CAPITULO 16

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JULIA

Mientras nos reímos y seguimos bebiendo, el teléfono de Natalia suena. La mirada de su rostro cambia al instante, una chispa de emoción brilla en sus ojos.

—Es él —dice, casi susurrando, mientras desliza su dedo por la pantalla.

Responde rápidamente, y aunque no puedo escuchar la conversación, puedo ver su sonrisa ampliarse a medida que habla. Hay algo en su forma de reír que me hace sentir que realmente le gusta.

—¡Sí, claro! —escucho que dice—. Sí, estamos listas. —Pausa. Su expresión se ilumina aún más—. ¡Genial! ¿En veinte minutos? Perfecto, te esperamos.

Cuelga y se vuelve hacia mí, una sonrisa radiante en su rostro.

—Viene a por nosotras en veinte minutos —anuncia, claramente emocionada.

—¿Cómo se llamaba? —pregunto, tratando de sonreír por su alegría.

—Marcos —responde, su voz llena de entusiasmo—. Es un chico malote, pero tiene ese algo especial.

—Se nota que te gusta —bromeo, levantando mi vaso en un brindis improvisado.

—¡Por supuesto! —responde, riendo—. Así que tenemos que apurarnos, chica. ¡Es hora de brillar!

Me contagio de su energía y, aunque mi mente aún está algo nublada por la tristeza, el ambiente festivo me hace sentir más viva. La noche apenas comienza.

Natalia se levanta, y rápidamente nos damos los últimos toques de maquillaje. Ella se asegura de que todo esté perfecto, aplicándose un poco más de brillo en los labios mientras yo me retoco el delineador.

—Vamos, que no tenemos tiempo que perder —me anima, mirando la hora.

De repente, al levantar la vista, me doy cuenta de que ya han pasado 20 minutos. La adrenalina me recorre el cuerpo mientras nos apresuramos hacia la puerta.

—¡Rápido! —exclamo, sintiendo la emoción burbujear en mi interior.

Salimos del apartamento y bajamos las escaleras con un ligero tropiezo, riendo mientras nos dirigimos hacia el coche de Marcos, que nos espera aparcado al final de la calle. La música suena a lo lejos, y la idea de una noche de diversión me hace olvidar, aunque sea por un momento, todas mis preocupaciones.

Al llegar al coche, veo a Marcos apoyado en el vehículo, con una sonrisa relajada. Natalia le saluda efusivamente, y yo me quedo un poco atrás, sintiéndome un poco nerviosa, pero emocionada.

—¡Hola, chicas! —saluda Marcos, su mirada se detiene un momento en mí—. Wow, te ves increíble —añade, dirigiéndose a mí, y mi corazón da un vuelco.

—Gracias —respondo, tratando de no sonrojarme.

Natalia y yo nos subimos al coche, y en ese instante, siento que esta noche puede ser un nuevo comienzo, una pequeña escapatoria de la realidad.

El trayecto en coche no es tan largo, pero mientras Natalia y Marcos hablan, mi mente comienza a divagar. Me doy cuenta de que todo esto es tan ajeno a mí. La música a todo volumen y las risas se sienten como un espejismo, una forma de escapar de la realidad que me acecha.

Pienso en lo que he dejado atrás: el despido, el miedo, la sensación de estar a la deriva. Sé que todo esto es fruto del alcohol, un intento de evadir la verdad. Quiero vivir el momento, disfrutar de la compañía, pero las sombras de mis pensamientos siguen acechando.

Miro por la ventana mientras las luces de la ciudad pasan rápidamente. Intento concentrarme en las sonrisas, en la diversión que se promete esta noche. "Solo un rato más", me digo. "Olvídalo, al menos por un par de horas". La vida a veces se siente como un peso abrumador, pero esta noche quiero dejarlo a un lado, aunque sea temporalmente.

Marcos aparca el coche y cuando salimos, lo primero que me golpea es el bullicio. Frente a nosotros se alza "Neon Pulse", un pabellón deslumbrante lleno de luces intermitentes que parpadean en tonos vibrantes de azul, rosa y verde. La música retumba desde dentro, un pulso que me hace sentir la energía en el aire. La fachada está adornada con grafitis coloridos y enormes pantallas LED que proyectan imágenes animadas, creando una atmósfera electrizante.

Natalia y yo nos miramos, asombradas. Ninguna de las dos ha estado aquí antes, y la perspectiva de una noche llena de diversión se siente como un soplo de aire fresco. Sin embargo, la cola para entrar es interminable. Me invade un bajón repentino al imaginarme esperando, el aburrimiento acechando como un enemigo.

Pero, para mi sorpresa, Marcos saluda a los seguratas con una sonrisa confiada y nos conduce a través de la entrada. La sensación de dejar atrás el exterior me inunda, como si cruzara un umbral hacia otro mundo. Al cerrar la puerta tras de mí, dejo atrás mis preocupaciones, aunque solo sea por esta noche. Estoy lista para sumergirme en la música, las luces y el momento, sin pensar en la realidad que me espera fuera.

SUSURROS DE LA NOCHE || Finalizada. 🤍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora