CAPITULO 41

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Los dos estaban sorprendidos de lo que acababa de suceder. Alex se arrepentía de cada palabra que había soltado. Sabía que no eran ciertas. Era un mentiroso, y sus palabras habían salido más crueles de lo que había pretendido. Julia, por su parte, se sentía humillada. Por un momento, había sentido que entre ellos había algo más, una conexión que no era solo profesional. Ahora se sentía estúpida por siquiera haberlo pensado.

Después de unos segundos en los que ambos se quedaron mirándose fijamente, Julia rompió el silencio, murmurando un "adiós" antes de darse la vuelta y dirigirse hacia la puerta.

Alex la vio marcharse, y una sensación de pérdida repentina se apoderó de él. No pudo contenerse.

—¿A dónde vas? —le preguntó, su voz saliendo antes de que pudiera pensarlo.

Julia se dio la vuelta, y su respuesta no tardó en llegar, cargada de enfado.

—¿Qué más te da?

Alex se dio cuenta inmediatamente de que la había cagado. Julia estaba enfadada, lo veía en sus ojos, en la rigidez de sus gestos. No sabía qué decir para remediarlo.

—Voy al hospital a ver a Marcos —respondió ella, sin intentar ocultar su frustración.

Alex frunció el ceño, pensando en lo tarde que era. El hospital estaba lejos, y sabía que no sería un viaje fácil.

—Es muy tarde —le dijo—, y el hospital está lejos. ¿Vas a ir pedaleando hasta allí?

La expresión de Julia se endureció aún más, su enfado aumentando.

—Soy una niñata, pero una niñata con determinación. Sí, voy a ir hasta allí en bici, ¿algún problema?

Alex se quedó sorprendido por su reacción, sin saber qué responder. Su determinación era evidente, pero también lo era su enfado, y todo esto lo hacía sentir aún más arrepentido de lo que había dicho.

—Mira, lo siento —intentó decir, su tono más suave—. Yo no quería...

Julia lo miró, y aunque por un segundo notó algo de arrepentimiento en su voz, le dio la espalda de nuevo, dejando salir un frío "déjalo" antes de girarse para abrir la puerta.

Pero antes de que pudiera salir, Alex dio un paso hacia ella, y, casi sin pensarlo, soltó las palabras que llevaba luchando internamente.

—Quédate.

Julia se paralizó, su mano en el pomo de la puerta, y luego se giró suavemente, con los ojos cargados de sorpresa.

—¿Había entendido bien?

—Yo quiero decir... —empezó a explicar Alex, buscando las palabras adecuadas—. Es de noche, y el hospital está lejos. Mañana en la mañana te puedo llevar. Lucas me ha dicho que está bien. Puede esperar.

Alex había luchado contra todo su orgullo, contra el control al que se aferraba, para poder decir esas palabras. La vulnerabilidad se apoderaba de él, y se preguntaba a sí mismo qué estaba haciendo. ¿Por qué le importaba tanto? Julia lo miraba con una mezcla de sorpresa y algo más, algo que parecía suavizar el enfado que había estado llenando el espacio entre ellos.

El silencio se alargó por un segundo, ambos atrapados en esa tensión, preguntándose cuál sería el siguiente paso.

Julia sopesó la idea por un momento antes de responder. Con un simple asentimiento, le hizo saber a Alex que se quedaría. No estaba segura de lo que sentía. Las palabras de Alex le habían hecho daño, la habían humillado, pero no podía evitar querer quedarse. Quizás porque, a pesar de todo, en el fondo, quería estar cerca de él. Intentó olvidar lo que había pasado, el dolor que aún latía en su pecho.

SUSURROS DE LA NOCHE || Finalizada. 🤍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora