El sol se filtraba tímidamente por las cortinas de la habitación, iluminando el rostro de Christopher mientras observaba a Dulce despertar. Ella abrió los ojos lentamente, encontrándose con la mirada intensa de él. Había algo diferente en sus ojos, un brillo nuevo, una claridad que no había visto en semanas.—Buenos días, amor —susurró Dulce, estirándose perezosamente.
Christopher no respondió de inmediato. Su mente estaba llena de recuerdos que habían regresado como una avalancha. Finalmente, habló con voz temblorosa.
—Dulce... he recordado todo —dijo, con un tono serio.
Dulce se incorporó rápidamente, la sorpresa pintada en su rostro. —¿Todo?
Él asintió, tomando su mano. —Sí, todo. Desde que te conocí en aquel bar, cuando tocaba con la banda... la primera vez que hablamos, nuestra primera cita, nuestro primer beso en tu habitación del internado... hasta las cosas difíciles, como Belinda y lo que hizo...
Dulce lo miró intensamente, con una mezcla de alivio y preocupación. —¿Y cómo te sientes? ¿Te duele recordar todo eso?
Christopher suspiró, apretando su mano. —No, no me duele... pero me hace cuestionar muchas cosas. ¿Por qué huimos, Dulce? Sé que fue para estar juntos, pero siento que hay algo más... algo que no estoy recordando del todo bien.
Dulce bajó la mirada, sus dedos jugando nerviosamente con las sábanas. Sabía que este momento llegaría, que tendría que explicarle todo a Christopher. Respiró hondo antes de responder.
—Christopher, mi padre... —comenzó, tratando de encontrar las palabras adecuadas—. Mi padre quiere obligarme a casarme con Aron Ortega, el hijo de uno de sus socios.
Christopher frunció el ceño, su expresión se endureció al escuchar las palabras de Dulce. —¿Obligarte a casarte? ¿Con ese tipo? —preguntó, su voz llena de incredulidad y rabia contenida.
—Sí —Dulce asintió, con un nudo en la garganta—. Él piensa que es lo mejor para la familia, para la empresa... No le importa lo que yo quiera, ni a quién amo de verdad. Sólo ve el poder y la conveniencia. Y cuando supe que él iba en serio con esto, cuando me entregó ese anillo frente a todos... simplemente supe que no podía quedarme ahí, que tenía que hacer algo para escapar de esa vida.
Christopher soltó la mano de Dulce y se levantó, caminando de un lado a otro de la habitación. Su mente era un torbellino de pensamientos. —Eso explica por qué querías irte tan desesperadamente —dijo finalmente, deteniéndose frente a ella—. No podía entenderlo del todo, pero ahora lo veo. Querías escapar de él, de su control.
—Sí —admitió Dulce, con lágrimas en los ojos—. Y también... quería estar contigo. Quería que viviéramos nuestro amor sin que nadie nos dijera qué hacer o cómo sentirnos. Necesitaba alejarme de esa vida donde todo está planeado y controlado por mi padre.
Christopher se arrodilló frente a ella, tomando su rostro entre sus manos. —Dulce, nunca debería haberte dejado enfrentarte a eso sola. No puedo creer que estuvieras pasando por algo tan horrible, y yo... todo lo que quería era huir contigo, pero nunca pensé en el verdadero motivo detrás de tu decisión.
Ella lo miró, las lágrimas rodando por sus mejillas. —No es tu culpa, Christopher. Yo tampoco fui completamente honesta contigo al principio. Tenía miedo... miedo de que si sabías toda la verdad, no quisieras venir conmigo. Pensé que tal vez era egoísta, pero no podía soportar la idea de perderte.
Christopher la besó suavemente en la frente, secando sus lágrimas con el pulgar. —Nunca voy a dejarte, Dulce. Y ahora que entiendo mejor lo que está pasando, vamos a encontrar una manera de enfrentar esto juntos. No podemos seguir huyendo para siempre.
Dulce asintió, apoyando su frente contra la de él. —Pero... ¿cómo enfrentamos a mi padre y a todos los demás? No quiero que vuelvan a controlar nuestras vidas.
Christopher se sentó a su lado en la cama, pensativo. —Primero, necesitamos decidir qué queremos realmente. ¿Queremos quedarnos aquí en el pueblo? ¿O deberíamos regresar y enfrentar a tu padre, hacerle entender que no puede forzarte a vivir una vida que no es tuya?
Dulce lo miró con determinación en los ojos. —Quiero ser libre, Christopher. Quiero estar contigo y ser feliz, sin que nadie nos diga cómo vivir. Si eso significa enfrentarnos a mi padre, estoy dispuesta a hacerlo... pero no puedo hacerlo sola. Necesito que estés conmigo.
Christopher sonrió, con una calidez en su mirada que la hizo sentir segura. —Siempre estaré contigo, Dulce. Juntos somos más fuertes. Vamos a planear esto con calma. No dejaremos que nos separen, no importa lo que pase.
Dulce se inclinó hacia él, besándolo con pasión y agradecimiento. —Gracias, Christopher. No sé qué haría sin ti.
—Y yo sin ti —respondió él, envolviéndola en sus brazos—. Pero primero, disfrutemos un poco más de nuestra libertad aquí. Luego, enfrentaremos el mundo.
Dulce asintió, apoyando su cabeza en su pecho, escuchando los latidos de su corazón. Sabía que la batalla que se avecinaba no sería fácil, pero con Christopher a su lado, sentía que podía enfrentarse a cualquier cosa. Juntos, decidirían su futuro, sin miedo ni arrepentimientos.
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Amor a la medianoche
Fiksi PenggemarDulce María Espinoza Saviñón, una pelirroja rebelde y popular, vive en un estricto internado para chicas, donde sueña con libertad y aventuras más allá de las paredes del colegio. Su mejor amiga, Anahí, la acompaña en sus escapadas nocturnas para ex...