Y COMO DICE EL DICHO...

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CAPITULO 6
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Se levantó a la hora de todos los días, se preparó y partió a la universidad, regreso a casa bien entradas las cinco de la tarde para encontrarse con un no muy amigable albino esperando por ella, pues aquel día recibiría la dichosa lección de francés.

Para la sorpresa de ella el hombre no la condujo hasta el living sino a aquel cuarto al que moría por entrar, vio claramente como saco una llavesita un tanto antigua de su bolsillo y abrió la puerta, al ingresar a diferentes de la puerta y su llave todo era en extremo moderno, un enorme ventanal al espaldar del escritorio permitía que el lugar estuviera completamente iluminado, habían varias estanterías, una llena de libros, otra de carpetas y finalmente la última de folders que probablemente tenían documentos importantes en su interior, regreso en si cuando un leve carraspeó del hombre la sobresalto.

- Toma asiento- pide mientras el hace lo mismo. - Muéstrame tus asignaciónes- pide nuevamente mientras extiende su mano.

La joven sin más acato la petición hecha por el hombre quien en cuestión de minutos, luego de recibir el libro expreso su opinión al respecto.

- Parece que si estás mejorando- comenta con recelo.

- He estado practicando en mis tiempos libres- asegura mirándolo de forma expectante.

- Si hubieras estado dispuesta desde un principio quizás ya habíamos avanzado mas- alega con amargura.

- No lo hice porque honestamente no estoy haciendo esto por qué así yo lo haya decidido... Pero ya tu deberías saberlo - murmura con amargura.

Pero el hombre hace caso omiso a su comentario y se dispone a tomar la libreta para escribir algunas cosas, que luego le explico con calma a la castaña, una vez terminada aquella lección le dejo varias actividades que debido al empeño que la joven había estado poniendo para aprender no le costó mucho trabajo realizar, finalmente luego de tres horas terminaron con dis asignaciónes para la siguiente semana.

- Ya puedes retirarte- anuncia mientras se recuesta en el respaldo de la silla.

- Gracias- murmura la joven antes de salir con pesar de aquella habitación.

Una vez cerró la puerta tras de si corrió hasta su cuarto, dejo sus cosas allí y bajo nuevamente, debía encontrar un excusa para arrebatarle las llaves a su dueño así que reuniendo su valentía y aprovechando que las jóvenes del servicio tenían día libre se acercó nuevamente a la puerta del estudio para dar dos toques.

- Que deseas- inquiere el Taisho desde el otro lado.

- Voy a prepararme algo de cenar, te apetece algo- inquiere con nerviosismo.

- No gracias, comi antes de venir- asegura en tono calmado.

- Está bien- murmura más para si misma que para el.

Finalmente desanimada por no tener una nueva excusa para entrar allí camino hasta la cocina a preparar comida pero para su desdicha la nevera estaba completamente vacía, no se le hacía extraño puede ambas trabajadoras se encargaban de todo y como estaban de descanso no había nada, por varios segundos sintio que aquella fue la gota que derramó el vaso, no porque no hubiera comida sino mas bien porque sentía que los últimos días nada estaba saliendo como esperaba y aquel presentimiento se había convertido en una realidad, solo que ahora sentia la necesidad de saber que le ocultaban y porque, de tantos conflictos mentales que habia estado teniendo habia dejado por completo de lado sus sentimientos por el Taisho, probablemente en otra época de su vida habria aprovechado aquella oportunidad para seducirlo o intentar que el le prestará atención pero con lo visto y oído sabía que el también estaba involucrado y de cierta forma la decepcionaba un poco... Pensaba en el como un hombre centrado, honesto y sin duda altanero y vivaz, aquello fue lo primero que ella vio en el, sin embargo los últimos días había conocido facetas de el que jamás vió y eso solo incremento sus ganas de saber que era lo que sucedia con su familia y los Taisho, que era aquel secreto que tanto se empeñaban en esconderle, que fue lo que le sucedió a su hermano... Tan solo quería hallar la verdad, por más cruel y dolorosa que fuera, del resto se encargaría el destino.
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Salió de sus pensamientos cuando el sonido de una notificación en su celular llamo su atención, específicamente en Instagram, una solicitud.

"Marcel Dubois"

Cuando leyó aquel nombre solo pudo relacionarlo con los dichosos socios de su padre pero en cuanto vio la foto de perfil supo que aquel hombre era ni más ni menos que el rubio promiscuo que se había estado besuquiando con una chica en su patio, solto una leve carcajada al ver lo pequeño y enredado que era el mundo, para después sin mucha importancia aceptarla, una pisca de diversión en medio del caos no le vendría mal, luego de eso apagó su móvil y subió hasta su habitación, tomo una pequeña cartera, un abrigo, sus llaves y bajo nuevamente para salir del apartamento. ¿Que si estaba asustada de salir sola? Sí.

Pero aquella actitud independiente y celosa que la caracterizaba le impidieron pedirle compañía al albino, no cuando tan solo dos días atras vio lo que casi había sido sexo con ropa entre el y otra mujer; camino varias cuadras hasta que llegó a un restaurante, uno italiano al que no había visitado aun pero que al verlo le emociono encontrar, ingreso y a los pocos minutos un mesero se le acerco quizás realmente estaba necesitada de algo de diversión porque en cuanto aquel pelinegro de ojos verdes tomo su orden supo que sería su entretenimiento de esa noche, le hizo ojitos y mordisqueo su labio inferior delicadamente cuando segundos después cruzaron miradas, supo que el no le fue indiferente puesto que le dió una leve sonrisa antes de marcharse acción que le dió paso a una leve risa de la castaña.

Sintió su celular vibrar varias veces en su bolsa pero lo ignoro pues imagino que  era Liliam, ya que era la única persona que se tomaba el tiempo de escribirle para saber si estaba bien; casi quince minutos después el joven le trajo su comida, ravioles en salsa Alfredo y una copa de vino tinto, comió tranquilamente y de vez en cuando le dedicaba miradas fugaces al pelinegro, cuando termino pidio la cuenta y antes de salir se cuestionó si pedirle el número a joven ojiverde pero finalmente desecho la idea y salió del lugar, camino despacio hasta el apartamento pero aun asi no demoró en llegar ya que solo estaba a unas cuadras, al entrar al edificio tomo el ascensor y subió hasta el último piso, ingreso con la esperanza de llegar a su habitación darse un una ducha y finalmente dormir pero para su desdicha lo primero vio a entrar fue el rostro poco amigable del peliplata.

- Dónde estabas- inquiere con la mandíbula tensa y el entrecejo fruncido.

- Salí un rato a tomar aire- es lo único que dice la joven para pasar de largo e intentar subir las escaleras, acción que frustra el hombre al volver a hablar.

- Rin... Te pregunté dónde estabas- insiste fingiendo una sonrisa.

- Pues ya te respondí- asegura.

- Entonces porque no contestaste mis mensajes- inquiere está vez en un tono más demandante.

- Porque no los ví... Además, así como lo dijiste tu, no creo que tú seas alguien a quien le deba dar explicaciones sobre mi intimidad, creo que es muy mi problema a donde voy y con quien- le reprocha mientras lo mira desafíante.

- Pues tu jodido problema ahora también es mío... Porque si no lo recuerdas tus padres me dejaron a cargo de tu seguridad- le recuerda.

- Yo no te obligue... Y si es demasiado para ti no deberías de hacerlo- finaliza para darse la vuelta e intentar subir.

Pero nuevamente el hombre la detiene, está vez tomándola del antebrazo.

- Escucha una cosa Rin... Estoy tratando de ser amable así que quieras o no vas a cooperar, no vas a salir sin decirme antes a donde vas... No me importa con quién lo hagas, pero debo saber dónde estás- finaliza para soltarla y caminar de regreso al estudio.

En ese momento estuvo a punto de tomar sus cosas y salir despavorida de allí pero cuanto recordó su objetivo desecho la idea, no había otra salida... Debía permanecer allí si quería descubrir que estaba pasando, pero permanecer no significaba quedarse callada y sentirse menos, así que sin más hablo, casi grito, sin pensar...

- ¡Tu no eres nadie para exigirme cosas! Y tampoco voy a pagar las consecuencias de la paranoia de mis papás.... ¡No es mi maldita culpa que estén haciendo cosas que no deben! ¡Así que déjenme en paz!- finaliza para esta vez si correr hasta su habitación.

Le colocó pestillo a la puerta detrás de sí, a los pocos segundos logro escuchar como la puerta de salida era azotada, estaba sola en casa, y aunque aún seguía enojada una nueva idea llegó a ella, había llegado el momento.

¡Era ahora o nunca!
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CONTINUARA...

Si llegaste hasta aquí, gracias por leer preciosuraa. ♥️

Monsieur seducción. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora