Capítulo 28

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El trabajo del pensamiento se parece a la perforación de un pozo: el agua es turbia al principio, mas luego se clarifica


—Alcohol —se quejó Li, cuando Alex finalmente abrió los ojos—. ¿Qué has hecho?

—Ahogar mis penas en alcohol —respondió Alex, medio adormilado, mientras una dolorosa sensación martilleaba en su frente.

Li no hizo comentario alguno. Se limitó a observarlo, mientras él seguía abrazado a la almohada, aprovechando cada segundo de ese letargo. Parecía que al menos uno de ellos había logrado dormir sin interrupciones.

Alex gimió, cubriéndose la cara con las sábanas, pero al cabo de unos segundos desistió y abrió los ojos. La realidad lo golpeó de lleno.

—Genial. No era un sueño —se lamentó, reconociendo que todos sus problemas seguían allí, intactos.

Desvió la mirada hacia Li, que estaba de pie junto a la cama, observándolo con una mezcla de paciencia y reproche.

—Lo siento —dijo la joven, su voz apagada, como si el peso de esas palabras fuera más grande de lo que quería revelar.

Alex no sabía exactamente por qué se disculpaba en concreto, pero dejó de pensar en ello cuando su atención se dirigió al brazalete que aún seguía en su muñeca. No había soluciones mágicas que llegaran durante la noche, pero los problemas sí que aparecían de repente, como aquel maldito amuleto.

Un ruido captó su atención. Li se movía por la habitación, recogiendo sus cosas.

—¿A dónde vamos? —preguntó Alex, forzándose a salir de su letargo.

Li arqueó una ceja, sorprendida por su pregunta.

—¿Quieres venir?

Alex cerró la boca tan rápido como la había abierto. ¿De verdad quería ir con ella? Su mente repasó los últimos días: monstruos, peligros constantes, la sensación de estar al borde de la muerte... y la muerte misma. Desde ser atacado por un ave monstruosa hasta casi perder un brazo recientemente. Nada de eso sonaba atractivo.

—Tranquilo —dijo Li, antes de que pudiera responder—. Solo voy a comprar ropa.

Eso no sonaba tan peligroso. Aunque todo era un peligro potencial con Li.

—¿Más ropa? —preguntó, algo confundido.

No era que tuvieran mucho que elegir. Sus prendas eran escasas y funcionales, lo justo para lavar una y usar otra. Pero su situación no requería de más de eso.

—Ropa para andar —aclaró Li, aunque eso solo añadió más confusión a Alex, hasta que explicó que necesitaban equipo para hacer senderismo.

El lugar donde Li creía que se resolverían todos sus problemas no estaba cerca. Tendrían que caminar mucho para llegar, y aparentemente, el esfuerzo físico sería considerable.

El agua fría de la ducha despejó a Alex, aunque no mejoró su humor. Mientras intentaba dejar atrás los recuerdos recientes, se preguntaba si esos pensamientos inquietantes lo acompañarían para siempre. Evidentemente, su mente estaba lidiando con el trauma, pero la idea de acudir a un psicólogo le parecía absurda. ¿Cómo iba a explicar que casi lo mataban criaturas sobrenaturales?

Se rio con amargura. Nada tenía sentido, y cuanto más intentaba entenderlo, más se hundía en la locura. Así que decidió seguir adelante como si nada lo hubiera afectado. ¿Funcionaría? Probablemente no.

Cuando salió del baño, el canto de un ave lo sacó de sus pensamientos. La misma pequeña criatura estaba posada en la mano de Li, comiendo tranquilamente. Sin embargo, la atención de la joven estaba en un pequeño trozo de papel que sostenía en la otra mano. Una carta, traída por el pájaro.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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