Leandro termina por agarrar dos vasos con Sprite. Su pareja le había dicho que no quería tomar más, entonces lo mejor era seguir con algo que no lo mareara tanto y le dejara el estómago revuelto.
Tenía a Enzo al lado, medio inquieto. No sabía muy bien que había visto, pero estaba muy pendiente de sus alrededores.
Se encogió de hombros.
—Vamos, dale. —Dice, dándole un codazo como puede. Enzo asiente y lo persigue.
Desde lejos, Leandro ya sabe donde está Paulo. Al parecer, el chico terminó por encontrar a Nahuel y ahora está hablando con él.
El de ojos claros le pasa los vasos a Enzo, con la idea de sorprender al chico.
Se acerca por atrás, y apenas está al lado de él, lo abraza por la espalda.
Quizás espera una reacción diferente, algo diferente al silencio. Él sonríe, riéndose mientras se mueve para poder ver a Paulo a la cara.
Para.
No era Paulo.
Abre los ojos y camina para atrás. La cara frente a él muy familiar. La reconoce de hace años. Siente que el mundo se le cae en la cabeza... Había hecho tanto para intentar olvidar todo lo que pasó, todo lo que hizo...
Nahuel no estaba hablando con Paulo, estaba hablando con Rodrigo.
¿Qué hacía él acá?
Sintió que de repente se sentía mal. La cara frente a él tampoco parecía estar contento de verlo, el chico lo miraba con casi miedo, como si estar frente a él fuese una tortura.
Para Leandro era peor que una tortura, sentía que había sido invitado a pasar las puertas del infierno y que, de a poco, lo estaban succionando adentro por la mala persona que era—que había sido.
Se dio la vuelta, sintiendo que la habitación lo sofocaba.
De lejos, reconoció a Paulo que miraba la situación enfrente de él, algo así como apenado, con confusión. Pero podía reconocer algo en esos ojos tan hermosos que tenía la suerte de tener en frente todos los días.
Él sabía.
Se había enterado, de alguna manera u otra. Estaba enterado de todo lo que pasaba.
Cada vez, sentía que todo se ponía peor.
No le quedó otra que salir de ahí. Buscó una salida cercana. Necesitaba aire, un espacio para respirar sin tener a tanta gente alrededor de él.
Corrió, buscando la salida y dejando la escena. Enzo parecía muy confundido, mirando entre toda la gente.
También había visto como se sumaba Licha, y por un momento, pensó en pedirle las cosas de la campera porque si no el contrario era capaz de desaparecer otra vez.
Observó todo el resto de la situación que desencadenó en quilombo. Paulo salió corriendo atrás de Lean, llevándose los ojos del nuevo chico con él, como si entendiera que el cordobés era algo especial del otro.
Además, se entendió que Leandro se había confundido porque los había visto a los dos en traje de ángel. Estaban vestidos demasiado similares, y a menos que tengas una regla para medir los centímetros que uno le sacaba al otro, de lejos, parecían la misma persona.
Rodrigo terminó por irse, él mismo se empezó a sentir mal y tuvo que salir de ahí. Enzo vio como se escapaba por la puerta trasera.
Él estaba tieso, no hacía falta aclarar. Se acercó hasta Lisandro, sacando sus cosas de los bolsillos y señalando a Nahuel, que estaba estático también, sin saber como reaccionar. ¿Qué hacer?