MAGNÉTICO.

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CAPITULO 15.
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El reloj recién había marcado las seis, cuando al fin llegó a casa, aquel día fue tan agotador que solo deseaba comer y dormir, pero como para el las cosas nunca iban por el camino fácil, los recuerdos de lo sucedido en Londres y una imprudente llamada a su celular terminaron por perturbar su tranquilidad.
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"- Padre...-

- Sesshomaru, podrías recojer a tu madre en el aeropuerto-

- Estoy cansado-

- No hay nadie más que pueda hacerlo, Inuyasha está fuera de Tokio y sabes bien que ella no me puede ver ni la cara-

- Envía a James-

- Solo ve y recogela-"

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Luego de aquella llamada, tal como llego se fue, no es como si la suerte siempre estuviera con el pero por lo menos un día deseaba no ser el mandadero de su padre o conocidos, si bien era su madre la persona a la que iba a recoger, aquel dia no deseaba un dolor de cabeza más, ya suficiente tenía con el asunto de Marcel y ahora con lo sucedido con Rin, Siendo ésto último la situación que más lo afectaba... ¡Cómo pudo ser tan débil! Y dejarse llevar por la provocaciones de quién era la hermana de su mejor amigo, sí bien ella era una mujer hermosa, el jamas tuvo problemas con ello, incluso la veía como aquella niña que cuido tantas veces cuando eran niños, pero esa noche, esa noche perdió los estribos, y en cuanto la vio vestida de aquella manera... La simple forma de mirarlo y morderse el labio inferior así, despertaron un deseó en el que no conocía, fue como si una horda de celos lo invadiera y no quisiera que nadie más, excepto el, la vieran asi, y no lo entendia... Hasta cierto punto le preocupaba, si Naraku se llegaba a enterar era hombre muerto, por eso debía mantener la distancia, por más que lo deseara, algo como eso no se podia volver a repetir.

Regreso de forma definitiva a su hogar a las ocho de la noche, recogió a su madre y coacciónado cenó con ella, para finalmente dejarla en su apartamento y el poder regresar al suyo; nuevamente ingreso con zozobra y sigilosamente camino hasta su habitación, fue estando ahí que pudo respirar con tranquilidad. Se dió una ducha y se cambió por una pijama que consistia en unos pantalones sueltos negros y una camiseta del mismo tono, cepillo su largo cabello y lo agarro en un mal recogido antes de terminar por acostarse a descansar, luego de aquello no tardo mucho tiempo en quedarse dormido.
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Despertó a causa de varios ruidos en la planta baja, miro la hora en el pequeño reloj a su costado, y no habían pasado mas de dos horas desde que se acostó, justo daban las doce con diez, por lo que preocupado se levantó y salió de su habitación a ver de que se trataba, la luces en los pasillos estaban apagadas y la unica claridad además de la que daba el ventanal, era la lámpara del living, se acercó y entre mas pasos daba más se aclaraba la imagen, fue ahí cuando por fin logró ver de que se trataba.

La castaña estaba sentada en sillón viendo televisión, aunque más bien la televisión la veía a ella, puesto que estaba dormida mientras que lo que veia era un película se estaba reproduciéndo, se giro y camino nuevamente hasta las escaleras, pero en cuanto piso el primer escalón el remordimiento lo invadió, de inmediato regreso con pesadez hasta la sala.

La miró por varios segundos, apagó el televisor y luego de un suspiro silencioso la tomo delicadamente en brazos, para comenzar su caminata hasta el segundo piso, camino más lento de lo normal con la intención de no despertarla, sin embargo en cuanto pasaron el último escalón logro sentir como ella se removía entre sus brazos, fue ahi cuando apresuro el paso con la intención de huir nuevamente hasta su habitación, abrio la puerta de los aposentos de la castaña y estaba por ingresar a la misma cuando un leve apretón en su pecho lo dejo estatico, ni si quiera se atrevio a mirarla pero su voz retumbó en sus oidos.

- Al fin te dignas en volver- musitá con voz adormilada.

Acción que el aprovecha para acortar la distancia entre la entrada y la cama, dejandola sobre el colchón.

- Buenas noches- es lo único que dice antes de intentar salir de la habitación.

Pero el retumbar de la voz de Rin se hizo presente y con nada más y nada menos que un reproché.

- Si vas a fingir que no paso nada... Al menos deja de esconderte- pide.

- No me estoy escondiendo- le contradice.

- Entonces porque no apareciste en dos días- inquiere levantándose de la cama.

- He estado ocupado, eso es todo- afirma antes de tomar el pomo de la puerta en su mano.

Luego de su respuesta un silencio sepulcral invadió la habitación y el Taisho lo aprovechó para salir de la misma y regresar a la de el, aunque sin duda con un mal sabor de boca... ¿Cómo confesar que sí se escondía? ¿Cómo confesar la confusión que sentía?...

No existia ningún modo de hacer eso sin lastimarla a ella en el proceso, y quizás aquello era lo que mas martirio le causaba; se acostó nuevamente pero una vez mas la imprudencia de la mujer le costó su anhelado descanso. Ingreso abruptamente a la habitación y se acercó a la cama.

- Realmente no te gustó ni un poquito...- inquiere con la mirada suplicante.

- Rin...- le advierte con frustración.

- O es que no soy tan bonita como la rubia o la pelirroja- continúa con el ceño fruncido.

- Por favor regresa a tu habitación- le pide en medio de un suspiro.

- Respondeme... Solo respóndeme eso y no tocare más el tema, es más, me iré de aquí si es que mi presencia te molesta- asegura.

- Rin... Por favor- insiste mientras se levanta nuevamente.

- Es que me parece imposible que jamás lo hayas notado... Acaso no es evidente lo que siento- confiesa.

- Solo es algo efímero... Pronto lo olvidarás- anuncia.

- ¿Es acaso por mi edad?... Tengo veintitrés, estoy lo suficientemente grande para saber lo que quiero- prosigue mientras se acerca a el.

- Rin, no más.... ¡Olvídalo!- demanda mientras frunce el ceño.

- No puedo... ¡Simplemente no puedo!- suelta mientras baja la mirada.  - Pero entiendo si a ti no te pasa lo mismo... Perdóname, no quise molestarte, discúlpame si te causé problemas- finaliza con los ojos cristalinos mientras sale casi corriendo de la habitación.
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Fue en el momento en el que la vio salir que una vez más aquella fuerza extraña se apoderó de su cuerpo y la siguió como si de un sirviente se tratase, incluso cuando ella estuvo a punto de cerrar la puerta cruzó su pie para impedirle hacerlo, razón por la cual la expresión de  decepción de la joven se transformó en una de confusión, pero su incoherente e inconsciente actitud lo ignoro.

Por lo que ella lo observo durante varios segundos antes de preguntar que sucedía.

- Que sucede- inquiere mientras da dos pasos hacia atrás.

Y una vez más se mantuvo en silencio, pero aquella intensa y deseosa mirada apareció en sus ojos y ella lo notó, recordó perfectamente como esa noche sucedió lo mismo... Pupilas dilatas, mirada perdida, quizás sea falta de dignidad pero ella espero que el se abalanzara y la besara, sin embargo, el solo suspiro y se giro para intentar salir.

Entonces una vez más esperanzada y sin importarle la mensura, fue ella quien en un certero acto se giro, lo tomo del rostro y junto sus labios con los de el.

Y no se equivocó...

Casi al instante el hombre le correspondió el beso, la tomo de la cintura y la apegó más a el; era una especie de magnetismo el que los unia... Cómo si sus pieles juntas no se pudieran separar, como si sus labios necesitaran estar juntos para estar bien.

Cómo si aquella noche en londres hubiera destapado aquel deseo deprimido que ambos habían escondido.

Y así, una vez más, el deseó los consumió.
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CONTINUARA...

Si llegaste hasta aquí, gracias por leer preciosuraa.♥️












Monsieur seducción. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora