La tensión en la casa de Christopher y Dulce se había vuelto insoportable. Desde la llegada de Tessa, Alexandra había comenzado a involucrarse más en la vida de la joven pareja, lo que inicialmente había parecido un gesto de apoyo, pero rápidamente se había convertido en un motivo constante de roces.Era una tarde de domingo, y Dulce estaba en la cocina preparando la comida para Tessa cuando Alexandra entró, con su acostumbrada mirada de desaprobación.
—¿De verdad vas a darle eso? —preguntó Alexandra, señalando el puré de zanahorias que Dulce había preparado.
Dulce, cansada de las críticas, trató de mantener la calma mientras le respondía.
—Sí, Alexandra. Es lo que el pediatra recomendó. —dijo Dulce, evitando el contacto visual mientras seguía preparando la comida.
Alexandra bufó, cruzando los brazos.
—Cuando Christopher era un bebé, yo nunca le daba comida de ese tipo. Las zanahorias pueden ser difíciles de digerir para un bebé tan pequeño. Quizás deberías pensar en darle algo más suave. —comentó con un tono condescendiente.
Dulce finalmente alzó la vista, su paciencia al límite.
—Tessa está bien, Alexandra. Confío en lo que dice nuestro pediatra y en lo que es mejor para mi hija. —respondió con firmeza.
Alexandra chasqueó la lengua, moviendo la cabeza en un gesto de desaprobación.
—No estoy segura de que sepas lo que es mejor, Dulce. A veces, me parece que eres solo una niña cuidando a otra niña. —dijo Alexandra, dejando caer sus palabras con un aire de superioridad.
Dulce sintió que la ira burbujeaba dentro de ella. Esta vez no pudo contenerse.
—¡¿Cómo te atreves a decirme eso?! Estoy haciendo lo mejor que puedo, y tu constante crítica no ayuda en nada. ¡Tessa es mi hija! —replicó Dulce, su voz elevándose con la emoción.
Alexandra levantó las manos en un gesto de falsa inocencia.
—Solo trato de ayudarte, querida. No puedo evitar preocuparme cuando veo que estás tan... perdida. —dijo con un tono que solo agravó la situación.
Dulce dio un paso hacia adelante, sus ojos centelleando con furia.
—No estoy perdida. Estoy aprendiendo, igual que cualquier otra madre. Y si no puedes aceptar eso, tal vez deberías irte. —replicó Dulce con una voz firme.
Antes de que la situación pudiera escalar más, Christopher entró en la cocina, sintiendo la tensión en el aire.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó, mirando de una a otra.
Dulce respiró profundamente, tratando de calmarse.
—Nada, Chris. Solo tu mamá tratando de decirme que no soy lo suficientemente buena para cuidar a Tessa. —dijo, su tono ácido.
Christopher miró a su madre con una expresión de frustración.
—Mamá, hemos hablado de esto. Dulce y yo estamos criando a Tessa como consideramos mejor. Necesitas respetar eso. —dijo con un tono que dejaba claro que estaba cansado de estas discusiones.
Alexandra alzó la barbilla, mirando a su hijo con severidad.
—Christopher, solo estoy tratando de ayudar. Pero si no quieres escuchar mis consejos, está bien. Solo recuerda quién ha criado a un hijo antes. —dijo, girándose para salir de la cocina con dignidad herida.
Dulce suspiró, pasándose una mano por el rostro.
—No puedo más con esto, Chris. Es demasiado. No hago nada bien para ella, y tú... tú siempre estás de su lado. —dijo con frustración, sintiendo las lágrimas de impotencia en sus ojos.
Christopher se acercó a ella, tratando de abrazarla, pero Dulce dio un paso atrás.
—Dulce, no es así. Solo trato de mantener la paz. No quiero que esto se convierta en una guerra entre tú y mi mamá. —dijo Christopher, tratando de explicar.
—Pues ya lo es, Christopher. Y yo... yo no sé cuánto más puedo soportar esto. —dijo Dulce, su voz quebrándose.
Esa noche, Christopher decidió irse a la casa de su madre por unos días. Necesitaba espacio para pensar. Sin embargo, esa decisión solo añadió más combustible al fuego.
Mientras estaba en la casa de Alexandra, ambos tuvieron una conversación seria sobre Dulce y su relación.
—Chris, cariño, sé que amas a Dulce. Pero... ¿no crees que tal vez se apresuraron demasiado? —preguntó Alexandra, sentándose junto a él en el sofá.
Christopher suspiró, sintiéndose agotado.
—Mamá, todo ha sido muy rápido, lo sé. Pero amo a Dulce. —respondió, mirando a su madre con una mezcla de cansancio y determinación.
Alexandra asintió, mirándolo con una mezcla de preocupación y tristeza.
—Lo sé, hijo. Pero es tan joven. Apenas entiende lo que significa ser madre, ser esposa. Y tú... tú tienes tus propias responsabilidades. Hay una diferencia de edad y de experiencia. Tal vez eso es lo que está creando tanto conflicto. —sugirió Alexandra suavemente.
Christopher frunció el ceño.
—¿Estás diciendo que cometí un error al casarme con ella? —preguntó, sintiendo que una parte de él estaba en conflicto.
Alexandra negó con la cabeza.
—No estoy diciendo que fue un error, solo que... quizás no fue lo más prudente. —dijo con cautela—. Quizás ambos necesitan más tiempo para entender realmente lo que quieren de esta vida juntos.
Christopher se quedó en silencio, mirando al vacío. Por primera vez, empezó a cuestionarse si, de hecho, las cosas se habían movido demasiado rápido.
De vuelta en casa, Dulce trataba de calmarse, pero la conversación con Alexandra y la partida de Christopher la habían dejado llena de dudas e inseguridades. Se sentía sola y desorientada, incapaz de entender por qué su mundo se estaba desmoronando tan rápidamente.
Esa noche, mientras hablaba con Anahí por teléfono, sintió un pequeño alivio al desahogarse.
—No sé qué hacer, Anahí. Siento que estoy perdiendo a Christopher, y no sé cómo solucionarlo. —confesó Dulce con la voz llena de angustia.
Anahí suspiró al otro lado de la línea.
—Dulce, tú sabes cuánto te quiero, pero tal vez... tal vez deberías pensar en lo que realmente quieres para ti y para Tessa. Quizás te apresuraste al casarte tan pronto. —dijo Anahí con suavidad.
Dulce cerró los ojos, sintiendo cómo las lágrimas corrían por sus mejillas.
—Lo sé, pero no quiero perderlo. No quiero que Tessa crezca sin su padre. —respondió con desesperación.
—Entonces, quizás necesitas hablar con él, decirle cómo te sientes, ser honesta. Eso es lo único que puedes hacer ahora. —aconsejó Anahí con sabiduría.
Dulce asintió, aunque sabía que esa conversación sería difícil.
Mientras tanto, Christopher seguía en la casa de su madre, luchando con sus propios demonios y cuestionando si su amor por Dulce sería suficiente para superar las crecientes tensiones entre ellos.
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Amor a la medianoche
FanfictionDulce María Espinoza Saviñón, una pelirroja rebelde y popular, vive en un estricto internado para chicas, donde sueña con libertad y aventuras más allá de las paredes del colegio. Su mejor amiga, Anahí, la acompaña en sus escapadas nocturnas para ex...