CAPITULO 26

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NATALIA

Miro a Julia avanzar hacia la consulta, su figura encorvada por la tensión, y en cuanto desaparece de mi vista, suelto un gran suspiro. Mis manos buscan la de Marcos, y la aprieto con fuerza.

La preocupación me invade. Desde que conocí a Julia, su vida ha estado marcada por desgracias. Cada vez que parece vislumbrar un rayo de esperanza, algo se interpone en su camino. Cuando, por fin, tenía un momento de paz con su trabajo de niñera, todo se derrumbó nuevamente.

Me duele ver a mi amiga pasar por todo esto. La admiración que siento por su fuerza contrasta con la tristeza que me provoca su situación. Ella cree que es una persona débil, pero yo sé lo valiente que es en su lucha diaria. Su capacidad de levantarse, de seguir adelante a pesar de las adversidades, es algo que siempre he admirado en ella.

Marcos, a mi lado, trata de infundirme optimismo.

—Todo irá bien, Natalia —me dice, su tono es firme, pero yo no puedo compartir esa confianza.

Asiento, pero en el fondo, no soy tan optimista como quisiera hacerle ver a Julia. He visto demasiadas cosas en la vida de mi amiga, y cada vez que me aferro a la esperanza, la realidad me golpea con fuerza.

Mis pensamientos se agitan mientras espero en la sala. La incertidumbre me carcome; quiero ser fuerte para Julia, pero también siento el peso de mis propias preocupaciones. ¿Cómo puedo ofrecerle consuelo si yo misma estoy tan preocupada?

Mientras espero, mi mente repasa los momentos difíciles que hemos compartido. Solo puedo desear que esta vez sea diferente, que finalmente reciba la buena noticia que tanto merece.

Mientras espero, no puedo evitar expresar mis pensamientos en voz alta.

—Deseo con todas mis fuerzas que todo vaya bien —le digo a Marcos, sintiendo que cada palabra lleva el peso de mis esperanzas.

Él me mira con comprensión, y aunque su rostro refleja confianza, hay una chispa de preocupación en sus ojos.

—Julia se lo merece —añado, recordando las múltiples batallas que ha librado. Pero también sé que las facturas médicas están ahogando su vida. Esa carga constante es un peso que no debería llevar sola.

—No sé cómo sigue adelante —admito, sintiendo la tristeza asomarse.

—Es fuerte, Natalia. Y tú también lo eres, por estar aquí con ella —responde Marcos, intentando aliviar mis temores.

Asiento, pero el nudo en mi estómago no se disipa.

—Pero cada mes es una lucha para pagar las cuentas. La última vez que hablamos, mencionó que apenas tenía para cubrir las facturas de la luz —digo, mi voz temblando ligeramente.

La realidad de su situación me pesa, y siento que cada dificultad la empuja más cerca de la desesperación.

—Si necesita ayuda, podemos hacer algo —sugiere Marcos, y su oferta me reconforta un poco.

—Sí, pero no sé cómo decírselo sin que se sienta mal. Siempre ha sido tan independiente —replico, preocupada por cómo podría reaccionar.

A medida que la ansiedad por la consulta crece, también lo hace mi deseo de hacer algo por Julia. No puedo evitar sentir que, aunque la situación es compleja, no debería dejarla sola en esto.

—Además, mi familia tampoco está pasando por un buen momento —comento, sintiendo la carga de mi propia preocupación. Es un ciclo interminable de dificultades, y a veces me siento impotente ante tanto sufrimiento.

Marcos me mira, comprendiendo el peso de mis palabras.

—No sé cómo ayudar a Julia y a la vez lidiar con lo mío —confieso, mi voz apenas un susurro.

Él toma mi mano con firmeza, transmitiéndome un poco de su energía.

—El apoyo emocional que le das es más que suficiente —me dice, con una convicción que me reconforta.

Asiento, pero en mi interior, la inquietud persiste.

—Quizás no sea suficiente —murmuro, luchando con mis pensamientos.

—No nos adelantemos a los acontecimientos —me interrumpe, su tono es optimista, casi contagioso.

—Tienes razón. Tal vez estoy siendo demasiado negativa —reconozco, sintiendo que el peso de la preocupación se vuelve un poco más ligero.

Marcos me sonríe, su fe en el futuro me alienta a aferrarme a la esperanza.

—Hoy es solo un paso más. Concentrémonos en lo que viene, no en lo que podría pasar —dice, y sus palabras resuenan en mi mente.

Mientras espero, no puedo evitar pensar en lo importante que ha sido Marcos durante estos meses. En tan poco tiempo, se ha convertido en una parte esencial de mi vida, un faro de luz en medio de la tormenta. Su apoyo constante me ha dado la fuerza que necesitaba para seguir adelante, incluso cuando todo parecía abrumador.

Soy consciente de lo que se dice en las calles sobre él. Los murmullos, las miradas de desconfianza, el peso de su pasado. Pero prefiero no darle vueltas. No quiero que esos rumores ensombrezcan lo que hemos construido. En lugar de eso, elijo vivir el momento y disfrutar de la felicidad que me brinda su presencia.

Le miro a los ojos, sintiendo cómo el amor crece en mi interior, y con una sinceridad que brota del corazón, le digo:

—Te quiero.

Sus ojos se iluminan, y puedo ver la sorpresa y la alegría mezcladas en su expresión.

—Yo también te quiero —responde Marcos, con una calidez que me envuelve.

Agarra suavemente mi rostro con ambas manos, sus dedos acarician mis mejillas. En un gesto tierno, se inclina hacia mí y me da un beso, suave pero lleno de promesas.

El mundo a nuestro alrededor se desvanece; en ese instante, solo existimos nosotros dos. El amor que compartimos parece borrar las preocupaciones y las sombras, dejando solo un resplandor de esperanza en nuestros corazones.

SUSURROS DE LA NOCHE || Finalizada. 🤍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora