Capítulo 23

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—Oye Kanan-chan. —Chika llamó mi atención. —Mejor te llamaré mañana, hoy quiero descansar.

Mi cabeza daba vueltas a esa frase al igual que a todas las demás.
Sería un gran problema que Chika pudiera recordar a You, o que a este punto no pudiera hacerlo.

De por sí ya le estaba afectando bastante.

Decidí parar de pensar en ello, la ayudaría, pero no era algo en lo que hubiera podido hacer mucho.
Salí de la tienda de buceo, ya era de noche, pero no tenía sueño, más bien había otro tema distrayendome.

No tardé en comenzar a correr por la orilla, mis pies chocaban con la arena mojada haciendo de aquel ruido el único sonido audible por al menos aquella zona.

No tenía alguna idea de a dónde me dirigía, ni que quería hacer, pero supuse que mis pies lo sabían bien, puede que en el fondo yo también.

Aunque mis planes se destrozaron al ver a Mari sentada mirando hacia el mar.

—¿Qué haces aquí? —pregunté confundida.

Parecía más tranquila que de costumbre, por un momento cerró los ojos.

—Podría preguntar lo mismo —respondió abriendolos de nuevo al mismo tiempo que me miraba.

—No podía dormir —dije.

—Yo tampoco.

Nos miramos unos segundos más hasta que levantó su mano derecha para golpear el suelo repetida y levemente justo a su lado.
—Siéntate.

Hice caso a Mari y me senté a su lado.

—Oye Kanan —escuché que susurraba.
—¿Qué? —pregunté mientras giraba mi cabeza para mirarla a los ojos.

—Hacía bastante tiempo que no hablaba contigo a solas, ¿recuerdas cuando veníamos aquí? —siguió hablando animadamente.
Yo asentí.

—A veces salíamos contigo de noche porque no querías salir de día, "era demasiado feliz" —hizo comillas con los dedos en las últimas palabras.

Cuando mi abuelo murió a veces aunque lo intentaran me negaba a salir de día, había mucha gente con sus familias, muchos de ellos felices, era tan... nostálgico.

—Gracias.
Sentí que Mari me miraba sorprendida, cómo si hubiera dicho algo fuera de lo normal.

—Creo que nunca os lo agradecí ¿verdad? —dije.
Mari seguía mirándome fijamente, aún sorprendida, pero al mismo tiempo emocionada.

—Solo quería decir que me ayudasteis mucho, no sé qué habría hecho sin vosotras. Muchas gracias. —le sonreí.

Aún no había tenido ocasión de agradecerles a ambas, definitivamente se lo diría a Dia también.

—¡Kanan! —gritó con emoción mientras se lanzaba sobre mí para abrazarme, así acabando ambas en el suelo.

Generalmente me hubiera molestado por eso, pero esa vez solo quería devolverle el abrazo.

—¡Perdón! Sé que me dijiste que debía contenerme más, no me di cuenta —se disculpó Mari alejándose un poco de mí tratando de levantarse.

Entonces la cogí del brazo y la miré sin querer decir ni una palabra, esta vez fui yo la que la tiró hacia atrás en un abrazo.

—¿Kanan? —preguntó de nuevo sorprendida.
Entonces la abracé más fuerte.

—No tienes que contenerte conmigo, me gusta cuando haces ese tipo de cosas —admití.

No tardó en abrazarme tan fuerte como yo lo hacía.

—Te amo.
Aquellas palabras salieron de mi boca sin siquiera esperar que fuera a decirlas. Incluso me sorprendí a mí misma.

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