CAPITULO 7,5

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Durante semanas, la vida de Alex y Julia siguió su ritmo habitual, marcado por la rutina y la indiferencia. Alex estaba completamente inmerso en su trabajo, con la mente enfocada en el crecimiento de su imperio. Cada día, más hombres se unían a sus filas en las calles, y poco a poco, estaban ganando terreno. Sin embargo, esa expansión no agradaba a la familia Delgado, y la tensión en la ciudad se palpaba en el aire.

La semana pasada, dos camellos de los Moretti fueron asesinados en un brutal ajuste de cuentas. La banda de los Delgado no toleraba que se invadiera su territorio, y el mensaje era claro: la guerra estaba en el horizonte. Las miradas desafiantes y los susurros en las esquinas eran un recordatorio constante de que la situación estaba más tensa que nunca. Alex sabía que debía mantenerse alerta, pero la adrenalina de la lucha por el poder también lo llenaba de una extraña satisfacción.

Mientras tanto, Julia trataba de mantener su vida en equilibrio. A pesar de los ecos de lo sucedido en la cafetería, donde los recuerdos a menudo la asaltaban en forma de pesadillas, había encontrado una forma de seguir adelante. Era una felicidad contenida, hecha de pequeñas victorias. Había logrado pagar las facturas y conseguir sus medicamentos, incluso se permitió el lujo de comprar fruta fresca por primera vez en mucho tiempo.

Pasaba más tiempo con Natalia, quien se había convertido en su ancla emocional. Las salidas, las risas y los planes improvisados eran un bálsamo para su alma. Sin embargo, en momentos de soledad, el recuerdo de aquel incidente la acechaba, como una sombra que se negaba a disiparse. Se forzaba a guardar esos pensamientos en un rincón oscuro de su mente, un lugar donde solo algunas noches se permitía explorar sus sentimientos.

La vida seguía su curso. Julia se levantaba cada mañana con el sol y se llenaba de determinación. Salía a trabajar en su rutina, sin dejar que las dudas la consumieran. Sabía que debía ser fuerte, que tenía que encontrar su camino en un mundo que parecía desmoronarse a su alrededor. Aunque Alex y ella seguían siendo indiferentes entre sí, había un entendimiento tácito, un reconocimiento de que ambos luchaban en sus propias batallas.

A pesar de la rutina y la indiferencia que ambos intentaban mantener, se estaban acostumbrando a verse cada noche. Las pequeñas conversaciones se convirtieron en un ritual silencioso, una danza sutil que ninguno de los dos quería admitir. Era un momento de conexión, un instante en el que se cruzaban miradas y compartían breves palabras que, aunque insignificantes, traían consigo una calidez inesperada.

SUSURROS DE LA NOCHE || Finalizada. 🤍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora