SACRIFICIOS.

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CAPITULO 28.
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Dos días habían transcurrido, dos días llenos de incertidumbre pero sobre todo de completa tristeza y confusión para ella, pues a pesar del corto tiempo que había pasado en aquel lugar. Sentía que poco a poco se le acababan las esperanzas de salir de ahí y entre más contacto tenía con el rubio su miedo incrementaba.
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Aquella mañana, que identifico gracias al reloj colgado en la pared; dos escalofriantes golpes en su puerta la alertaron, pues la única persona que tocaba de aquella inusual manera era Marcel, por lo que una vez más su desdicha la perseguía.

En cuanto ingresó, la obligo casi a rastras a cambiar su atuendo por uno más decente y sin preguntar más la llevo hasta la primera planta e hizo que subiera al coche; ella sabía a la perfección hacia donde se dirigian pero preferia ignorar ese detalle y perderse en su ya afectada memoria mientras el camino hasta el establecimiento se hacía cada vez más y más corto. Hasta que finalmente, luego de veinte minutos después llegaron, una casona de estructura colonial y acabado blanco con un enorme letrero que dejaba a vista el uso de la misma.

"Marsella: Casa de novias"

A esa altura ya le era imposible ignorar lo que estaba por suceder, y en cuanto ingresó y la joven de rizos negros la atendió supo que ya no podía musitar nada; se sentó en un sillón gris junto al rubio y tan solo segundos después la misma chica regreso con un pequeño cuestionario para asegurarse de que tipo de vestido quería, minutos después una vez termino, los guiaron hasta una pequeña sala en el segundo piso, en dónde les mostraron una selección de vestidos acorde a la selección que dudosamente eligió la castaña, la mayoría carentes de brillo o pomposidad, simplemente lisos y sin carácter alguno.

- No me gustan esos- Le informa su acompañante.

- Que esperabas- Murmura con desgano la joven.

- Que pusieras un poco de tu parte cariño- Confiesa.

- Quiero ese- Anuncia ignorando al rubio, y señalando un vestido de seda largo y de tirantes.

- No me gusta- Le repite mientras la toma del antebrazo.

- No elegiré otro- Afirma.

- Lo harás, o tendré que castigarte- Musitá en su oído.

- No me importa lo que hagas- Le recuerda.

- Retractate- Pide apretando el agarre.

- Me lastimas- Susurra.

- Retractate- Insiste aumentando nuevamente la fuerza.

- Marcel.... Me lastimas- Musitá nuevamente.

- Cambiarás el vestido o no- Inquiere.

- Eres una bestia- Murmjra al borde del llanto.

- Quiero que mi esposa lleve un buen vestido, no esa porquería- Suelta entre dientes e incrementando una vez más la fuerza.

- Está bien, elegiré el que quieras- Asegura ya sin poder soportar el dolor.

- Ves que fácil es ceder- Se mofa soltandola.

- Eres un mounstro- Musitá.

Para segundos después levantarse y a duras penas señalarle a la empleada otro vestido, uno mas suelto que incluía encaje.

- ¿Este?- Pregunta evitando su mirada.

- El de la izquierda de seguro resalta más tu figura- Recomienda.

- Lo que digas- Responde para tomarlo e ir hasta el probador.
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Solo basto verse al espejo antes de salir para que inevitablemente las lágrimas se le escaparan, aquella sensación de desolación y abandonó una vez mas la invadieron y en cuestión de segundos su alma se quebró, no fue hasta que el joven la obligó a salir, que dejó el vestidor atrás y se puso de pie el el pequeño mostrador.

- Viste lo bien que te queda- Murmura detallandola.

- Si- En lo único que responde.

- Nos llevamos ese- Le informa a la joven.

Quien sale a organizar la venta, dejandolos una vez más solos.

- Que bien te ves- Le informa levantandose del sillón y acercandose a ella.

Palabras ante las cuales ella no se inmutó, sino que simplemente las ignoro y se dispuso a bajarse para ir nuevamente al vestidor.

- ¿Que no piensas agradecerme?- Pregunta en un tono claramente enojado.

- ¿Debería estar feliz?- Responde con ironía.

- Rin... No entiendo porque estás tan reacia- Confiesa.

- ¿Como puedes puede ser tan cínico?- Inquiere.

- No hagamos esto de nuevo... Estoy cansado de pelear- Asegura.

- Entonces déjame ir- Súplica.

- NO... ¡NO!- Grita. - Que es lo que no entiendes Rin, te quiero conmigo- Le recuerda.

- No me quieres... ¿Cómo me vas a querer?- Comenta llorando.

- ¿Es que acaso no me puede gustar tu belleza?...- Inquiere acercandose una vez más a ella.

- Marcel no- Súplica al ver sus intenciones.

- Debería hacerte entender de una vez por todas- Se mofa continuando su caminata.

- No... No lo hagas por favor- Insiste dando dos pasos hacia atrás.

- Solo será un momento- Asegura segundos antes de tomarla del brazo y empujarla hasta el vestidor.

- ¡Suéltame!- Grita para intentar salir.

- No preciosa- Murmura en medio de una risilla mientras la acorrala contra la pared.

- ¡No!- Repite una vez más, mientras le golpea el pecho.

-¡QUE SI!- Finaliza tomandola de los brazos y plantandole un beso a la fuerza.

Uno que la joven no recibió gustosa y por el cual, debido a su fallido intento de separarse, termino por moderle el labio al rubio, acción que provocó la perdida del quicio al hombre, quien en un acto de represalia y furia total, una vez se separó de ella y toco su ensangrentado labio inferior levantó su mano y le lanzo un certero y doloso golpe en la mejilla.

- ¡Estúpida!- Grita aún con su mano en el aire.

Palabra ante la cual la mujer termino por quebrarse y tirarse por completo al suelo.

- Levántate, no vamos de aquí- Anuncia tomándola bruscamente del antebrazo.

- No más... Suéltame- Pide manteniendose aún el suelo.

- Levántate si no quieres tener morada la otra mejilla- La amenaza.

Por lo que una vez más, y en contra de su voluntad se levantó, se quitó el vestido, se cambió y salieron del lugar, rumbo a su nueva prisión.
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Se encontraba junto a su padre cuando una carta llegó a sus manos, gracias a una de las empleadas del servicio.

En cuestión de segundos la abrió y para su sorpresa lo que encontró fue la respuesta que durante dos largos dias había esperado.
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" Espero te encuentres bien, también que perdones mis métodos, pero ya sabes que la tecnología no es nuestro mejor aliado.

Tengo buenas noticias, hemos localizado lo que buscas, y en favor de mi agradecimiento me tomé la libertad de preparar uno de mis aviones para que te lleven hasta allá; hoy a las diez de la noche en la pista bajo mi cargo un jet con rumbo a Marsella te espera.

Te estaré esperando con el resto de la información."
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De haber podido saltar no lo hubiera dudado, pero con las heridas aún abundando en su cuerpo no logro hacerlo, por lo que solo se limito a contarle a su padre y a Naraku la noticia, para así iniciar los preparativos del próximo rescate.
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CONTINUARA...

Si llegaste hasta aquí, gracias por leer preciosuraa.♥️






Monsieur seducción. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora