Capítulo 36 : Una Propuesta Inolvidable

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El día del cumpleaños de Dulce llegó con el aroma dulce de las flores de primavera y un aire de celebración que se sentía en cada rincón del pequeño pueblo. A pesar de ser un lugar conservador, la noticia del embarazo de Dulce y su amor por Christopher se había convertido en un tema de conversación inevitable, pero a la joven pareja no le importaba. Para ellos, este era un día especial, una nueva etapa de su vida que querían celebrar a lo grande.

Christopher había estado planeando una sorpresa para Dulce desde que confirmaron el embarazo. Sabía que este sería su primer cumpleaños lejos de su familia, y quería que fuera un día que ella nunca olvidara. Había pasado semanas organizando todo en secreto, asegurándose de que cada detalle fuera perfecto.

—¿Qué estás tramando, Chris? —preguntó Dulce esa mañana, cuando él insistió en que se quedara en casa mientras él salía temprano para "hacer algunos recados".

Él sonrió, inclinándose para besarla en la frente. —Nada que necesites saber aún, pelirroja. Solo prepárate para el mejor cumpleaños de tu vida.

La tarde llegó, y con ella, la sorpresa. Christopher había transformado el jardín de la casa de sus abuelos en un paraíso romántico. Había luces de hadas colgadas de los árboles, una mesa adornada con flores silvestres y una pequeña tarima de madera en el centro. Dulce, al llegar, se quedó sin palabras, con los ojos brillando de emoción.

—¡Christopher! —exclamó, llevándose las manos a la boca—. ¡Esto es... increíble!

—No es nada comparado con lo que tú te mereces —respondió él, tomando su mano y llevándola hacia la tarima.

A medida que la noche avanzaba, los amigos que habían hecho en el pueblo se reunieron para celebrar con ellos. La música llenó el aire, y la risa resonó bajo el cielo estrellado. Dulce no podía dejar de sonreír; estaba rodeada de personas que la apoyaban, pero más importante aún, estaba con el hombre que amaba, el hombre con quien había decidido compartir su vida.

Después de la cena, Christopher se puso de pie, alzando su copa. —Quiero decir unas palabras —anunció, haciendo que todos guardaran silencio.

Dulce lo miró, sorprendida, mientras él continuaba. —Hace poco más de un año, conocí a una chica en un bar, una chica que cambió mi vida para siempre. Dulce, desde el momento en que te vi, supe que había algo especial en ti. Me enseñaste a ver el mundo de una manera diferente, me enseñaste lo que es el verdadero amor. Y ahora, vamos a tener un bebé... nuestro bebé.

Los ojos de Dulce se llenaron de lágrimas de felicidad mientras escuchaba cada palabra. Christopher tomó una respiración profunda y, de repente, se arrodilló frente a ella, sacando una pequeña caja de terciopelo de su bolsillo.

—Dulce María Espinoza —dijo, con la voz cargada de emoción—. Eres mi todo. Mi compañera, mi amor, la madre de mi hijo. Quiero pasar el resto de mi vida contigo, construyendo nuestra familia, enfrentando cualquier desafío que venga. ¿Te casarías conmigo?

La multitud contuvo el aliento. Dulce, con lágrimas rodando por sus mejillas, asintió rápidamente antes de poder hablar. —¡Sí, Christopher! ¡Claro que sí!

La multitud estalló en aplausos mientras Christopher se levantaba y la abrazaba con fuerza, girándola en el aire. El momento era perfecto, lleno de amor y felicidad, una promesa de un futuro brillante juntos.

Más tarde, cuando los invitados comenzaron a irse, Christopher y Dulce se sentaron bajo las estrellas, todavía tomados de la mano. —No puedo creer que vayamos a ser padres y ahora vamos a casarnos —dijo Dulce, con una sonrisa soñadora en su rostro—. ¿Te das cuenta de lo afortunados que somos?

Christopher la miró, con una seriedad repentina en su expresión. —Lo sé, Dulce. Pero también sé que no va a ser fácil. Tenemos que enfrentar a nuestros padres tarde o temprano. Tu padre... Fernando nunca va a aceptar que estemos juntos, menos ahora que estamos esperando un bebé.

Dulce asintió, suspirando. —Lo sé. Él siempre ha querido controlarme, decidir mi vida. Pero ya no soy una niña. Y ahora, no estoy sola. Estoy contigo. Estoy dispuesta a pelear por nuestra familia.

—Y luego está mi madre —agregó Christopher—. Alexandra nunca ha sido fácil. Siempre ha esperado lo mejor de mí, y sé que nunca me ha visto lo suficientemente bueno. Y ahora, con todo esto... probablemente piense que todo es una locura, que me has... engatusado, como ella diría.

Dulce rió suavemente, pero había una sombra de tristeza en sus ojos. —Sé que nunca le caeré bien. Pero no me importa. Lo que importa es lo que nosotros pensamos, lo que queremos. Y si tenemos que enfrentarnos a ellos, lo haremos juntos.

Christopher la besó suavemente, su frente apoyada contra la de ella. —Lo haremos, Dulce. Juntos podemos con todo.

Pasaron un rato en silencio, disfrutando de la paz del momento, conscientes de los desafíos que les esperaban. Pero por ahora, eran felices. Eran fuertes. Y lo más importante, estaban enamorados y listos para enfrentar el mundo, juntos.

La noche avanzó, y con ella, la promesa de un nuevo comienzo. Un comienzo lleno de amor, desafíos, y sobre todo, de la certeza de que, sin importar lo que el futuro les deparara, siempre se tendrían el uno al otro.

Amor a la medianoche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora