Capitulo 24 : El Conflicto de Dos Mundos

25 1 0
                                    

El hospital estaba silencioso, roto solo por el suave pitido de las máquinas que monitoreaban el estado de Christopher.
Dulce estaba sentada junto a su cama, sosteniendo su mano fría y mirando fijamente su rostro pálido. Su corazón estaba hecho pedazos al verlo tan frágil y vulnerable. No había manera de que pudiera apartarse de su lado, no ahora.

—Dulce... —dijo Anahí suavemente, poniendo una mano en su hombro-.

Debemos volver al internado. Ya ha pasado más de un día, y si nos descubren...

—No me importa, Anahí —respondió
Dulce, con los ojos enrojecidos por el llanto—. No puedo dejarlo así.

Anahí suspiró. Sabía que Dulce estaba sufriendo, pero también sabía que estaban corriendo un gran riesgo. —Si tu papá se entera de que te has escapado, te meterás en serios problemas, Dulce. Y no solo tú, también yo. Por favor, piensa en eso.

Dulce miró a su amiga, sintiendo una mezcla de frustración y desesperación.
Sabía que Anahí tenía razón, pero no podía dejar a Christopher en este estado.

Finalmente, después de unos segundos, soltó un largo suspiro y asintió. —Está bien... pero Maite debe quedarse con el.
Maite, quien estaba de pie cerca de la puerta, asintió con la cabeza. —No te preocupes, Dulce. Me quedaré aquí y te mantendré informada de cualquier cambio.

Dulce se levantó lentamente, dejando la mano de Christopher en la cama, y siguió a Anahí fuera de la habitación. Una vez fuera, no pudo contener más las lágrimas. Se apoyó en la pared del pasillo y rompió a llorar, sintiéndose impotente.

Durante la semana, Dulce hizo todo lo posible por regresar al hospital en cada oportunidad. Anahí la cubría en el internado, pero las escapadas no eran fáciles, y el miedo a ser descubiertas aumentaba cada día. Pero nada de eso importaba para Dulce. Todo lo que quería era estar cerca de Christopher.

Una tarde, mientras estaba en el hospital, Dulce conoció a Alexandra, la madre de Christopher. Alexandra era una mujer elegante, con un aire de autoridad que intimidaba un poco a Dulce. Pero también había algo cálido en sus ojos que la hacía sentir un poco más tranquila.

—¿Tú eres Dulce? —pregunto Alexandra, mirando a la joven con curiosidad.

-Sí, señora. Yo... yo soy la novia de Christopher —respondió Dulce con nerviosismo.
Alexandra sonrió levemente y asintió. —Christopher me ha hablado de ti. Pero, ¿qué ha pasado? ¿Cómo es que mi hijo terminó aquí?

— Dulce respiró hondo, tratando de mantener la calma. —Estábamos en un bar. Christopher estaba tocando con su banda. Todo iba bien hasta que de repente empezó a sentirse mal y se desmayó. Llamamos a una ambulancia de inmediato...

Alexandra escuchó atentamente, su expresión se volvió más seria con cada palabra. —¿Y tú cómo conociste a
Christopher? —preguntó, su tono curioso pero también un poco protector.

Dulce le explicó brevemente cómo se conocieron, cómo empezaron a salir y lo que sentía por él. Alexandra la escuchó en silencio, asintiendo de vez en cuando.

En ese momento, Anahí llegó apresuradamente al hospital. Parecía nerviosa y miró a Dulce con preocupación. —Dulce, tenemos que regresar. Si tu papá descubre que no estamos en el internado, nos meteremos en problemas serios.

Alexandra, quien había estado observando la interacción, frunció el ceño. -¿Internado? —preguntó, mirando a Dulce—. ¿Cuántos años tienes, Dulce?

Dulce tragó saliva, sintiéndose repentinamente expuesta. -Tengo 17 años, señora...

La expresión de Alexandra cambió al instante. Sus ojos se agrandaron con sorpresa y preocupación. —¿17 años? — repitió, claramente en shock—. ¡Pero tú eres una adolescente!

El pasillo del hospital se llenó de tensión.

Alexandra miró a Dulce con una mezcla de incredulidad y desaprobación .

— Sabes lo que esto significa? Christopher es mayor de edad, y tú... tú apenas eres una niña. Esto es completamente inadecuado.

Dulce sintió cómo sus mejillas se sonrojaban de vergüenza y rabia.
— Con todo respeto, señora, yo no soy una niña Y amo a Christopher... sé que es mayor, pero no tiene idea de lo que hay entre nosotros.

Alexandra sacudió la cabeza, todavía procesando la información. —Esto no puede seguir así. No puedo permitir que mi hijo esté involucrado en algo tan inapropiado...

—¡Señora, por favor! —exclamó Dulce, las lágrimas brotando de sus ojos—. Yo...yo no quiero que pase nada malo entre nosotros. Solo quiero estar con él y asegurarme de que esté bien.

Anahí intervino, tratando de calmar la situación. -Señora Alexandra, por favor, comprenda. Dulce solo está preocupada por Christopher.

Alexandra miró a ambas jóvenes y luego suspiró, claramente luchando con sus emociones. —Escuchen... ahora mismo lo que importa es que Christopher se recupere. Pero esto... —hizo un gesto entre Dulce y ella misma—. Esto debe detenerse.
Dulce sintió como si su mundo se desmoronara. Pero antes de que pudiera decir algo más, Maite salió de la habitación de Christopher con una expresión de preocupación.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó, notando la tensión en el aire.

Alexandra miró a ambas jóvenes y luego suspiró, claramente luchando con sus emociones. —Escuchen... ahora mismo lo que importa es que Christopher se recupere. Pero esto... —hizo un gesto entre Dulce y ella misma—. Esto debe detenerse.
Dulce sintió como si su mundo se desmoronara. Pero antes de que pudiera decir algo más, Maite salió de la habitación de Christopher con una expresión de preocupación.

—¿Qué está pasando aqui? —pregunto, notando la tensión en el aire.

Alexandra se volvió hacia su hija y suspiró. -Nada. Solo estamos hablando.

Vamos a dejar que Christopher descanse.
Dulce, con lágrimas en los ojos, miró una ultima vez a Christopher a través del cristal de la puerta antes de girarse y seguir a Anahí por el pasillo. Sabía que las cosas se habían complicado aún más, y no tenía idea de cómo arreglar todo lo que estaba mal.

Amor a la medianoche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora