Capítulo 59 : Descubrimientos Inesperados

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Tessa estaba en su habitación, intentando concentrarse en su tarea de matemáticas, pero la reciente discusión con Laura y la tensión palpable en casa no la dejaban enfocarse. Algo en la forma en que sus padres se comportaban últimamente la tenía preocupada. Decidió ir a la cocina por un vaso de agua, esperando calmarse.

Mientras caminaba por el pasillo, escuchó las voces de sus padres en la sala. La puerta estaba entreabierta y, sin querer, comenzó a escuchar.

—Chris, esto no puede seguir así —decía Dulce, su tono cargado de preocupación—. No sé qué estamos haciendo, pero no está bien.

—Lo sé, Dulce —respondió Christopher suavemente, acercándose a ella—. Pero cada vez que estoy cerca de ti, no puedo evitarlo. Todo se siente tan... correcto.

Dulce apartó la mirada, su expresión llena de confusión.

—¿Y qué hay de Tessa? ¿Qué pensaría si supiera que estamos...? —su voz se quebró, incapaz de terminar la frase.

—Dulce, no pienses en eso ahora —susurró Christopher, acariciando suavemente su mejilla—. Sé que hemos cometido errores, pero cuando estoy contigo... me siento como si todo estuviera bien de nuevo.

Dulce suspiró, sus defensas comenzando a flaquear ante las palabras de Christopher.

—Chris, no podemos simplemente ignorar todo lo demás. Hay demasiado en juego —replicó Dulce, aunque su voz no era tan firme como quería que fuera.

Christopher se inclinó más cerca de ella, su mirada intensa.

—Dulce, cada vez que te veo, siento que estoy en casa. ¿No sientes lo mismo?

Ella cerró los ojos por un momento, tratando de resistirse, pero la cercanía de Christopher era reconfortante, familiar. Cuando volvió a abrirlos, él estaba aún más cerca, sus labios rozando los suyos. Sin pensarlo más, se dejaron llevar por el momento, sus labios encontrándose en un beso lleno de añoranza y emociones contenidas.

Tessa, quien había estado parada fuera de la puerta, vio todo con incredulidad. Su corazón latía con fuerza en su pecho, su mente llena de preguntas. Sin poder contenerse más, empujó la puerta y entró bruscamente en la sala.

—¡¿Qué está pasando aquí?! —gritó Tessa, su voz temblando tanto de sorpresa como de furia.

Dulce y Christopher se separaron rápidamente, mirándola con ojos muy abiertos, sorprendidos por su repentina aparición.

—Tessa... —comenzó Dulce, tratando de mantener la calma—. No es lo que parece.

—¡¿No es lo que parece?! —repitió Tessa con sarcasmo, cruzándose de brazos—. ¡Los vi besándose! ¿Qué están haciendo? ¿Están juntos de nuevo? ¿Y qué hay de Laura?

Christopher levantó las manos, intentando calmar a su hija.

—Tessa, cariño, por favor, escúchanos. No es tan simple como parece.

—¡Claro que no es simple! —Tessa replicó con frustración—. Pero tampoco pueden andar por ahí besándose y pretendiendo que no pasa nada. ¿Por qué no me lo contaron antes? ¿Es que acaso ya no confían en mí?

Dulce dio un paso hacia Tessa, intentando poner una mano en su hombro, pero Tessa se apartó bruscamente.

—Tessa, por favor, necesitamos que entiendas que hay muchas cosas en juego aquí —intentó explicar Dulce, su voz temblorosa—. No es fácil para nosotros tampoco...

—¿Entender qué? —Tessa la interrumpió, con lágrimas de frustración en los ojos—. ¡Todo esto es una locura! No puedo creer que estén haciendo esto a mis espaldas. ¿Y qué pasa con Laura? ¿O ella tampoco importa?

Christopher se acercó, intentando mediar.

—Tessa, sabemos que esto es difícil para ti. Solo queremos lo mejor para ti, de verdad.

—¿Lo mejor para mí? —repitió Tessa, sus ojos ardiendo de ira—. ¿Cómo puede ser lo mejor para mí ver a mis padres enredados en algo así? ¿Creen que soy una niña y que no entiendo? ¿Y qué hay de Laura, papá? —agregó con enfado, girándose hacia Christopher—. ¿Estás jugando con ella también?

Christopher suspiró profundamente, consciente de que Tessa estaba más enojada y dolida de lo que había imaginado.

—Tessa, no es nuestra intención herirte o hacerte sentir así. Laura... es complicado. Pero lo que tu madre y yo compartimos es...

—¡No quiero oírlo! —Tessa lo interrumpió, levantando la voz—. No quiero escuchar excusas. Si van a estar juntos, háganlo bien. Y si no, entonces déjenlo. Pero no jueguen con los sentimientos de todos.

Hubo un momento de silencio tenso en la habitación. Dulce y Christopher se miraron, ambos sintiendo el peso de la situación y el dolor evidente de su hija.

—Lo siento, Tessa —dijo finalmente Christopher con sinceridad—. De verdad, lo siento. Estamos tratando de entender esto nosotros mismos.

—Bueno, cuando lo descubran, avísenme —respondió Tessa con sarcasmo, sus ojos llenos de lágrimas—. No quiero ser la última en enterarme de lo que pasa en mi propia familia.

Dicho esto, Tessa se dio la vuelta y salió de la sala, golpeando la puerta detrás de ella. Dulce y Christopher quedaron en silencio, el eco de la puerta resonando en la casa.

Dulce se volvió hacia Christopher, lágrimas rodando por sus mejillas.

—¿Ves lo que hemos hecho? —dijo con voz rota—. Estamos confundiendo a nuestra hija. Esto tiene que parar, Chris. No podemos seguir así.

Christopher asintió, la culpa pesando sobre él.

—Tienes razón, Dulce. Necesitamos aclarar las cosas, por Tessa... y por nosotros también.

Dulce asintió lentamente, sabiendo que era verdad. Tenían que enfrentar la realidad, sin importar cuán dolorosa fuera, y tomar decisiones que no lastimaran más a su hija. Pero antes de eso, necesitaban aclarar sus propios sentimientos y definir lo que realmente querían para el futuro.

Ambos sabían que el camino por delante no sería fácil, pero estaban decididos a hacerlo bien, por Tessa y por ellos mismos.

Amor a la medianoche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora