LA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL.

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CAPITULO 42.
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Los rayos de sol colándose por las rendijas del ventanal terminaron por despertarla, se giro en busca de su acompañante pero no encontró mas que la soledad del otro lado del colchón, por lo que se levantó, se cepillo los dientes y fue en busca del hombre. Para su desdicha en la casona solo se encontraba ella y los guardias que la custodiaban fuera, así que en medio de la resignación subió de regreso a la habitación y se dio una larga ducha, para regresar a la primera planta en busca de comida; se preparó un sándwich y se sento en el sillón del living a comerlo, y no demoro en hacerlo, sin embargo no quedo del todo llena, asi que no vio mas opción que prepararse otro, fue ahí, preparando el sándwich en la cocina, que logro escuchar como alguien ingresaba a la casa.

Se giro casi al instante y con curiosidad de saber de quién se trataba de asomo por la puerta para saber quién era el o la causante de tan tremendo estruendo. Realmente no necesito hacer más, pues conocía a la perfección al dueño de aquellos Oxford en color negro que se estaba haciendo paso. Recupero su postura y reingreso a la cocina a continuar con su tarea, a los pocos minutos el hombre también se adentro en la habitación, y sin decir ni una sola palabra la abrazo desde su espalda.

- Buenos días- Murmura dejando un beso en su cuello.

- Buenos días.... ¿Dónde estabas?- Inquiere sin un toque de delicadeza.

- Fui por algo de desayuno- Informa aún sin soltarla.

- Pudiste haberme dicho- Le reprocha.

- Perdón, no quería despertarte- Se excusa.

- No te vuelvas a ir sin despedirte de mi- Pide girandose y tomándolo de las mejillas.

- Lo prometo- Asegura dejando un beso en sus labios.

- ¿Y que me trajiste?- Pregunta una vez que se separan.

Lo que provoca que el albino se de la vuelta y vaya por la bolsa de papel en el mesón, la acerque a ella y comience a sacar la comida en los recipientes de cartón.

- Panqueques- Señala uno de los recipientes. - Huevos, tocino, tostadas con aguacate y salmón perfectamente cocido, galletas de avena, jugo de frutas tropicales- Completa señalando y sacando el resto de recipientes.

- Creo que exageraste un poco- Se mofa.

- Pensé que tendrías hambre- Se excusa encogiéndose de hombros.

- Mucha, de hecho... Pero mi amor, eso es demasiada comida- Aclara acercandose a el y dejando un beso en sus labios.  - Pero muchas gracias, todo se ve delicioso- Completa al separarse.

Para ir a por la comida y salir nuevamente de la cocina, pero está vez al comedor. El hombre la siguió gustoso y se sentó junto a ella a disfrutar de los alimentos; al cabo de media hora ya ambos habian terminado y regresaron al sillón del living. Los últimos dos días, desde su llegada a aquel lugar habían sido una completa locura, pero en el buen sentido... La verdad era que su relación había dado un giro de trescientos sesenta grados; las noches de pasión habían pasado a un segundo plano, ahora eran algo mas parecidas a un ritual, en donde el amor y la delicadeza eran el elemento principal, pues solo bastaba recostarse en la cama para que las palabras dulces y los besos tímidos se abrieran paso junto con las promesas de amor eterno; habían descubierto nuevas facetas del otro que jamás hubieran imaginado, pero que sin duda alguna, les dejaba sin aliento.  Y ahora más que nunca, ya que las intrigas y el peligro habían acabado o al menos así parecía, no había rencillas ni problemas que necesitaran solución pronta, además ya todos conocían de su relación y no existía nadie que quisiera separarlos. Después de tanta oscuridad y problemas, habían encontrado la luz al final del túnel, y estaban por llegar a la cúspide de su amor, formar una familia juntos.
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Monsieur seducción. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora