RENACIMIENTO.

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CAPITULO 31.
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Hace algunas horas habían regresado a Tokio, se encontraba en casa de su madre, quien la había recibido con los brazos abiertos y gustosamente había atendido sus heridas. Si bien la "libertad" le había sentado bien, era imposible que en un día olvidará los horrores que había vivido, solo bastaba ver sus moretones para que las imagenes se reprodujeran como una pelicula en su cabeza y las lágrimas nuevamente se apoderarán de ella, era un dolor que ni los miles de abrazos que le daba su madre podrían quitar, ni los mensajes de aliento que le daba el peliplata, y mucho menos las llamadas de su hermano. Algo dentro de ella estaba roto y en esos momentos solo necesitaba de su soledad para intentar curarlo.

Fue por eso, que ya bien entrada la tarde, casi a las seis al fin se levantó de su cama y se colocó un saco para salir en busca de aire, aunque sabia que no iria del todo sola ya que los escoltas que su hermano había contratado la seguian a todos lados, aunque en una distancia prudente para qué ella no se sintiera acosada. Camino hasta el minisuper y tal y como solía hacerlo cuando aún vivía con sus padres compro chucherías que luego llevo hasta el parque, en donde se sentó a comerlas mientras admiraba el paisaje; de alguna manera ese día todo se veía más bonito que de costumbre e incluso el aire penetraban más en sus pulmones. Era una sensación aliviadora que en el momento le hacía sentir bien, por lo que en un acto de lo que parecía desespero inhaló profundamente y cerro sus ojos esperando olvidar, un proceder tonto y hasta confuso pero que para ella tenia todo el sentido, sin embargo, el resultado no fue mas que el mismo, en cuanto abrió los ojos todo seguia igual, el vacío en su interior se mantenía intacto y no paso nada mas que su decepción reventara nuevamente, por lo que se levantó, dejo los paquetes en la basura y regreso a casa. Una vez ingreso pudo ver a su madre hablando por teléfono y casi por inercia, camino hacia ella y se arrojó a sus brazos.

- Tengo hambre - Músita segundos después de sentir como su progenitora se aferra a ella.

- ¿Que quieres que te prepare?- Inquiere depositando un beso en su cabeza.

Pero la respuesta que recibió no pudo estar más alejada de su pregunta.

- Mami... Te extrañe mucho- Músita apretando su abrazo.

- Ay mi amor...- Músita en medio de un suspiro. - Perdóname por ser tan tonta e insensible... Todo esto paso por mi culpa - Suelta de repente mientras deja que las lágrimas corran por sus mejillas.

- Jamás te he odiado mamá- Le asegura. - No hubo día en que no pensara en ti, te quiero ma... Y siempre te voy a querer- Le confiesa.

- La niña de mis ojos.... Mi linda y considerada Rin- Músita tomándole el rostro con sus manos. - Tu padre y yo te amamos desde que antes de que nacieras, y cuando tuve a tu hermano y a ti en mis brazos por primera vez, supe que los amaría toda mi vida... Perdona a está tonta madre tuya por olvidarlo- Pide juntando su frente con la de ella.

- No hay nada que deba perdonarte mamá... También eres humana y mujer, todos nos equivocamos.... Pero por favor nunca más te alejes de mi- Le asegura con una sonrisa.

- Mi amor.... Te prometo que todo va a cambiar a partir de ahora, puedes contar conmigo para lo que sea. Escuchame bien Rin, Nunca, nunca más voy a retenerte ni a obligarte a hacer algo que no quieras- Afirma separándose de ella y depositando un beso en su frente. - Ahora dime qué quieres que te prepare- Pide.

- Quiero un emparedado- Asegura.

-¿Emparedado?- Inquiere con confusión.

-Sí, uno de esos que me preprabas cuando era niña- Le recuerda con una sonrisa.

- Está bien- Asegura con una risilla antes de dirigirse hasta la cocina.

Solo basto ver la silueta de su progenitora perderse en la cocina para que para que su agitada respiración cesará. Un peso había desaparecido de su espalda, aquella reconciliación la había ayudado a disipar un poco su mente y hasta a alegrarla un poco, después de todo para nadie nunca fue un secreto lo mucho que ella adoraba a sus padres, por mas errores y equivocaciones que cometieran.

Monsieur seducción. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora