la tarde se había ido picanteando. desde los comentarios de enzo, julián había empezado a acumular muchas ganas de matarlo.
no era porque los comentarios lo hicieran sentir mal, sino porque la patada se la venía ganando desde hace bastante tiempo, y él se había guardado todas las ganas y solo había festejado un gol en un momento frente a enzo, y nada más.
pero en ese momento, con la lluvia y el ambiente un poco más familiar y amistoso, las cosas eran diferentes.
ya venía patinando desde hace un rato. la cancha estaba toda embarrada, al igual que la ropa que había prestado de cuti. el barro subía por sus piernas y llegaba hasta su espalda, y se sentía un asco.
en ese momento, enzo se le acercó. a julián le hacía creer que estaba obsesionado con él, no paraba de seguirlo, y sobre todo dirigía los comentarios hacía él. julián, por su parte, intentaba hacer un comentario parecido o rodar los ojos y no darle importancia.
—¿ya te querés ir a tu casa? —preguntó haciendo un puchero. —¿el nene tiene noni?
julián se quiso matar ahí mismo, porque por mucho que se lo dijo de joda, la cara de enzo le estaba dando entre amor y ternura, y recordaba porque fisícamente le atraía tanto.
—un poco más y voy a creer que te gusto. —mencionó julián, dejando sus manos sobre sus caderas mientras enzo se acercaba con curiosidad. —¿no tenés otro para joder?
—sí, pero vos jodiste primero.
—ja, te haces el superado y tenés una bronca, chabon. —dijo julián negando con la cabeza.
enzo lo ignoró. pronto se volvió a enfocar en el juego y se dió cuenta que joaquín le había hecho un pase a julián, el cúal seguía distraido. lo interceptó, y le guiño el ojo.
—dormiste.
siguieron y siguieron, esta vez, juli muchísimo más despierto y con la mirada sobre enzo en cada cosa que hacía.
se limitaba a ir a correr a nahuel, pero fua, una vez tenía a enzo enfrente con la pelota lo quería pasar por encima como si fuera un tractor. todos lo habían notado, hasta el propio enzo, que intentaba hacerse el canchero y lo boludeaba.
pero llegó un momento en el que perdió la paciencia, y las cosas dejaron de tener sentido.
enzo se pasó adelante de él, robandole la pelota y, en el camino, haciéndole un caño. en sus oídos, se escucharon aplausos y gritos felicitándolo al otro pelotudo, que se giró sobre su hombro para guiñarle el ojo.
en ese momento, lo único que pudo ver fue rojo y su cuerpo prendido en irá.
se dió la vuelta, tomando un suspiró y acelerando hacía enzo—quién para este momento ni siquiera tenía la pelota—y sin pensarlo dos veces, se tiró al suelo, y terminó por patearle la pierna a enzo.