Capítulo 23 : Una Noche en el Bar

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La noche estaba llena de anticipación. El bar donde Christopher tocaba con su banda estaba a rebosar de gente, y la energía era palpable. La banda de Christopher, "Sin Rumbo", estaba a punto de subir al escenario, y Dulce, emocionada, se aferró al brazo de Anahí mientras se abrían paso entre la multitud.

—¡Vamos a acercarnos! —gritó Dulce sobre la música, sus ojos brillando con entusiasmo.

Anahí asintió, sonriendo. —Claro, Dulce. ¡Vamos a pasarla bien esta noche!

Christopher apareció en el escenario con su guitarra al hombro, luciendo seguro y carismático bajo las luces brillantes. Cuando sus ojos se encontraron con los de Dulce, le dedicó una sonrisa que hizo que su corazón latiera más rápido. La banda empezó a tocar su canción más conocida, y Dulce no pudo evitar moverse al ritmo de la música.

Anahí la siguió, ambas riendo y bailando juntas. Cuando la primera canción terminó, Christopher se acercó al micrófono y miró directamente a Dulce.

—Esta próxima canción es para alguien muy especial en el público esta noche. Espero que la disfrutes, pelirroja —dijo, guiñándole un ojo.

Dulce sintió que su corazón se derretía. La banda comenzó a tocar una balada lenta, y Christopher se bajó del escenario para invitarla a bailar. Ella aceptó con gusto, rodeando su cuello con los brazos mientras él la sostenía por la cintura. Bailaron juntos, completamente ajenos al resto del mundo, moviéndose al ritmo de la música y perdiéndose en los ojos del otro.

Sin embargo, la atmósfera cambió abruptamente cuando Belinda entró al bar. Con su cabello rubio brillante y su vestido ajustado, atrajo la atención de todos, especialmente la de Dulce. Sintió que su cuerpo se tensaba al ver a la ex de Christopher caminar hacia el frente del escenario.

Anahí, que estaba bailando cerca de ellas, también notó la llegada de Belinda y se acercó a Dulce.

—¿Quieres ir a otro lado? —preguntó Anahí, notando la incomodidad en los ojos de su amiga.

Dulce negó con la cabeza, decidida a no dejar que Belinda arruinara su noche. —No, estoy bien —respondió, aunque no pudo evitar seguir a Belinda con la mirada.

Christopher también se dio cuenta de la presencia de Belinda y frunció el ceño. No quería más drama esa noche, especialmente no frente a Dulce.

A medida que la noche avanzaba, el ambiente en el bar se volvió más festivo y caótico. La banda siguió tocando y los tragos fluyeron. Christopher bebió un par de cervezas, nada fuera de lo común, pero notó que Belinda no dejaba de mirarlo. Dulce también lo notó y comenzó a sentirse inquieta.

Después de un rato, Christopher comenzó a sentirse extraño. Su vista se nubló y su cuerpo se sintió pesado. No entendía qué estaba pasando; había bebido mucho menos de lo normal. Antes de que pudiera darse cuenta, sus piernas cedieron y se desplomó en el suelo.

—¡Christopher! —gritó Dulce, corriendo hacia él.

El bar se quedó en silencio cuando vieron a Christopher caer al suelo, inconsciente. Dulce se arrodilló a su lado, sosteniéndolo en sus brazos, desesperada.

—¡Necesitamos ayuda! ¡Llamen a una ambulancia! —gritó Anahí, mirando a su alrededor.

Mientras todos se movilizaban para ayudar, Belinda aprovechó la confusión y se acercó a Christopher. Se inclinó y, justo antes de que Dulce pudiera reaccionar, lo besó. La imagen de Belinda besando a un Christopher inconsciente hizo que el corazón de Dulce se rompiera.

—¡¿Qué demonios crees que estás haciendo?! —gritó Maite, apartando a Belinda bruscamente de su hermano.

Belinda se rió, pero antes de que pudiera decir algo más, los paramédicos llegaron al lugar. Rápidamente, pusieron a Christopher en una camilla y lo subieron a la ambulancia. Dulce, Anahí y Maite se subieron con ellos, dejando atrás a un bar lleno de murmullos y miradas sorprendidas.

En la ambulancia, Dulce no podía dejar de mirar el rostro pálido de Christopher. Sus manos temblaban mientras intentaba mantener la calma.

—Todo estará bien, Dulce —dijo Anahí, tratando de tranquilizarla—. Tiene que estarlo.

Sin embargo, cuando llegaron al hospital, las noticias no fueron alentadoras. Un médico salió para hablar con ellas, con una expresión grave.

—Christopher ha sido intoxicado con una sustancia fuerte. Necesitamos hacerle más pruebas para determinar el alcance del daño. Pero quiero que estén preparadas para cualquier resultado.

Dulce sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. Anahí la sostuvo mientras ella se tambaleaba, y Maite, con lágrimas en los ojos, miró a través de la ventana de la sala de emergencias donde Christopher yacía inconsciente.

—No... esto no puede estar pasando —susurró Dulce, sintiendo que el miedo la invadía.

Maite la abrazó, tratando de consolarla.

—Sea lo que sea que haya pasado, lo superaremos juntas —dijo con firmeza.

Dulce asintió, sus ojos llenos de lágrimas pero su corazón lleno de determinación. No dejaría que Belinda o cualquier otra cosa los separara. Estaba dispuesta a luchar por Christopher, sin importar cuán oscuro se pusiera el camino por delante.

Amor a la medianoche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora