Capítulo 51 :Las Semillas de la Duda

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Dulce estaba en la sala de estar, tratando de calmar a Tessa, que lloraba desconsoladamente. Había intentado todo: darle de comer, cambiarla, mecerla, pero nada parecía funcionar. Estaba empezando a frustrarse cuando Alexandra entró en la habitación.

—¿Qué pasa aquí? —preguntó Alexandra con una nota de desaprobación en su voz.

Dulce, ya cansada, levantó la vista hacia su suegra.

—No lo sé, Alexandra. He intentado todo, pero Tessa no para de llorar. —respondió Dulce con un tono de fatiga.

Alexandra se acercó, mirando a la pequeña con ojos críticos.

—Quizás no la estás sosteniendo correctamente —dijo Alexandra, tomando a Tessa de los brazos de Dulce—. Déjame hacerlo.

Dulce se mordió el labio, conteniendo su irritación mientras observaba cómo Alexandra mecía a Tessa con facilidad. Para su frustración, la bebé se calmó casi al instante.

—¿Ves? —dijo Alexandra con una sonrisa satisfecha—. A veces, las madres jóvenes simplemente no saben lo que están haciendo.

Dulce sintió una punzada de enojo. Había estado aguantando esos comentarios desde que Tessa había nacido, pero hoy se sentía especialmente sensible.

—Gracias por el consejo, Alexandra, pero creo que puedo manejarlo —dijo Dulce, tratando de mantener la calma en su voz.

Alexandra alzó una ceja, claramente divertida por el intento de firmeza de Dulce.

—Por supuesto, querida. Pero recuerda, siempre hay espacio para mejorar. Especialmente cuando se trata de criar a un hijo. —respondió Alexandra, condescendiente.

Dulce cerró los ojos por un momento, tomando una respiración profunda para no perder los estribos. Sabía que Alexandra siempre había tenido sus dudas sobre ella, pero ahora sentía que estaba tratando de sabotear cada intento que hacía de ser una buena madre.

Más tarde, esa noche, Dulce le contó a Christopher lo que había sucedido. Estaban en la cocina, y Christopher estaba terminando de lavar los platos cuando Dulce decidió hablar.

—Chris, hoy tu mamá hizo otro comentario sobre cómo cuido a Tessa. Me dijo que no la estaba sosteniendo bien y me quitó a la bebé de los brazos. Esto ya está comenzando a afectarme. —dijo Dulce, tratando de mantener su voz tranquila.

Christopher se secó las manos y se giró hacia ella, frunciendo el ceño.

—Dulce, ¿no crees que tal vez estás exagerando un poco? Mi mamá solo quiere ayudar. Ella tiene experiencia, y quizás solo está tratando de darte algunos consejos. —dijo Christopher, tratando de suavizar la situación.

Dulce lo miró, sintiendo cómo la frustración crecía dentro de ella.

—¿Exagerando? ¡Chris, ella siempre tiene algo que decir sobre lo que hago! Es como si nunca fuera suficiente. ¡Ya estoy cansada de que me trate como si no supiera nada! —replicó Dulce, elevando un poco la voz.

Christopher suspiró, pasándose una mano por el cabello.

—Mira, sé que puede ser difícil, pero ella es mi mamá. No creo que lo esté haciendo con mala intención. Solo intenta ayudarte... —contestó Christopher, tratando de calmarla.

Dulce cruzó los brazos, sintiendo que su enojo no se disipaba.

—No, Chris. Esto no es solo "ayudar". Es criticar constantemente. Y parece que tú estás de su lado. —dijo Dulce, con su voz temblando ligeramente.

Christopher levantó las manos en un gesto de paz.

—No estoy del lado de nadie, Dulce. Solo digo que tal vez deberías tomar sus comentarios como algo constructivo. No tiene sentido pelear por esto. —dijo, tratando de ser conciliador.

—¡Pero es que no son constructivos, Chris! ¡Son condescendientes y despectivos! —respondió Dulce, sintiendo que las lágrimas comenzaban a formarse en sus ojos por la frustración.

La tensión en la habitación se hizo palpable, y Christopher suspiró de nuevo, sintiendo que no estaba llegando a ninguna parte con esta conversación.

—Dulce, creo que necesitas calmarte un poco. Esto no es bueno para Tessa ni para nosotros. —dijo Christopher, intentando terminar la discusión.

Dulce apretó los labios, conteniendo su ira.

—Quizás tienes razón, Christopher. Quizás me estoy volviendo loca. —dijo finalmente, dando la vuelta y saliendo de la cocina.

Más tarde, esa misma noche, Dulce se reunió con Anahí en un café cercano. Necesitaba hablar con alguien que la entendiera, y Anahí siempre había sido su roca.

—¿Qué está pasando, Dulce? —preguntó Anahí, notando inmediatamente la mirada preocupada de su amiga.

Dulce suspiró, revolviendo su café con una cucharilla.

—Es Alexandra. No para de criticar todo lo que hago con Tessa. Y cuando le dije a Christopher cómo me sentía, él me dijo que probablemente estaba exagerando. —dijo Dulce, tratando de no romper a llorar.

Anahí asintió, escuchando atentamente.

—¿Y cómo te hizo sentir eso? —preguntó suavemente.

—Como si no tuviera a nadie de mi lado. Como si estuviera equivocada por sentirme así. —respondió Dulce, su voz quebrándose.

Anahí suspiró, pensando cuidadosamente en sus palabras.

—Dulce, sabes que te quiero mucho, y siempre voy a estar aquí para ti. Pero... ¿no crees que tal vez te apresuraste un poco en casarte con Christopher? Apenas se conocían bien cuando todo esto pasó. —dijo Anahí, tratando de ser lo más honesta posible.

Dulce la miró con sorpresa.

—¿Tú también piensas que fue un error? —preguntó, sintiéndose herida.

Anahí sacudió la cabeza rápidamente.

—No, no es eso. Solo creo que las cosas han sido muy rápidas. Han pasado muchas cosas en tan poco tiempo, y quizás no tuvieron la oportunidad de conocerse profundamente antes de que todo esto sucediera. —explicó Anahí.

Dulce miró hacia abajo, sintiendo que las dudas comenzaban a crecer en su mente.

—No sé, Anahí. Amo a Christopher, pero... esto es más difícil de lo que pensé. —admitió Dulce, su voz apenas un susurro.

Anahí tomó la mano de Dulce, apretándola con fuerza.

—Es normal tener dudas, Dulce. Pero lo importante es hablarlo, ser honestos el uno con el otro. No dejes que esto te consuma. —dijo Anahí con un tono de apoyo.

Dulce asintió, tratando de procesar todo lo que estaba sintiendo.

—Gracias, Anahí. Necesitaba escuchar eso. —dijo finalmente, ofreciendo una débil sonrisa.

Anahí le devolvió la sonrisa, aunque con preocupación en sus ojos.

—Para eso estoy, amiga. Siempre estaré aquí para ti, pase lo que pase. —le aseguró Anahí.

Mientras salían del café, Dulce no podía dejar de pensar en las palabras de Anahí y en lo que había sucedido con Christopher y Alexandra. Sabía que necesitaba hacer algo al respecto, pero no estaba segura de cuál era el siguiente paso. Mientras tanto, las dudas seguían rondando su mente, y la tensión en su matrimonio solo parecía crecer.

Amor a la medianoche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora