—Chau Licha. Mejorate. —Le desea Alexis una vez su amigo se termina por bajar del auto. El contrario le agradece rápidamente por traerlo y se va hacia el edificio.
Alexis no comprende que pasó. Se fueron un rato antes, porque Lisandro dijo que se sentía mal y quería volver a su casa, él lo tomó como la oportunidad de irse antes de tiempo. Por su parte, a Alexis se le estaba gastando la batería social.
Apoyó la cabeza contra el volante. Se quedó así por unos segundos, pensando, hasta que por fin se le ocurrió algo.
Sacó su celular rápidamente, y buscó entre sus contactos.
No le tardó nada llegar hasta la casa de Nicolás. Se conocía el camino de memoria de todas las veces que había ido.
Si no iban a una casa, iban a la del otro. Era así de fácil arreglar algo con él.
Podría mandar mensaje a las dos de la mañana y si seguía despierto, le dejaba venir a ver una película o hablar boludeces. Igual nunca había llamado tan tarde, pero sabe que al otro no le molestaba para nada.
Llegó hasta la puerta de su departamento, con un tapper y una bolsa en la mano. También se podría haber llevado algo más, pero no le dio manguear tanto en el asado. Él tampoco había llevado nada, además de las galletitas de Dumbo que no compartió ni en pedo.
La puerta se abrió sin siquiera necesitar tocarla, y Nicolás se alegró por verlo. Lo invitó a pasar y Alexis dejó el tapper sobre la mesa.
—Uh, no sabes. Las chocotortas me re cuestan hacerlas, ¿dónde la compraste? —mencionó mientras sostenía el tapper.
—El amigo de Leandro tiene una panadería. Medio humilde el pibe, pero la verdad cocina bastante bien.
—¿Mejor que yo?
—No. Él solo hace repostería y panadería, después lo demás no sé. Vos ya sabés que me gusta lo que vos cocinás. Y gracias, por las galles. —Le responde, sentándose en una silla y sacando de la bolsa las galletitas que el contrario le había hecho.