Cuti releyó el mensaje de su amigo al día siguiente. Suspiró pesadamente, grabando las palabras de Enzo en su cabeza.
¿Qué se metía? Eso lo primero. El pibe no tenía idea de lo que había pasado. Además, él no le debía ningún favor a Enzo. Se podía ir bien a cagar—con amor, porque no dejaba de ser su amigo y le tenía cariño.
Literal, Cuti no se había vuelto a comunicar con Licha después del tema en el asado. Si algo había pasado, no era culpa de él, eran todos mambos del otro.
Él tenía derecho de estar enojado, de no querer hablarle porque le mintió en la cara repetidas veces. Se metió con su mejor amigo, y encima esperaba que cuando se enterara se lo tome con calma.
Así no funcionaba, y él no quería darle más cabida al tema. Quería olvidarse, si era posible.
Estaba juntado con Paulo, Nahuel y Leandro en el McDonald's donde el último trabajaba. Habían quedado ahí para almorzar, por la simple excusa de hacer algo.
Enzo también pasaba de vez en cuando por ahí, porque se había pedido horas extra. La última vez que pasó, dijo que se iba a tomar sus cuarenta minutos de descanso y los iba a pasar con ellos.
Enzo estaba raro. Eso no hacía falta aclararlo, Cuti lo sabía.
Pero quizás TODOS estaban raros. El grupo completo no se juntaba, se iban en grupitos o parejitas, no se mandaban mensajes al WhatsApp, y con suerte tenías la oportunidad de cruzarte a los otros en la calle.
Cuti hasta ese entonces, se había juntado más con Nahuel—porque era su mejor amigo y el chabon no sabía lo que era ser independiente—y la nueva parejita.
Se podría decir que ellos estaban re contentos, y sus amigos también lo estaban por ellos. No había ninguna dinámica diferente entre la pareja, solo a Lean se le veía más animado y confiado; era lindo de ver.
Joaco y Lautaro se juntaban mucho juntos y normalmente los encontrabas en el café donde labura el Toro por la tarde, cuando Tucu ya salía de la facultad. Phil salía y posteaba cosas a todos lados, mostrando que estaba con Julián. Enzo aparecía cada tanto, y más o menos hasta ahí.
Bueno, Alexis ni figuraba, pero eso no hace falta ser un genio para entender.
Ahora mismo tenía a la parejita enfrente, con Leandro pasando un brazo sobre el contrario. Tenía a Nahuel al lado, y Cuti ya había perdido todo lo que sea la conversación.
—No sé. —Dijo Paulo, haciendo una cara de que no tenía idea.
Cuti tampoco tenía idea de lo que hablaban.
Por suerte, no tuvo que pensarlo mucho porque justo llego Enzo, llevándose la atención de todos mientras sacaba una silla de otra mesa, dejándola al revés y sentándose con las piernas a cada lado del respaldo de la silla.
—¿Qué cuentan?
—Nada. Un aburrimiento total. —Dijo Leandro.
—¿Querés irte a trabajar?
—No gracias.
—Ah, menos mal. —Rodó los ojos Enzo, e inclinó la cabeza, viendo a Paulo. —¿Qué onda vos? Ya te vamos a tener que sumar al grupo.
—Me cambiaron. —Responde el cordobés casi ofendido, cerrando los ojos como si fuera un drama. —No, mentira. Igual los veo todos los días a los otros.
Lean se gira a mirarlo, haciendo un gesto con la cabeza. —Más o menos.
—Sí, bueno. Últimamente, no tanto, es verdad. —Le da la razón.
