TRAICIONES... A MEDIAS.

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CAPITULO 35.
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Despertó cuando comenzó a sentir como regaban besos en su cuello, aquella sensación de calidez invadió su cuerpo una vez más, y solo basto con girarse para encontrarse cara a cara con el culpable.

- Aún no amanece- Murmura con voz adormilada.

- Me tengo que ir- Anuncia.

- Aún no- Pide acurrucándose en su pecho.

- Hay asuntos que debo atender a primera hora- Confiesa.

- Solo un poco más... Aún no sale el sol-  Insiste. - ¿Es que acaso nunca te cansas?- Inquiere un poco más despierta.

- No es momento para cansarme- Asegura. - Estamos a punto de dejar a Marcel fuera del campo. A las ocho se firma el traspaso de sus acciones- Anuncia.

- Aún no son las ocho- Murmura adormilada nuevamente.

- Pero pronto lo será- Completa con mofa.

- Podrías dejar de hablar como mi papá, gracias- Pide reincorporandose y frotando sus ojos.

- Hay tantas cosas que debemos resolver- Musitá para si mismo.

- Todo está hecho un desastre- Asegura ella atando su cabello en un coleta e inclinandose para dejar un beso en sus labios.

- No me sorprendería que después de la repentina calma, los Lombardo intentaran atacarnos- Completa en cuanto se separan.

- ¡Retractate! No llames al mal agüero- Chilla con tono furioso.

- Bien, me retracto- Asegura en medio de una risilla mientras se levanta. - Me voy a dar una ducha- Anuncia.

- ¿No quieres que te acompañe?- Pregunta en tono inocente.

- Santo cielo, hace unos minutos no morias de sueño- Se mofa acercandose a ella. - Podrías decidirte de una vez - Completa.

- Es tu culpa por despertarme, así que hazte cargo- Pide cruzandole los brazos alrededor del cuello.

- Vamos- Murmura tomandola de los muslos.

- No se porque te quejas tanto, si al final me dices que sí- Suelta en medio de un risilla antes de acaparar sus labios.

En un beso rústico y apasionado, característico de ellos y del frenesí que sus cuerpos provocaban. En medio de la ducha se dejaron llevar por sus deseos más bajos, los sonoros gemidos que inundaron la habitación y el separador de vidrio empañado con marcas de la mano de la mujer, no fueron más que otras de las pruebas de su desenfrenado romance, de la clase de conexión que habia entre ellos.
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El sol ya había salido, y ellos recién salían del baño, la castaña con una toalla enredada a su cuerpo y el con una en su cintura. Mientras que se acomodaba la ropa, ella busco las prendas que usaría aquel día en su armario, diez minutos después regreso con un vestido camisero de tirantes en tono azul claro, y unos tenis blancos.

- ¿Porque parece que vas a un bautizo?- Pregunta en medio de una risilla una vez que la vé.

- Tonto- Asegura dejando un leve golpe en su brazo.

- Lo siento, tenía que decirlo- Confiesa con una sonrisa.

- Esa corbata no va a juego- Le informa cambiando el tema, y sentándose en el tocador para cepillar su cabello.

- Pero si ayer la elegí con cuidado- Musitá confundido.

- No está mal... Pero podría ser mejor- Afirma levantándose y saliendo de la habitación.

Monsieur seducción. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora