CAPITULO 34

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JULIA


—Y fue Marcos quien me ayudó a encontrar el trabajo —dije, mientras tomaba un sorbo de mi café, mirando a Natalia a los ojos para ver su reacción. Sabía que ella siempre se emocionaba cuando se trataba de algo que parecía un paso hacia adelante en mi vida.

Natalia alzó las cejas, sorprendida. —¿Marcos? Sí, él me había mencionado algo, pero no sabía que ya estaba todo arreglado —respondió, mostrando una sonrisa de esas que iluminaban su rostro entero.

No me sorprendía. Marcos y yo habíamos llegado a un acuerdo que parecía beneficiar a todos: le diríamos a Natalia que ahora también trabajaría como promotora de la discoteca, vendiendo entradas para los fines de semana. Parecía una idea perfecta, y aunque en el fondo sabía que habría complicaciones, la oportunidad de ganar más dinero era algo que no podía dejar pasar.

—Sí, ya está todo listo. Voy a empezar el viernes —añadí, con una sonrisa que intentaba ser segura, aunque sabía que en el fondo las dudas aún estaban ahí.

Natalia no pudo contener su entusiasmo y se levantó del sofá, casi derramando su bebida. —¡Eso es increíble, Julia! Te lo dije, este trabajo es para ti. Además, vas a ser la mejor vendiendo entradas, con tu forma de hablar, todos van a querer comprarte.

Me reí de su entusiasmo. —No exageres, Nati. Apenas estoy empezando. Además, es solo vender algunas entradas, tampoco es que sea algo tan impresionante.

Pero ella negó con la cabeza, y su sonrisa no se apagaba. —Claro que lo es. Es una gran oportunidad para conocer gente, ganar más dinero... ¡y salir de esa casa! —me miró fijamente, como siempre hacía cuando sabía que decía algo importante—. Necesitas esto, Julia. 


Me dolía mentirle a mi mejor amiga, pero en el fondo sabía que lo que estaba haciendo estaba fatal, por eso no podía decírselo, no por ahora. Natalia siempre había sido mi ancla, la persona que creía en mí incluso cuando yo misma no lo hacía. Pero esta vez, el peso de la verdad era demasiado para compartirlo. No podía arrastrarla al desastre en el que me estaba metiendo, un desastre que ni siquiera yo entendía del todo.

Marcos había sido claro cuando me ofreció el trabajo. "No es solo vender entradas, Julia", me había dicho, sus ojos fijos en los míos, como si estuviera evaluando cuánto podía soportar. "Habrá otras cosas. Cosas que requieren confianza y discreción." Sabía lo que significaba, y aunque me aterraba, el miedo a quedarme sin nada era aún mayor.

—¿Julia? —La voz de Natalia me sacó de mis pensamientos. Ella se había acercado con una bandeja de té y galletas, su sonrisa brillante y despreocupada. Me miró de esa forma en la que solo una amiga verdadera puede hacerlo, tratando de leer entre líneas el silencio incómodo que había entre nosotras.

—Sí, perdona, estaba pensando en... bueno, en cómo será todo —dije, forzando una sonrisa y tomando una de las tazas que me ofrecía. Me temblaban un poco las manos, pero esperaba que no lo notara. —Sabes cómo soy, siempre dándole vueltas a todo.

Natalia me observó por un momento, sus ojos cargados de una mezcla de curiosidad y preocupación. —Tú solo intenta disfrutarlo, ¿sí? Creo que te mereces algo bueno después de todo lo que has pasado.

Asentí, pero las palabras se me atoraron en la garganta.

Natalia se dejó caer en el sofá junto a mí, riendo por algo sin importancia que decía mientras mojaba una galleta en su té. Traté de seguir la conversación, de encontrar refugio en su felicidad y en la sensación de normalidad. Pero dentro de mí, el miedo y la culpa se enroscaban como serpientes, apretándome el pecho.

SUSURROS DE LA NOCHE || Finalizada. 🤍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora