Viernes 5 de Noviembre
Nadie nunca lo había atendido tanto como en ese momento.
Sin decir más, andaba estresado.
Por mucho que se encontraba en la casa de Lautaro, compartiendo un tiempo, incluso sin estar hablando mucho con él porque estaba estudiando, agradecía mucho poder compartir la habitación con él sin necesidad de estar conversando todo el tiempo.
Tenía todo lo necesario para estudiar en el escritorio del contrario, y Lautaro estaba atrás de él, tumbado en la cama y con auriculares puestos mientras escuchaba una serie y dejaba que Joaco se concentrara en su estudio.
No entendía muy bien que hacía estudiando un viernes, pero como nunca estudio en su vida, no preguntó.
Joaquín venía bufando de vez en cuando, pegándole puteadas al material y diciendo que la carrera que había elegido era una mierda. Lautaro lo podía escuchar, pero solo sonreía porque la verdad, le generaba gracia ver como el otro creía que todo era una desgracia.
En un momento, se levantó y se fue hasta la cocina sin que Joaquín se enterara, y después volvió con masitas y café, dejándoselo al costado de todos los papeles y computadora que estaban sobre el escritorio.
—Gracias. —Musitó el contrario, sonriendo por la primera vez desde que había comenzado a estudiar.
—Tranca. —Dice Lautaro, y apoya su cabeza sobre la del contrario, abrazándolo por el cuello. —¿Qué onda el estudio?
—Horrible. Soy un desastre.
—No digas eso, solo lo decís porque son finales.
—También, y porque me quedan mínimo tres años más.
—¿Por?
—Es derecho. Son como seis, siete años. —Dice, puteando una vez más porque la carrera que eligió justo tiene muchísimos años. Pero todo por ser lo que él quería en un futuro...
—Ah... —continúa Lautaro, sin saber muy bien que decir. —Igual ya no te queda mucho para este año. Ya lo terminas, tenés todo el verano libre, y después se vuelve, pero ya está. A la larga vale la pena.
—Ya sé. Igual a veces me agarra algún brote que me dan ganas de mandar todo a la mierda. Quemar todos los papeles y usarlos para un asado.
—Te entiendo. —Dice, incluso cuando no tiene idea de como es estudiar porque jamás lo hizo ni lo piensa hacer.
Mueve la cabeza para dejarle un beso en la frente, a lo que Joaquín cierra los ojos y se tira hacia atrás. Ahora mismo no quiere nada, quiere dormir una siesta y si puede ser, con Lautaro.
—La verdad que estar acá no me termina a ayudar a estudiar...
—Qué feo que me digas eso. —Replica medio ofendido, pero igual sonríe porque sabe que el otro se lo dice de joda. —Encima que te atiendo.
—Justo por eso... Sos demasiado bueno.
Efectivamente, Joaquín deja el estudio para más tarde y se termina tirando en la cama de Lautaro, acostándose boca abajo y escuchando de a ratos lo que el chico al lado de él dice. Puede escucharlo, incluso cuando cierra los ojos y siente que está por dormirse.