DESEQUILIBRIO.

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CAPITULO 37.
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Luego de lo sucedido con Naraku, la relación entre los hermanos mejoro, y aunque las diferencias por la relación de la castaña con el albino, seguían latentes, habían logrado sobrellevarlas y apoyarse en tiempos de tempestad. Aquel día el particular, una semana después de la ruptura, permanecieron la tarde completa en el sofá viendo televisión, el se había quedado dormido en varias ocasiones pero ella no se iba, quizás un tiempo juntos era lo que necesitaban para recuperar la confianza en su totalidad, al menos eso pensaba ella, y por ello los últimos dias lo había estado intentando.
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Ambos desistieron de prestarle atención a la película, cuando a lo lejos pudieron escuchar la voz de su padre excusándose y la de su madre refunfuñando. Se levantaron con la intención de ayudar, pero solo basto llegar al pasillo para ver a sus progenitores y saber que no necesitaban ayuda.

- ¡Viejo terco!- Suelta con resignación la castaña y soltandolo.

- ¡Gracias por tu apoyo!- Le responde con ironía el mayor.

- De nada- Asegura la mujer caminando hasta su hijos. - Mis niños- Músita una vez lo tiene cerca.

Para depositar un beso en la mejilla de cada uno, y despedirse mientras se pierde en las escaleras.

- Papá... ¿Necesitas ayuda?- Inquiere el pelinegro al ver com al moreno le costaba apoyarse en el bastón.

Una expresión de advertencia por parte de la castaña no se hizo esperar, vio a su hermano mientras negaba con la cabeza, y se alejo un poco para darle paso, así el se acercó antes de que el pelinegro mayor, hablara una vez más, y le paso el brazo por la espalda, para darle estabilidad.

- ¿A dónde vamos?- Pregunta ya acomodado.

- Al estudio, para mañana debo estar al tanto de todo - Informa.

- Como ordenes- Asegura.

- ¿Quieres que te lleve algo de tomar o comer?- Inquier Rin mientras los ve partir.

- No es necesario cariño- Afirma continuando el pasó.

Nego una vez más con la cabeza mientras los veía partir, y regreso hasta el sillón, reprodujo la película y fijo de nuevo su atención en ella, hasta minutos después cuando su hermano regreso con cara de pocos amigos, y se sentó junto a ella.

- ¿Quien crees que gane?- Inquiere en medio de un suspiro.

Pregunta que solo logra sacarle un leve risilla, pues sabía bien a qué se refería, y era a la tensa y ya inexistente relación entre sus padres.

- Ella... El jamás renunciaria a esta casa por su cuenta- Le recuerda.

- Tienes razón- Murmura rascando su cabeza.

- Al menos tu no tendrás que escuchar sus discusiones todos los días- Asegura en medio de una risilla.

- Puedes vivir conmigo si quieres- Aclara.

- Por ahora me gustaría permanecer aquí... Después de todo, y aunque se esté cayendo a pedazos, este sigue siendo mi hogar- Confiesa.

- Quisiera decir lo mismo... - Susurra con desgano.

- Puedes hacerlo, yo sigo siendo tu hermana, y ellos tus padres... Tercos y toscos, pero te aman- Asegura apoyando su cabeza en el hombro de el.

- No Rin... Hace mucho que este ya no es mi hogar- Confiesa. - No creas que no me importan, es solo que... Las cosas cambian, yo cambié y ya no soy el mismo jovencito que se escapó de casa, en contra de la voluntad de sus padres. Ahora mi vida depende de mi, de mis decisiones, no de papá y mamá- Anuncia.

Monsieur seducción. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora