Capítulo 37

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—Tenemos que descubrir lo que pasa con Kai, ayudarle y luego podrás preguntarle lo que quieras, no creo que se niegue.
—¿Y tú en qué te beneficias? —quise saber.
Era extraño que Hiro tuviese tanto interés de repente. Hacía unos días no quería saber nada sobre Kai, lo odiaba, y tampoco tenía razones para querer ayudarme a mí.
—Bueno, ya te lo dije.
Levanté una ceja, instando a que siguiera. Hiro suspiró.
—En realidad estoy acostumbrado a estar con Kai, no puedo decir que lo eche de menos, porque no lo hago. Pero durante este tiempo me he dado cuenta de que quizás haya algo más. Yo también me equivoqué, mucho, pero me arrepentí. ¿No crees que el también pueda tener esa oportunidad de ser perdonado? —se sinceró.
—Supongo que si de verdad se arrepiente sí, ¿pero lo hace? —cuestioné.
—No lo sabremos hasta que intentemos algo.
Me hubiera gustado decir que no tenía ningún sentido, pero tenía toda la razón.

Le pregunté si tenía alguna idea, pero me dijo que solo se le ocurría una.
—Él no nos dirá nada, tenemos que espiarlo.
—Hiro, eso es acoso.
—¿Y lo que Kai te ha llevado haciendo tanto tiempo qué es?
Por una vez no pasaría nada. Pero tampoco deberíamos arriesgarnos.
—Deberíamos preguntarle primero.
Hizo una mueca.
—¿Preguntar?

Me costó convencerle de usar las palabras antes que actuar, pero acabó accediendo ya que no afectaría en nada intentarlo.

Nuestro plan acabó bien estructurado, con todas las posibilidades y soluciones.
En primer lugar preguntaríamos por el instituto si alguien sabía algo o había escuchado algún rumor.
Como nunca es bueno confiar en esas cosas, luego intentaríamos hablar con él y preguntarle directamente.
En caso de que no nos dijese nada, pasaríamos a la idea de Hiro. Lo seguiríamos hasta enterarnos de algo.
Y por último, buscaríamos la forma de ganarnos su confianza.

___

Desperté en mitad de la noche tras haber tenido una pesadilla.
Llevaba tiempo sin ocurrir, pero al despertarme no pude recordar nada.
Lo sentí, un repentino dolor, muchas luces, gritos, la respiración acelerada.

En cuanto abrí los ojos, la pantalla de mi móvil se iluminó.
«¿Vienes hoy?» leí.
Me froté los ojos y bostecé. Tenía mucho sueño.
¿No moriría por no ir un día verdad?

Mis dedos se encontraban en el teclado, apunto de responder negativamente a aquella pregunta, cuando me llegó otro mensaje.
«Te echo de menos».
Me arrepentí de inmediato y borré todo.
«Dame cinco minutos» respondí finalmente.

Mi corazón latía tan rápido. Como si estuviera hablando con la misma persona de mis sueños.
Nos habíamos visto el día anterior y aún así me había dicho eso. ¿Por qué me hacía sentir así?

Tal y como le dije, no tardé más de cinco minutos en aparecer allí. ¿Cómo se me habría ocurrido decirle que no a You?

Caminé sola en dirección al banco de siempre, cuando noté que ella aún no se encontraba allí.
Apenas llegué a mi destino escuché algunos pasos detrás de mí. Entonces unas manos taparon mi vista.
—You, ¿qué haces?
—Oh, no pensé que me hubieras visto. —se rió.
—No lo he hecho.
Me giré sonriendo.
Ese día se veía diferente. Algo más animada.
—Hoy pareces feliz, ¿ha pasado algo bueno?
You negó con la cabeza.
—Simplemente he estado pensando. Aún no soy feliz pero creo que puedo llegar a serlo. Quiero serlo —admitió.
—Siento no haberte podido ayudar ayer. Parece que estás viviendo situaciones complicadas.
You me sonrió.
—Me ayudaste más de lo que crees.
Sus palabras me animaron un poco. Aunque me gustaría poder ayudarla mucho más.
—¿Has sacado tus propias conclusiones? —me interesé.
—Creo que tengo la respuesta a una de las preguntas que te hice ayer.
La miré con curiosidad.
—¿Cuál?
—Te pregunté hasta que punto era perdonable un error. —asentí. —Pues para perdonar a alguien, esa persona debe arrepentirse de verdad y demostrarlo ¿no?
—Supongo que sí.
—Entonces según lo grave que sea el error, debe compensarlo a través de sus acciones. Pero me pregunto, ¿cómo se puede compensar algo muy grave?
—¿Qué entiendes por muy grave?
You bajó la mirada.
—Algo que tú no perdonarías, por ejemplo —respondió.
El insomnio traía sus consecuencias. ¿Esas serían las conversaciones que tenía consigo misma todas las noches?
Sentía tanta curiosidad por saber qué estaba viviendo.
—No sé si perdonaría algo que no he pasado —me sinceré. —Pero supongo que lo primero es admitir el error y disculparse. Y luego demostrar que te arrepientes de verdad.
—Ya, eso creo.
El ambiente se tornó silencioso. Ambas nos sentamos en el banco, más cerca de lo normal.

Desde el día anterior también sentía que algo era distinto.
Quería estar cerca de You, y ella al igual parecía quererlo. Una tensión nueva apareció entre las dos, la misma que teníamos en mi sueño.

—¿Sigues sin poder dormir? —decidí romper el silencio. Ella asintió. —¿Y sabes por qué tienes ese problema?
—La culpabilidad supongo. No puedo dejar de pensar.
—¿Realmente te arrepientes no?
Sentía algo de pena por ella. Lo estaba pasando mal.
—No sabes cuánto.

Sentí un escalofrío cuando colocó su mano encima de la mía. Casi la aparté de la sorpresa, pero pensé antes de actuar y me quedé inmóvil.

___

Al despertar sentí algo húmedo chocando contra mi lengua. Me costaba respirar. Mi cuerpo presionaba contra el de alguien más.
Era You.
Me alejé y abrí los ojos en un intento de entender la situación.

—Oh, lo siento —se disculpó rápidamente. Se alejó más tras mi repentina reacción. —Perdón, creo que lo llevé muy lejos.
Estábamos en su habitación.
—No, no te preocupes, solo estaba sorprendida —traté de explicar.
—No, está bien si no quieres —dijo en respuesta.
Era agradable, solo me tomó por sorpresa.
¿Qué hacía entonces? Ni siquiera sabía cómo habíamos llegado a esa situación.

Sentí el impulso de volver a besarla. Y por primera vez, lo seguí.
You parecía confundida.
—Sí quiero.
Tras decir aquello sonrió, volviendo a unir nuestros labios.
La intensidad aumentaba de nuevo. Esta vez no me alejé, y ella tampoco parecía querer hacerlo.
Me empujó suavemente para que cayera en su cama y me siguió sin romper el contacto.
Sentía como mi respiración se volvía pesada.
No fue hasta que su rodilla frotó inconscientemente contra mi centro que un gemido salió de mis labios.
You se sorprendió, aunque no se alejó.
Poco después, la puerta de su habitación comenzó a abrirse.

You se alejó lo más rápido que pudo, antes de que su hermano apareciera tras la puerta.
—Azumi, ¿qué pasa? —preguntó rápidamente.
Su hermano se acercó a nosotras y se sentó en la cama, a mi lado.
Entonces notamos algo.
—¿Qué es eso que tienes? ¿Un dibujo? —quiso saber You.
Azumi agarraba una hoja de papel con las dos manos, ocultando lo que había en ella.
Tardó unos segundos en responder, pero lo hizo ofreciéndome la hoja. Lo miré sorprendida, era la primera vez que salía de él interactuar conmigo.

Era un dibujo, había tres personas cogidas de las manos.
—¿Quiénes son? —pregunté agradablemente.
No pensé que fuera a responder, pero para mi sorpresa, sí lo hizo.
—Tú, yo y mi hermana —nombró a la vez que señalaba en ese orden.
Nunca pensé que un dibujo mal hecho me podría hacer tan feliz. Aunque si yo lo estaba, a You le brillaban los ojos.
Abracé a Azumi sin pensarlo.
—Amo que mis dos personas favoritas se lleven bien —dijo You.

Mi visión se volvió borrosa y me empecé a marear.

___

Aparecí de nuevo en el parque.
Oh no, me había quedado dormida.
—Buenos días —escuché una voz a mi lado.
You seguía allí.
Bostecé y abrí los ojos para mirarla.
—¿Tenías mucho sueño no? Siento haberte hecho venir.
—No pasa nada. ¿Tú no has dormido? —quise saber.
—No.
—Lo siento, ¿cuánto tiempo ha pasado?
—Una media hora, no ha sido tanto.
You estaba actuando de forma extraña, me estaba evitando la mirada.
—¿Por qué no me miras? —pregunté.
Cuando tenía mucho sueño no había barreras que me impidieran ser directa.
—Nada, solo... Sueñas cosas algo curiosas.
Hice un repaso mental de mi sueño, no terminaba de entender que significaba eso.
—¿Cómo?
—Has hecho algunos sonidos —dijo, sin especificar demasiado.
Aunque esas palabras si me ayudaron a comprenderlo.
—Oh.
Sentí que me ardían las mejillas.
—No pero, no te preocupes, en serio. —esta vez me miró a los ojos. —Fue lindo.
¿A quién se le hubiera ocurrido decir algo así?
Ahora ambas evitabamos los ojos de la otra.
Un silencio incómodo se impuso entre nosotras.

—Debería irme. —me levanté.
—Está bien, nos vemos mañana —se despidió, notablemente nerviosa.
Salí corriendo de allí en cuanto You se dio la vuelta.
Debería haberme quedado durmiendo en mi habitación.

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