Capítulo 5

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Si no quieres que se sepa, no lo hagas


Tras echar un rápido vistazo a ambos lado de la bocacalle, la chica volvió a camuflarse en el oscuro manto de la noche. Solo su tez pálida podía percibirse entre el baile de las sombras que provocaban las luces de las farolas. Era la primera vez que Alex estaba tan cerca de ella, y una mezcla de intriga y desasosiego lo invadió.

—Te siguen —dijo la joven, con un tono que sonaba a advertencia.

—¿Qué? ¿Quién? —preguntó Alex, sintiendo que cada vez que se encontraba con ella, sus palabras eran un enigma sin resolver.

—Tienes que irte.

La joven hacía repetidas pausas entre las frases, como si cada palabra le costara un esfuerzo considerable. Alex no sabía si dudaba antes de hablar o si le gustaba crear misterio.

—¿Irme? ¿A dónde? —replicó él, nervioso y sintiendo cómo el sudor se acumulaba en las palmas de sus manos.

—Tú no quieres esto —respondió ella, su mirada fija en el brazalete que adornaba su muñeca.

A Alex le costaba comprender qué era lo que decía la joven. En parte porque sentía como si mantuviera una conversación con una niña que recién había aprendido a hablar, y en parte porque nada de lo que estaba sucediendo tenía sentido.

El chico levantó el brazo, señalando el objeto.

—Esto —dijo—. ¿Cómo me lo quito?

—No puedes —replicó, su voz firme.

—¿Cómo que no puedo? —exclamó él— Tiene que haber alguna forma de quitarme esto. ¿Para qué me llamas si no lo sabes?

—Sí puedes.

—Comienzo a preguntarme si realmente entiendes mi idioma —dijo él resignado.

Frustrado, se pasó la mano por el cabello, despeinándose aún más.

—No puedes ahora —habló la joven, con una expresión que mostraba su propia frustración—, pero sí puedes después.

—¿Cuándo es después? —preguntó, sintiéndose más perdido que antes.

La chica resopló, como si las palabras se le escaparan en una lengua que no dominaba del todo.

—Primero, huye lejos y luego —señaló el brazalete en su muñeca— me das eso.
 
Alex alzó una ceja, la confusión evidente en su rostro.

—¿Esto es tuyo? —preguntó, alzando el brazo donde la serpiente se enroscaba.

No hubo respuesta. Un suspiro escapó de los labios de Alex.

—Mira, creo que esto no nos lleva a ninguna parte —reconoció mientras sacaba de su móvil del bolsillo—. ¿Por qué  no probamos de otra forma? —sugirió, mostrando en el traductor en la pantalla.

La chica asintió, y tomó el teléfono con rapidez, escribiendo un mensaje que luego le mostró. Alex, al recibir de nuevo su móvil, leyó en la pantalla unos caracteres chinos acompañados de su traducción.

En cuestión de un minuto, la joven había escrito una buena cantidad de líneas. Alex las leyó con rapidez, pero al terminar, se sintió igual de confundido.

—¿Esto es un amuleto vinculado a mí? —repitió lo que había leído. Ella asintió, luego señaló la última frase, que era una pregunta.

—¿Mis padres?

La curiosidad de la joven por sus padres le parecía extraña.

—Si te refieres a mis padres biológicos, no lo sé —respondió mientras releía el mensaje—. A todo esto, ¿qué es eso del eclipse? ¿En serio tenemos que esperar al próximo eclipse para quitarme esto?

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