PERDIDO EN TI.

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CAPITULO 20.
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El resto de la tarde la situación no cambió mucho, tal como el día anterior su hermano no estaba y ni Liliam ni Sesshomaru atendían a su llamadas, y ¡Sí! Quizás eso demostraba su dependencia, pero que más daba...
No podía escuchar una noticia así y procesarla sola, no era lo suyo, por lo que en un último intento por contactarse con el albino lo llamo nuevamente, pero una vez más nadie atendió.

Se levantó resignada, casi enojada de su cama, y se dió una ducha para cambiar su atuendo por algo que ameritara la ocasión, un top de encaje, unos shorts y unos tacones, para finalmente salir hasta un bar cercano al centro, al que solía ir de vez en cuando con Liliam; el lugar era pequeño pero solia tener un buen ambiente y eso era lo que necesitaba ella para dejar ir sus preocupaciones, al menos por algunas horas antes de volver a la realidad de su vida. Una vez llego tomo asiento en la barra y pidio un whisky en la rocas...si quería embriagarse iba a necesitar algo mas que unos simples cócteles, seguro con su bebida en mano y observo el ambiente, aunque aquella noche no tenía ni una pizca de ganas de bailar, en cuanto su vista se fijó en las parejas que se encontraban en la pistande baile fue casi imposible para ella no pensar en lo que sucedió la última vez que estuvo en un lugar así... Habia conseguido que el Taisho fijara su vista en ella, aún podía sentir sus manos sobre su piel, y la calidez de sus cuerpos moviéndose al ritmo de la musica, ese cálido aliento en su nuca....

Su cuerpo se estremeció de solo recordarlo, pero no se inmutó y ni así fue a la pista de baile, solo se mantuvo sentada en aquella banqueta algunos minutos antes de pasarse finalmente hasta las pequeñas mesas alrededor de la pista, a pesar de su soledad habían logrado distraerse, la musica fuerte y su bebida lograron subirle un poco el ánimo, tanto asi que en menos de lo esperado paso de un vaso a diez de whisky ....y ya estaba lo suficientemente mareada como para no saber mucho de si misma, en ese punto ya habia dejado la mesa y se encontraba en el centro de la pista de baile moviendose al ritmo de la musica, estaba tan fuera de sus casillas que ni siquiera escucho las miles de llamadas qué entraron a su celular, y mucho menos las contesto; Solo fue hasta cuando, al ir baño y sacar su celular para ver la hora, las vio... Quince llamadas perdidas de su hermano y casi treinta del peliplata. Fue en ese momento que muy a pesar del alcohol que había en su sangre se obligó a despertar, y a llamar a su hermano para informarle que estaba a bien, seguido de una llamada al Taisho, quien una vez más no contesto.

Lo último fue el detonante de su rabia, y ya sin estribos y con alcohol en su sangre salió dispuesta a ir hasta el hogar del peliplata y enfrentarlo, aunque su objetivo jamás se llegó a cumplir, pues solo basto salir del lugar y pasar por el estacionamiento para encontrarse con un furioso Sesshomaru bajando de su auto y cerrado la puerta con agresividad, le había salido el tiro por la culata...

- Sessh...- murmura arrastrando la voz.

- Es que acaso este es tu nuevo hobbie- inquiere con furia.

- Que- músita la castaña con confusión.

- Salir a beber cada vez que tienes un jodido problema - completa mientras la toma del antebrazo y la lleva hasta el auto.

- No es eso...- se excusa al momento en que sube al asiento del copiloto.

- Entonces que es... Te ligas a uno cada vez que estás triste- inquiere con amargamiento en el momento en que se sube en el asiento del piloto.

- Sesshomaru...Como me puedes decir eso- susurra con decepción.

- ¡Son las tres de la mañana!... No avisas donde estás, y te llamo treinta malditas veces y no me respondes - escupe con enojo.

- ¡Pues si se te olvida quien no me respondió primero fuiste tu!- le recuerda encarandolo.

- ¡No porque no quisiera!... Estuve todo el maldito dia revisando papeles y el teléfono estaba en silencio- confiesa al fin bajandole un poco el tono a su voz.

-¡Pero eso no te da derecho a tratarme así!... - anuncia mirándolo con enojo.

- Perdón.. - pide en medio de un suspiro.

- Te estuve llamando todo el día para decirte que mi madre y Agnes eligieron fecha para la boda... Pero no me contestaste- confiesa en medio de un susurro.

- Que- responde casi de inmediato. -¡Tu no te vas a casar con el!- afirma con determinación.

- Y quién lo dice... Tu- se mofa con resignación.

- Sí... No voy a permitir que ese idiota siquiera te toque - insiste, tomándole el rostro entre sus manos.

- Ya no más Sesshomaru... Me cansé de hacerme ilusiones, tu y yo sabemos que le pese a quien le pese terminaré cansandome con el- susurra.

- En serio crees que voy a permitir que me arrebaten lo que es mío...- inquiere en medio de un susurro, en su oido.

La joven solo logra soltar una leve risilla ante aquella acción, para segundos después ser callada por un beso, uno de esos que tanto había extrañado los últimos días y que sin duda le regresaban el alma al cuerpo.

- Te extrañe - confíesa la joven una vez que se separan.

- Y yo a ti- asegura el hombre para al fin poner el auto en marcha.

- ¿Me llevas a casa?- pregunta la joven con su vista fija en la ventana.

- A dónde quieres que te lleve - responde el Taisho.

- Sabes mi respuesta- asegura mientras le toma la mano.

No necesitaron decir nada mas para saber lo que ambos querían, se necesitaban, tanto como al aire... Se habían vuelto adictos al otro y por mas peligroso que fuera no se saciaban, era ese tipo de gusto que jamás se quitaba, ni siquiera a la fuerza.

En cuanto llegaron a la casa del albino fue cuestión de minutos para que ambos subieran hasta la habitación del Taisho y se deshicieran de la ropa, para darle rienda suelta a su pasión.
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La castaña se encontraba sentada a horcajadas sobre su acompañante, con su cabeza recostada en el pecho de el, mientras que el albino dejaba pequeñas caricias en la cabeza de ella.

- Sesshy...- murmura con voz adormilada.

- Dime- responde el hombre.

- Me gustas mucho...- músita.

Confesión que dejo estático al hombre, pero que sin duda le hizo reafirmar ese sentimiento que también crecía en el.

- Y yo me muero por ti...- asegura antes de depositar un beso en su cabeza y notar que ya se había quedado dormida.

Aquella mujer lo hacia cometer las más grandes tonterías, como rastrear su teléfono para saber donde esta, o peliarse a puños con quien ahora era su rival...Pero a esas alturas ya no le importaba nada con tal de tenerla a su lado, con tal de sentir su piel junto a la de el, de besar sus dulces labios... Esos labios que se habían convertido en su mayor adicción y perdición, moría por ellos, porque fueran suyos y que nadie se los quitara.

No debía... Más bien ¡No podía! Permitir que esa boda se llevara a cabo, Rin era suya, suya y de nadie más, y no iba a permitir que nadie se la arrebatará.
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CONTINUARA...

Si llegaste hasta aquí, gracias por leer preciosura.♥️











Monsieur seducción. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora