TE AMO.

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CAPITULO 44.
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Luego de aquella propuesta, las semanas parecían ir volando para la pareja. Perdieron por completo la noción del tiempo, tanto que fue una sorpresa para todos cuando la fecha del parto llegó, aunque sin duda, fue un motivo más para celebrar.

Lo que faltaba para completar su felicidad había llegado. Sus pequeñas hijas, Towa y Setsuna, una niña albina al igual que su progenitor y otra castaña tal como su madre, llegaron para llenar de luz la vida de sus padres; desde el momento que pudieron tenerlas en sus brazos por primera vez, el infinito amor que ya sentían por ellas no hizo más que incrementarse, dándoles otro motivo para permanecer unidos, y alimentar de cariño y valores a su pequeña familia.
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8 MESES DESPUÉS.
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Se levantó frotándose los ojos, lo que provocó que al contacto con el suelo chocara una vez más con la esquina de la cama. Por milesima vez rechisto y continuo su camino fingiendo que el dedo pequeño del pie no le dolía, aunque si lo hacía, pero no le importo, su única misión en ese momento era darle de comer a la pequeña albina antes de que despertara a su hermana.

- Hola mi amor... Aquí está mami. Ven aquí- Musitá tan bajo como puede mientras la toma en brazos y sale con ella de la habitación.

Bajo hasta la primera planta con su hija en un brazo y con la otra mano, la pequeña camara que mantenía para ver a Setsuna mientras le daba de comer Towa. Ingreso a la cocina y aún con la pequeña en brazos a duras penas debido a su corta experiencia, preparó un biberón, y lo sumergio en agua tibia por dos minutos hasta que ésta tomo también una temperatura más cálida, fue ahí que al fin tomo asiento para darle de comer a la niña, quien desde que su madre la tomo en brazos, habia dejado de llorar.

- Eso mi cielo...- Suelta con una sonrisa al verla comer gustosamente.

Dejo algunas caricias en su rostro y la observo durante varios minutos hasta que su hija terminó de comer. La recostó nuevamente en su hombro y llevo el biberón hasta la cocina, lo dejo en el lavavajillas, al día siguiente ya tendría tiempo de esterilizarlo, para así subir una vez más a la habitación que compartía con el albino y sentarse en la cómoda para intentar hacer dormir a su revoltosa pequeña. Comenzó a balancear la mesedora de un lado a otro con la intención de adormitarla, sin embargo, a pesar de los veinte minutos que transcurrieron la albina no conciliaba el sueño, por el contrario, parecía estar mas despierta que nunca y completamente entretenida jugando con el cabello de su progenitora, lo que mas tarde que temprano consiguió que la castaña comenzara a adormitarse. En ese momento, en su rescate apareció el peliplata que también frotándose los ojos  fue y se acercó hasta su mujer y su hijo.

- ¿Hace cuánto están despiertas?- Pregunta depositando un beso en la frente de la castaña y luego en la de su hija.

- Hace casi una hora... No logro hacerla dormir- Confiesa intentando recuperar la el ánimo.

- ¿Ya comió?- Pregunta una vez más.

- Si, fue lo primero que hicimos- Asegura,   intentando una vez más arrullarla.

- Ven, dámela a ver si puedo hacerls dormir- Pide estirando los brazos.

Por lo que la castaña se reincorporo y le entrego a la niña a su padre, quien comenzó a dar vueltas con ella alrededor de la habitación intentando arrullarla.

- Pero que papá más guapo...- Suelta de repente al verlo tan concentrado en su intento de dormir a su hija.

Provocando una risilla nerviosa en el hombre, girandose con resignación para verla.

Monsieur seducción. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora