Los meses pasaron como un suspiro entre risas, abrazos y la creciente emoción de la llegada de un nuevo miembro a la familia. Dulce y Christopher habían dedicado cada momento libre a preparar el cuarto del bebé, con colores suaves y muebles de madera clara. Sin embargo, habían decidido mantener en secreto el sexo del bebé, queriendo que fuera una sorpresa hasta el final. Aun así, Christopher insistía con una sonrisa encantadora cada vez que pasaban frente al cuarto:—Será una niña, Dulce. Lo siento en mis huesos.
Dulce se reía y le daba un suave golpe en el brazo.
—No importa si es niño o niña, Christopher. Lo único que quiero es que nazca sano y fuerte. Aunque... —añadió, mirándolo de reojo—. Si es una niña, creo que te habrás ganado el derecho a nombrarla.
Christopher sonrió y besó suavemente la frente de Dulce, lleno de amor y emoción. Maite, la hermana de Christopher, organizó un hermoso baby shower en honor de la pareja. Fue un evento íntimo, rodeado de amigos cercanos y familiares. Alfonso, el hermano de Dulce, asistió junto a su mejor amiga Anahí.
Aunque la atmósfera estaba cargada de alegría, no todos compartían la misma felicidad. Alexandra, la madre de Christopher, aún no había aceptado del todo a Dulce en la familia. Fernando, el padre de Dulce, todavía guardaba cierta distancia debido a los problemas que habían surgido con la empresa.
A pesar de esto, Dulce y Christopher disfrutaron del evento, agradecidos por tener a personas tan queridas a su lado. Los días pasaron con rapidez y, cada noche, Dulce soñaba con el momento en que por fin conocería a su bebé. Una madrugada, Dulce se despertó abruptamente, sintiendo una punzada intensa en su abdomen. Intentó moverse con cuidado, pero el dolor volvió, más fuerte esta vez.
—Christopher... —susurró, con la voz entrecortada—. Creo que es hora.
Christopher, quien dormía profundamente, se incorporó de golpe al escuchar las palabras de Dulce. Sus ojos se abrieron de par en par mientras intentaba procesar la información.
—¿Ahora? —preguntó, con una mezcla de emoción y nerviosismo en su voz.
—¡Sí, ahora! —exclamó Dulce, respirando profundamente para calmarse.
Christopher saltó de la cama, buscando frenéticamente las llaves del coche y el bolso que habían preparado para este momento.
—¡Vamos, vamos! —dijo, ayudando a Dulce a levantarse con cuidado.
Con el corazón acelerado y las manos temblorosas, Christopher ayudó a Dulce a llegar al coche. Condujo hacia el hospital con una mezcla de miedo y emoción. Cada tanto, miraba a Dulce, preocupado, pero ella le daba una sonrisa tranquilizadora entre contracciones.
—Todo va a estar bien, Christopher —dijo, apretando suavemente su mano—. Pronto conoceremos a nuestro bebé.
Al llegar al hospital, el personal médico se apresuró a llevar a Dulce a una sala de parto. Christopher permaneció a su lado todo el tiempo, sosteniendo su mano y animándola a seguir adelante.
—Estás haciendo un trabajo increíble, amor —le susurró al oído—. Estoy tan orgulloso de ti.
Las horas pasaron en un suspiro y, finalmente, el momento llegó. Dulce gritó una última vez, y el llanto de un bebé llenó la sala. Christopher miró al doctor con los ojos llenos de lágrimas mientras levantaba a una pequeña criatura envuelta en mantas.
—Felicidades —dijo el doctor, sonriendo—. Es una niña.
Dulce, agotada pero radiante, miró a Christopher con una sonrisa amplia en el rostro.
—Te lo dije... —murmuró Christopher, lleno de alegría—. Es una niña.
Los médicos colocaron a la bebé sobre el pecho de Dulce, y ella la miró con adoración, sus ojos llenos de lágrimas de felicidad.
—Hola, pequeña Tessa —susurró Dulce, acariciando suavemente la mejilla de su hija—. Bienvenida al mundo.
Christopher se acercó, mirando a su hija con una mezcla de asombro y amor.
—Eres perfecta —dijo, besando la frente de Tessa—. Te prometo que siempre estaremos aquí para ti, pequeña.
En ese momento, todo lo demás se desvaneció. Las preocupaciones, los miedos, los conflictos familiares... Nada de eso importaba. Lo único que existía era el amor inmenso que ambos sentían por su hija. Dulce y Christopher sabían que la vida sería un desafío con Tessa, pero también sabían que juntos podrían superar cualquier obstáculo.
A medida que Tessa se acomodaba en los brazos de su madre, Dulce miró a Christopher y sonrió.
—Gracias por estar aquí, por siempre apoyarme.
Christopher la miró con ternura.
—Gracias a ti, Dulce. Por darme a Tessa y por ser la persona más increíble que conozco.
La familia Espinoza-Uckermann había dado la bienvenida a su nuevo miembro, y con ella, una nueva era de amor y esperanza comenzaba.
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Amor a la medianoche
FanfictionDulce María Espinoza Saviñón, una pelirroja rebelde y popular, vive en un estricto internado para chicas, donde sueña con libertad y aventuras más allá de las paredes del colegio. Su mejor amiga, Anahí, la acompaña en sus escapadas nocturnas para ex...