hubiera algo más además de pasar un rato más juntos antes de que su casa se inunde de gente y se quiera matar por tener que ser una criatura socila.
Puede que tuviera que haberlo analizado más.
Por ejemplo, debería haber tenido la certeza de que en su calle había más autos estacionados que de costumbre, pero por su cabeza, eso fue irrelevante por el hecho de que estaba totalmente en otra.
Se acercan a la casa, y Alexis va a abrir la puerta, pero se da cuenta de que ya de por sí, se encuentra medio abierta, como si alguien estuviera ahí.
Se gira a mirar a Nicolás con los ojos abiertos, acusándolo de algo—porque todavía no está muy seguro el qué.
—¿Qué hiciste? —pregunta, apuntándole con el dedo como si lo estuviera retando.
El otro levanta las manos, rindiéndose.
Nada de esto ayuda a Alexis a entender más la situación.
—Es parte de tu sorpresa. —Termina diciendo Nicolás, apoyando su mano en la puerta, abriéndola de a poco mientras el otro considera salir volando porque tiene miedo de lo que puede encontrar al otro lado.
Sin embargo, una vez la puerta está totalmente abierta, se relaja.
Es prácticamente asfixiado entre tres, quizás cuatro personas que entran en su espacio personal, atrapándolo en un abrazo mientras le dicen feliz cumple en el oído y el se quiere matar, pero de felicidad ahí mismo.
Cree que está a punto de llorar en algún momento, pero se aguanta las ganas y a cambio, abraza a todo el grupo que lo tiene apretujado y sonríe mientras agradece los saludos de todos.
No sabe por cuánto tiempo está ahí, pero el abrazo en sí se le hace corto una vez se separan.
—¡Feliz cumple! —Repite Paulo contento y lo vuelve a abrazar individualmente, y Alexis le devuelve el gesto. —Te quiero un montón, te mereces todo lo bueno, Ale. ¿Sabés que esto lo pensó todo Nico, no?
Cuando se separa y observa sobre su hombro, Nicolás se hace el boludo, como si no tuviese idea de lo que hablan. Alexis le envía una mirada furtiva, pero vuelve a abrazar al resto de sus amigos, haciendo una nota mental de que podría hablar con él más tarde.
Julián es el siguiente que se tira hacía él y casi caen los dos al piso. Enzo está cerca de ellos, pero echado hacía atrás, sus manos atrás en su espalda como si estuviera escondiendo algo.
El morocho elige acercarse a Alexis después de que se salude con los demás e intercambien un par de palabras. Se para frente a él, pero a diferencia de los otros, no lo abraza ni nada parecido.
Alexis lo mira. Su felicidad sobrepasa demasiado cualquier enojo o molestia que Enzo le pudiera causar, entonces, le sonríe a él también y recibe el mismo gesto del contrario.
Sin embargo, no se esperaba que Enzo diera unos pasos hacía adelante, revelando lo que tenía en sus manos, y poniendolo en la cabeza de Alexis.
Eran unas orejitas de Mickey con un sombrero azul, un par de estrellas blancas y una luna del mismo color—representando al ratón de la película Fantasía, de Disney, obvio.
Se sorprende cuando la vincha aterriza en su cabeza, y como Enzo no se la puso muy bien, termina por acomodarla detrás de las orejas para que no se le caiga.
—Feliz cumpleaños. Ese es mi regalo, te voy avisando. —Dice Enzo en un tono más cómico. —No es Dumbo, pero es Disney. Espero que te guste, feliz cumple.
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