QUEBRANTO.

94 17 13
                                    

CAPITULO 29.
.
.
.
.
.
.
.
.
...

Aquel vuelo se hacía casi eterno, llevaba ya más diez horas sin escala y aun no llegaban, su unica distracción ante aquella situación era mirar por la ventana o leer por milesima vez las revistas a su costado, pues su acompañante, el pelinegro, hace ya bastante tiempo que se había dejado caer ante los brazos de Morfeo, había conciliado un sueño tan profundo luego de varios dias sin dormir, que le apenaba despertarlo solo por capricho, así que se le limito a intentar hacer lo mismo, fue casi una dicha cuando al poco tiempo tambien se quedó dormido.

Despertó y pudo notar como la tarde ya se adentraba, ahí supo que había pasado bastante tiempo, y lo confirmo cuando la auxiliar del vuelo se acercó a informarles que estaban a punto de aterrizar, de haber podido saltar, no lo habría dudado pero en su condicion no se podia exigir mucho, por lo que solo se acomodo la ropa y abrocho nuevamente el cinturón para esperar el aterrizaje, el cual llegó mas tarde que temprano; una vez en tierra tal y como habían planeado, un cuerpo entero de seguridad aguardaba por ellos, mas de quince hombres, quienes gracias a un generoso pago estaban dispuestos a lo que sea con tal de recuperar a la joven Rin.
...
.
.
.
.
.
.
.
.
.
...

La oscuridad se asento una vez más, supo de inmediato que otro día habia pasado y que cada vez estaba mas cerca la desdichada fecha; desde el dia anterior cuando regresaron de la tienda de vestidos de novia, no salio mas de la habitación, lo último que supo del rubio fue cuando la encerró nuevamente.

De no tener la pequeña luz de la minúscula ventana cercana al techo, de seguro ya estuviera perdida cualquier esperanza, no tenía contacto más que con su opresor y con la mujer que le llevaba las comidas, cuatro días ya habían pasado y por más esperanzas que tuviera, solo era cuestión de tiempo para que finalmente estallara y se dejara llevar por la profunda tristeza que albergaba en su interior. Ese día en específico, no había comido absolutamente nada, ya no tenía apetito y sin duda estaba completamente hastiada de dormir todo el día, por lo que como unica salida tomo algunas revistas viejas que estaban dentro del buró si tengo hojearlas, sin embargo, aquello no tardó mucho mas que algunos minutos ya que la tosca presencia de Marcel nuevamente se hizo presente, quitándole una vez más el aliento.

- Disculpame por lo de ayer, no suelo ser tan tosco- Asegura ingresando con el vestido en sus manos.

Pero ella ni siquiera se inmutó, pues aunque ya no estaba leyendo, permanecía con la vista enterrada en el papel, evitando así ver el desagradable rostro del rubio.

- Quiero que cenemos en el jardín hoy... Tómalo como disculpa - Anuncia dejando la prenda sobre la cama. -Levantate, no me gusta esperar- Exige.

Petición que debido a su tono, termina por lograr que la joven acceda, levantándose así y siguiendo al hombre hasta la primera planta y luego al colorido jardin, que para su opinión, era lo unico decente en el lugar.

- ¿Que es la cena?- Pregunta mientras se sienta.

- Brisket a la parrilla con ensalada César- Informa imitando la acción de la mujer.

Respuesta que una vez más la joven ignora y solo se limita a esperar que la mujer se acercara con los platos, cosa que no sucedió mucho tiempo después, ya que a los minutos apareció, dejando cada plato en su lugar para volver por un botella de vino y regresar nuevamente.

- No quiero, gracias- Anuncia al ver que la canosa mujer inclina la botella en la copa frente a ella.

- Sirvele un poco- Asegura el rubio.

- No quiero- Insiste la castaña.

- Una copa, solo una- Pide.

- No quiero Marcel- Insiste una vez más.

Monsieur seducción. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora