Capítulo 40 : La Cena Inesperada

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La cena estaba organizada con esmero en la elegante casa de los Uckermann. Maite había querido hacer algo especial para celebrar el regreso de Christopher y presentar a Dulce a sus padres. La casa estaba adornada con flores frescas, luces suaves y una mesa bellamente dispuesta.

Maite estaba en la cocina, supervisando los últimos detalles mientras su hermano y Dulce llegaban a la casa. Christopher, con una sonrisa nerviosa, tomaba la mano de Dulce mientras se acercaban al umbral de la entrada. La tensión era palpable, pero Christopher intentaba mantener el ánimo alto.

—¿Estás lista? —le preguntó Christopher, dándole un apretón en la mano.

—Sí, creo que sí —respondió Dulce, aunque su voz traicionaba una mezcla de nervios y emoción.

—No te preocupes, mamá y papá son gente maravillosa. Estoy seguro de que todo saldrá bien.

Maite los recibió con entusiasmo en la entrada, intentando aliviar la tensión.

—¡Hola! ¡Qué bueno verlos a ambos! —dijo Maite con una sonrisa—. Todo está listo. Vamos a cenar.

La cena transcurrió con una atmósfera inicialmente alegre. Alexandra, la madre de Christopher, mostró su habitual elegancia y encanto, y Víctor, el padre, hizo su mejor esfuerzo para mantener la conversación amena. Maite se esforzaba en mantener el ambiente ligero y conversaba animadamente con Dulce.

Sin embargo, la conversación pronto tomó un giro inesperado. Durante la cena, Alexandra, con una copa de vino en la mano, observó a Dulce con una expresión de interés mezclado con desaprobación.

—Christopher —dijo Alexandra, su voz cargada de sutileza—, ¿no es curioso cómo las cosas cambian tan rápido? Cuando te lastimaste, pensé que podríamos haber evitado todo este alboroto si las cosas hubieran tomado otro rumbo.

Christopher, frunció el ceño, notando el tono en la voz de su madre.

—¿De qué estás hablando, mamá? —preguntó con una mirada preocupada.

—Estoy hablando de cómo todo esto se pudo evitar —dijo Alexandra con frialdad—. Si solo Dulce hubiera escuchado el consejo de alejarse mientras estabas en el hospital con esa amnesia temporal, nada de esto habría pasado. Después de todo, ella es una adolescente de 18 años que ahora va a ser madre. ¿Qué sabe ella de las responsabilidades de ser mamá?

Dulce se quedó en silencio, con el rostro enrojecido por la humillación. Christopher, al notar la incomodidad de Dulce, no pudo contenerse más.

—¡Eso es completamente injusto, mamá! —dijo Christopher con firmeza—. Dulce y yo hemos tomado decisiones juntos, y estamos comprometidos en enfrentar esta situación. No tienes derecho a hablar de ella así. Ella no es un problema para que lo resuelvas como si fuera una carga.

Alexandra se sorprendió por la reacción de su hijo y frunció el ceño.

—No estoy tratando de ser cruel, Christopher. Solo digo que en lugar de enfrentar esta situación como un problema, podríamos haber hecho las cosas de otra manera si ella hubiera tomado el consejo de alejarse. Esto no solo afecta a ustedes dos, sino también a toda nuestra familia y la reputación que hemos construido.

Maite, que había estado escuchando desde la cocina, se acercó al comedor con una expresión de preocupación.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Maite—. Mamá, ¿de verdad crees que es justo hablarle así a Dulce en su primera cena con nosotros?

Alexandra, visiblemente incómoda por la intervención de su hija, intentó mantener la compostura.

—Maite, solo estoy expresando mis preocupaciones. Esto es un cambio enorme, y hay muchas cosas en juego.

Dulce, con voz temblorosa pero decidida, decidió intervenir.

—Señora Uckermann, entiendo que esto no sea lo que esperaban, pero me gustaría aclarar algo. Mi embarazo no es un error, ni un obstáculo para nadie. Christopher y yo hemos tomado decisiones conscientes y hemos elegido enfrentar esta situación juntos. No estoy pidiendo su aprobación, solo un poco de respeto.

Alexandra levantó una ceja, claramente sorprendida por la valentía de Dulce.

—¿Respeto? —dijo Alexandra con un tono de incredulidad—. ¿Acaso crees que puedes simplemente pedir respeto sin entender las implicaciones de tus acciones? A veces, el respeto se gana y no se exige.

Dulce respiró hondo y continuó.

—Estoy dispuesta a trabajar para ganarme el respeto, pero eso también significa que tengo derecho a ser tratada con dignidad. No estoy aquí para causar problemas, solo para construir un futuro con Christopher y nuestro hijo. Lo que pido es la oportunidad de demostrar que podemos manejar esto con madurez y responsabilidad.

Víctor, viendo que la situación se estaba saliendo de control, intentó intervenir.

—Christopher, creo que tu madre solo está preocupada por el impacto que esto podría tener en todos nosotros. Pero entiendo tu punto de vista. Es importante que todos intentemos encontrar un equilibrio.

Alexandra, aunque claramente aún afectada, asintió con un gesto de resignación.

—Está bien, Christopher. Tienes razón en que esto es una situación complicada. Solo espero que encuentres la manera de manejarlo con madurez y responsabilidad. No quería causar más problemas.

Christopher, aliviado por el intento de su madre de calmarse, volvió a dirigirse a Dulce.

—Lo que sea que pase, lo enfrentaremos juntos. No dejes que sus palabras te lastimen. Estamos creando algo hermoso, y merecemos la oportunidad de vivirlo plenamente.

Maite, con la mirada decidida, se unió a la conversación.

—Christopher tiene razón. Todos estamos enfrentando esto juntos. Mi intención al organizar esta cena era que pudiéramos conocernos mejor y empezar con buen pie. No puedo aceptar que esto se convierta en un campo de batalla. Dulce, eres bienvenida en nuestra familia, y espero que todos podamos encontrar una forma de aceptar la situación y apoyarnos mutuamente.

La tensión en la mesa comenzó a disminuir. Aunque las palabras de Alexandra habían causado una herida profunda, la firmeza y el apoyo de Christopher y Maite proporcionaron un rayo de esperanza. La noche dejó claro que, a pesar de los desafíos, Dulce y Christopher enfrentarían estos obstáculos con una combinación de amor, determinación y el apoyo de aquellos que estaban dispuestos a aceptar y comprender.

Amor a la medianoche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora