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La alarma suena no más de dos horas después.
Qué día de mierda. Eso ya era seguro.
Julián se despierta, estirándose mientras se acerca a apagar la alarma. Agarra el celular y la apaga, y sin más, se vuelve a desplomar en la cama, muerto de sueño. Ni siquiera recuerda como terminó ahí. Según él, no llegó a tocar el colchón que ya estaba en el quinto sueño de la noche.
Estaba seguro de que cuando volviera de la facultad, se iba a dormir hasta el próximo día.
Se levanta de a poco, apoyando los pies en el piso. Bueno, eso creía, porque sin darse cuenta, está tocando algo que había en el piso.
Abre más los ojos, sintiendo que le falla la mirada cuando se encuentra con un CUERPO en el piso, acurrucado con una frazada, de almohada, tenía una remera y un buzo. Hace falta aclarar, que la remera y buzo eran del que estaba durmiendo, ergo, aquel hombre estaba en cuero y revelaba todos los tatuajes que cubrían su espalda.
Julián tomó un suspiro tan fuerte que se volvió a tirar en el colchón, poniéndose la almohada sobre su cara mientras se calmaba. Sentía que podía gritar.
