Capítulo 35 : Un Nuevo Comienzo

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Las semanas habían pasado con una tranquilidad que parecía inusual para Dulce. La vida en el pequeño pueblo con Christopher se había convertido en una rutina agradable y casi idílica, a pesar de los rumores constantes de los vecinos sobre su relación. Ahora que se acercaba su cumpleaños, Dulce se sentía más libre que nunca. Pronto cumpliría la mayoría de edad, y con ello, finalmente se liberaría del control de su padre, al menos legalmente.

Pero había algo que le preocupaba, algo que no podía ignorar. Las últimas semanas había estado sintiéndose más cansada de lo habitual, con náuseas matutinas que cada vez eran más difíciles de ocultar. Una idea comenzó a tomar forma en su mente, una sospecha que la llenaba de ansiedad y emoción al mismo tiempo.

Finalmente, decidió hablar con alguien de confianza. Tomó su teléfono y marcó el número de Anahí, esperando que su mejor amiga pudiera darle el apoyo que necesitaba.

—¿Dulce? —La voz de Anahí sonó al otro lado de la línea, con un tono de sorpresa y alivio—. ¡No puedo creer que me estés llamando! He estado tan preocupada...

—Lo sé, Ani —respondió Dulce, tratando de mantener su voz firme—. Yo también te he extrañado. Necesitaba hablar contigo.

—¿Qué pasa? —preguntó Anahí con preocupación—. ¿Todo está bien con Christopher?

—Sí, sí, estamos bien... pero hay algo más —Dulce vaciló un momento antes de soltarlo todo—. Creo que estoy embarazada.

Hubo un silencio momentáneo del otro lado, luego Anahí exclamó: —¡¿Qué?! ¿Estás segura? ¿Te has hecho una prueba?

Dulce suspiró. —No aún, pero he tenido todos los síntomas... y mis periodos siempre han sido regulares hasta ahora.

Anahí guardó silencio por un momento antes de hablar en un tono más serio. —Dulce, escucha... sé que esto es un gran shock, pero también tengo que decirte algo. Tu padre no ha dejado de buscarte. Ha contratado a detectives, y está empeñado en encontrarte. Dice que necesitas regresar.

Dulce sintió un nudo en el estómago, su miedo y su rabia mezclándose. —No, Ani. No puedo regresar. No voy a casarme con Aron ni voy a volver a esa vida. Christopher y yo estamos construyendo algo aquí, lejos de todo eso.

—Lo entiendo —dijo Anahí suavemente—. Pero si realmente estás embarazada... ¿qué piensas hacer?

Dulce cerró los ojos y respiró hondo. —No lo sé. Primero necesito confirmar si es cierto... y luego, hablaré con Christopher. No quiero que esto nos separe, Ani.

—Dulce, si necesitas algo, cualquier cosa, sabes que estoy aquí para ti —le aseguró Anahí—. Pero ten cuidado. Si decides quedarte, tendrás que estar lista para enfrentarte a lo que venga.

—Lo sé. Gracias, Ani. Te mantendré informada —respondió Dulce, sintiéndose un poco más tranquila después de hablar con su amiga.

Después de colgar, Dulce se sentó en la cama, pensando en lo que debía hacer. No podía dejar que el miedo la paralizara. Decidida, se dirigió al pequeño consultorio médico del pueblo y compró una prueba de embarazo. Las horas que siguieron fueron un torbellino de emociones mientras esperaba los resultados.

Finalmente, el momento de la verdad llegó. Se encerró en el baño, el corazón latiéndole con fuerza mientras miraba el pequeño dispositivo. Dos líneas. Positivo. Dulce dejó escapar un suspiro tembloroso, sintiendo una mezcla de alivio, temor y una extraña felicidad.

Esa noche, cuando Christopher regresó a casa, Dulce estaba esperando en la cocina, con el test de embarazo en la mano. Él la miró con una sonrisa, pero su expresión se transformó al ver la seriedad en su rostro.

—¿Qué pasa, Dulce? —preguntó, acercándose a ella—. ¿Estás bien?

Ella asintió lentamente, mostrándole el test. —Estoy embarazada, Christopher.

Los ojos de Christopher se agrandaron, y por un momento, pareció quedarse sin palabras. Finalmente, se acercó más y la abrazó con fuerza. —Dulce... esto es... increíble. No sé qué decir.

—Sé que es una gran sorpresa —dijo ella, apoyando su cabeza en su pecho—. Y sé que no planeábamos esto, pero... no quiero que nos separe. Quiero que estemos juntos, pase lo que pase.

Christopher la apartó suavemente, mirándola a los ojos con seriedad. —Entonces casémonos, Dulce. Así nadie podrá separarnos. Seremos una familia, aquí, en este lugar donde nadie puede controlarnos.

Dulce lo miró sorprendida. —¿Casarnos? ¿Ahora?

Él asintió, con determinación. —Sí, ahora. Quiero que seamos una familia. No quiero que nuestro bebé crezca sintiendo que tiene que esconderse o huir. Aquí, podremos ser quienes somos, libres de todo. ¿Te casarías conmigo?

Dulce sintió una oleada de emoción y amor por Christopher. Aunque todo estaba sucediendo muy rápido, sabía que lo que tenían era real. —Sí, Christopher. Me casaré contigo.

Los dos se abrazaron con fuerza, sabiendo que, a pesar de las dificultades que les esperaban, estaban dispuestos a enfrentarlas juntos. En ese pequeño pueblo, lejos de sus antiguas vidas, habían encontrado algo más que libertad; habían encontrado un futuro juntos.

Amor a la medianoche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora