CAPITULO 30

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ALEX


Una noche más en la discoteca. La música vibraba en el aire, las luces oscilaban entre el azul y el rojo, y las figuras difusas del público se movían al ritmo del bajo que resonaba en el pecho de cada uno. Desde el palco privado, la vista era otra: un espectáculo de cuerpos danzando y un sonido constante que, después de tantas noches como esta, ya se había convertido en una rutina cómoda. Había invitado a mis hombres de confianza; los negocios iban bien y había que celebrar.

Me apoyé contra el respaldo de la silla de terciopelo negro, con un vaso de whisky en la mano. A mi derecha estaba Dante, hablando con entusiasmo sobre un cliente que nos debía una suma importante desde hacía demasiado tiempo. Su voz se mezclaba con la música, pero captaba lo suficiente para entender su frustración. No era la primera vez que este cliente se retrasaba en el pago y ya había agotado la paciencia de Dante.

—Ese cabrón está jugando con nosotros, Alex. No ha mostrado ni intención de pagar, y ya me estoy cansando —Dante apretó los labios, sus ojos reflejaban su impaciencia, como si ya tuviera claro qué debía hacer pero necesitara mi aprobación.

Lo miré con indiferencia, mis ojos recorriendo la pista de baile antes de volver a enfocarme en él. Sabía lo que esperaba escuchar. Dante siempre había sido eficiente, no necesitaba que le dictara cada paso.

—Haz lo que tengas que hacer, Dante —dije finalmente, mi tono neutral. No era necesario más. Sabía que él comprendería el mensaje. Aquel cliente había tenido suficientes oportunidades, y ya no podíamos permitirnos mostrar debilidad.

Dante asintió, sus labios curvándose en una sonrisa que delataba su satisfacción. Sabía bien qué significaba esa aprobación. La deuda sería cobrada, una forma u otra.Giré mi cabeza hacia Lucas, quien estaba sentado más allá, casi absorbido por la pantalla de su teléfono. Era el encargado de las operaciones en las calles, y aunque prefería mantenerme fuera de los detalles más menores, la expansión de nuestra influencia no era algo trivial. Lucas tenía una responsabilidad importante.

—¿Cómo va lo de las calles? —pregunté, mi voz sonando más como una orden que como una pregunta.

Lucas levantó la mirada del teléfono, el brillo de la pantalla iluminando su rostro cansado. Parecía inmerso en sus pensamientos, pero reaccionó rápido, como siempre.

—Ya empecé a movilizar a más gente, como me dijiste. Estamos comenzando a ganar terreno, pero los Delgado están inquietos. Se nota en el ambiente. —Su tono no mostraba preocupación, solo informaba, pero sabía que estaba completamente alerta. En nuestro mundo, un movimiento en falso podía costar caro.

Asentí, la indiferencia aún pintada en mis gestos. Esa era la clave, no mostrar emociones. Era solo otro paso en el proceso. Cada avance era una pieza en el tablero, y cada uno de mis hombres debía jugar su papel correctamente.

—Bien, sigue así. No aflojes. —Mis palabras eran escuetas, pero Lucas comprendió. Se necesitaba más presión para avanzar y yo no iba a dar marcha atrás. Nuestro objetivo era claro: ganar terreno, poco a poco, hasta no dejarles espacio.

La música subió de volumen, como si el DJ supiera que era el momento de hacer vibrar el lugar. Desde mi posición en el palco, podía ver cómo la energía de la multitud aumentaba, cómo se volvían un solo cuerpo bajo las luces parpadeantes. Mientras todo esto sucedía, yo sentía lo mismo de siempre: una lejana desconexión.

Para muchos, este ambiente era liberador, un lugar donde podían olvidarse de todo. Para mí, era solo otra noche de negocios. La celebración, el brillo, todo eso era solo un telón de fondo para los movimientos que verdaderamente importaban. En mi mente, los planes seguían desarrollándose. Cada persona en este lugar, cada figura en la pista, era solo parte del escenario en el que yo, Dante, Lucas y los demás hombres movíamos nuestras piezas.

SUSURROS DE LA NOCHE || Finalizada. 🤍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora