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—Ya sabía que tenía que no haber venido. —Se queja Alexis por decimoquinta vez desde que están ahí.

Se la pasó cagando a pedos a Leandro, preguntándole quién se creía que era, insultándolo de vez en cuando, hasta que Paulo le dijo que se tranquilice y se vaya a sentar.

El colorado había traído una bolsa, y todavía no se la había dado a ninguno de los dos ahí presentes. El cordobés no sabía lo que guardaba, pero la sostenía como si fuera su vida.

—¿Qué tenés ahí, Ale? —preguntó Paulo después de un rato, intentando cambiar de tema.

El chico miró hacia el otro lado, y si Leandro no se equivocaba, se estaba poniendo rojo por algún motivo. Se acercó, y le sacó la bolsa que tenía en las manos mientras estaba distraído.

Cuando Alexis lo quiso perseguir, él lo paró, y abrió la bolsa antes de tiempo. Lo que había adentro lo confundió, hasta vio lo que había correctamente y se puso a reír.

—Aw, son muy lindas. —Dijo. Sacó un tapper de la bolsa, y adentro había galletitas que estaban decoradas con cosas de Dumbo. —¿Quién las hizo?

Alexis le sacó el tapper de las manos a Leandro, quedándoselas él y abrazándolas. —Nadie. Las compré.

Su tono no parecía muy seguro.

—¿Las trajiste para comerlas?

—No.

—¿Entonces?

—... Nada. —Dijo, ignorando el tema.

Leandro rodó los ojos, ignorando el tema. Justo, en ese momento, se giró hacia la puerta, y vio como Lautaro, Joaquín y Lisandro se acercaban.

 Justo, en ese momento, se giró hacia la puerta, y vio como Lautaro, Joaquín y Lisandro se acercaban

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Paulo fue a abrir, mientras Alexis volvía a esconder su caja con galletitas en la bolsa

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Paulo fue a abrir, mientras Alexis volvía a esconder su caja con galletitas en la bolsa. La separó del lugar, y por mucho que el de ojos azules se percató, no le dijo nada. No se quería meter, ya de por sí, Alexis parecía no estar mucho en la onda.

Mentira, nunca estaba en la onda.

Lautaro llegaba con dos botellas en su mano de anda a saber qué. Leandro conocía su costumbre de hacer quilombo antes de tiempo, y parecía que tenía todo un laboratorio en su casa, porque las mezclas que lograba hacer entre ochenta bebidas alcohólicas podían dejar a cualquiera en K.O.

CARREFOUR ~ julienzo auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora